Icono del sitio Revista Latitud 21

Capítulo II • Esclarecimientos

 

 

La intención de este capítulo es establecer claramente la relación que existe en el universo entre el humano y su biosfera, lo cual da significado al título de este libro.

Es fundamental comprender que en la biosfera el que se da cuenta de la relación, de la interdependencia, no es el agua, ni la piedra, ni el árbol, ni el pez, ni el coral, ni el ave, ni el reptil, ni el mamífero marino, ni el cuadrúpedo, ni el bípedo primate, sino el ser humano. Somos los humanos los que, al darnos cuenta de dicha relación, quedamos -o deberíamos quedar– expuestos a que nuestra conciencia, personal o colectiva, nos remuerda cuando no actuemos en consecuencia. El desarrollo de esta conciencia es imperativo en todo aquel que ya se haya dado cuenta de «la relación».

Es un error creer que la naturaleza se subordina al ser humano, o viceversa. Aquélla depende de éste, tanto como éste de aquélla. Lo que diferencia al ser humano de la naturaleza es el espíritu, el mismo que permite establecer una relación entre ecología y espiritualidad. Ya se dijo que existe una interdependencia, y ya nos dimos cuenta de que, hasta ahora, el fin de la creación es lo humano.

También nos hemos dado cuenta de que el ser humano sabe que si continúa explotando irresponsablemente la naturaleza puede provocar que esa interdependencia se desequilibre, lo cual acarreará una serie de cambios en la biosfera que pondrían en peligro la existencia misma de la especie humana. Es fundamental, pues, hacer un uso racional de los recursos naturales, que no altere el equilibrio ecológico, pero que permita el desarrollo de la humanidad. Esta forma de desarrollo la hemos llamado sustentable, porque se puede sustentar con razones. Cualquier acción del ser humano sobre la naturaleza la altera. Lo importante es establecer el análisis racional de esa alteración, de acuerdo con la relación costo-beneficio.

El miedo a la muerte paraliza y la parálisis mata. Esa es la gran paradoja del temor. Si la humanidad, por temor de no alterar el equilibrio de su medio natural, no lo tocara, simple y sencillamente perecería casi de inmediato e involucionaría a su condición de primate. El ser humano vive de la producción, aprovechamiento, distribución y uso de la energía que llega del sol y de la que contiene su biosfera. Para producir y distribuir alimentos para 6 000 millones de habitantes, el ser humano tiene que tocar, alterar, investigar, usar, aprovechar, explotar, usufructuar los recursos “naturales» que existen en el mundo. Esta realidad la tienen que admitir hasta los ecologistas más radicales, porque sin alimentos ni siquiera ellos podrían vivir.

Para el ser humano, la alimentación no es más que un primer paso de supervivencia; resuelve la parte animal, aunque no la espiritual. En esta última se encentra la autodeterminación, la creatividad, el espíritu inquisidor, el sentido de libertad, el uso de razón, la capacidad cuantitativa y cualitativa, el deseo, la cultura, el conocimiento, la conciencia de sí mismo y fundamentalmente imperativo, ético, que es la conciencia del otro.

El ser humano no es un animal creado para vivir eternamente en equilibrio con su entorno, sujeto a leyes naturales (lluvias, sequías, enfriamientos, etc.) que determinen su existencia, sino que él mismo la determina (siempre y cuando no haya catástrofes naturales).

Este hecho concreto es lo que lo convierte en fin y no en medio. Ningún ser humano puede ser medio de un fin que no sea lo humano mismo. Esto es el imperativo ético, y ésta es la única explicación de la creación y de su herramienta, la evolución.

Queda claro entonces que lo natural es medio de lo espiritual, mientras que lo espiritual es en sí mismo.

Pero también, hoy por hoy, nos corresponde desarrollar la conciencia de que la conservación de ese medio debe ser fin, pues de él dependemos. Sólo de esta forma podremos lograr lo que hemos dado en llamar desarrollo económico sustentable.

El ser humano es primero, pero debe estar consciente de que su libertad, en relación con el uso de la naturaleza, no puede degenerar en libertinaje, sino que tiene que ser racional y equilibrada, de modo que le permita sostener las condiciones propias de su supervivencia.

Notas al margen 

Relación: Conexión, correspondiente de una cosa con otra. 

Dependencia: Subordinación a un poder mayor. Relación de origen o conexión.

Interdependencia: Dependencia recíproca.

Raciona: Perteneciente o relativo a la razón.

Arreglado a ella.

Dotado de razón.

Explotar: Utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera.

Sustentable: Que se puede sustentar con razones.

Sustentar: Proveer a uno del alimento necesario.

Conservar una cosa en su ser o estado.

Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza. 

Marcos Constandse Madrazo
Ingeniero de profesión, Marcos Constandse Madrazo, además de ser uno de los pioneros en el Caribe Mexicano e impulsor de conceptos únicos para la atracción del turismo, es un escritor que comparte su filosofía de vida, fragmentos de la historia y crecimiento de este destino. Una de sus obras es “Ecología y Espiritualidad”, en la que aporta su interesante visión y propuestas para avanzar en el desarrollo económico de la región, privilegiando acciones que moderen y regulen el consumo, para reducir la huella ecológica, a fin de preservar lo más valioso de la humanidad y que está bajo profunda amenaza: el medio ambiente. Hoy más que nunca este tema cobra relevancia, por lo que en cada edición de Latitud 21 incluiremos fragmentos de esta publicación. Búscalo completo en nuestra web: www.l21.mx.
Salir de la versión móvil