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Atención integral de la familia

Profundos valores de honestidad y servicio, inculcados por sus padres, así como una vocación de servicio, llevaron a María Elba Carranza a estudiar la licenciatura en Trabajo Social, sentando las bases de una trayectoria próspera en el ámbito del quehacer empresarial y público. Llegó a Quintana Roo hace 40 años y tras muchas encomiendas, en el Caribe Mexicano, el gobernador Carlos Joaquín la invitó a formar parte de su equipo, colocándola en una posición estratégica que le permite ejercer no sólo su aprendizaje profesional, sino su innata pasión por el servicio a los demás y el trabajo en conjunto.

Desde hace cinco años está al frente del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en la entidad, liderando un equipo comprometido por el bienestar de niños y niñas, mujeres y adultos. 

Desafíos

“El reto mayor es dar seguimiento a todos los programas, porque cuando entramos nos dimos cuenta que no se estaba trabajando sistémicamente, así que reestructuramos el DIF, hacerlo actual a las necesidades de ahora, trabajando la familia sistémicamente, no de manera separada, sino integrada”.

Reconoce que cada familia es distinta, tanto en estructura como en funcionamiento, y por tanto los problemas y necesidades en cada una son distintas; “en algunas hay discapacidad, en otras hay abusos; por eso la atención debe ser dirigida según los requerimientos, pero tratando el bienestar en conjunto de cada familia”.

Comenta que quieren dejar todo eso institucionalizado como una forma de trabajo. Justo este mes es importante para ello, porque inician nuevas autoridades en los ayuntamientos y eso les permitirá guiarlos con este sistema de labores para que les den continuidad.

Conscientes de que los tiempos cambian y la gente se adapta a sus necesidades, trabajan en combatir la desigualdad; “la familia ya no es necesariamente papá, mamá e hijos, sino con quien te toca vivir, pueden ser abuelos, tíos o incluso vecinos, porque hay algunos que adoptan a personas abandonadas”. 

Programas 

diversos

Entre los programas vigentes destaca el de vehículos adaptados para personas con discapacidad y adultos mayores, tanto si los quieren llevar a terapias o a centros de entretenimiento, pues no todos los taxistas llevan a gente en sillas de ruedas; tienen un padrón de quiénes son estas personas que pueden usar el servicio. 

Por otro lado, los centros de autismo, porque cada día hay más niños con este espectro, en Cancún ya hay un centro de diagnóstico, al igual que en Chetumal, así como una casita en la que se les orienta para la vida diaria. 

Otro muy importante es el programa de desayunos escolares, calientes y fríos; salud y desarrollo en comunidad a las zonas mayas; una cámara hiperbárica en Chetumal, única en el país del sistema DIF, donde recibimos a gente de toda la entidad, gratis o con un costo muy bajo. Además, los de asistencia social, con apoyos a gente que necesita pañales, medicinas y operaciones. 

Otro de muy buenos resultados son los Centros Integrales de Primera Infancia (Cipi), en Cancún, Playa del Carmen, Bacalar y Chetumal, son ejemplo a nivel nacional e internacional; personal de la Unicef han venido a conocerlos para replicarlos en otros lugares.

Otro programa emblemático es el de adulto mayor, en pandemia el reto y la sorpresa fue que sí sabían usar la computadora para llevar los cursos en línea, al grado que en tai chi un grupo se inscribió en una competencia y ganaron ocho medallas; además, hicieron programas intergeneracionales para integrar a niños con abuelos. 

Además, el centro de atención a la salud emocional de Cancún, donde trabajan prevención del suicidio, incluso en hoteles a nivel corporativo, porque la estadística ha demostrado que hay muchos suicidios entre personas de 29 a 39 años; “también trabajamos con adolescentes y las cifras bajaron, pero subió mucho en jóvenes adultos”. 

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