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Corrupción, ¿un problema sin solución?

Llegó un nuevo gobierno a Quintana Roo. Y a nivel estatal, la corrupción no ha sido algo que pase desapercibido para los ciudadanos y autoridades; por eso la lucha sobre este tema tiene que ser constante y de manera consciente.

La corrupción es uno de los fenómenos más dañinos que enfrenta nuestra sociedad. Sus costos para el país y el estado no se limitan a los de imagen y prestigio frente a otras naciones, sino que impactan de manera directa en la economía, así como a los bolsillos de sus ciudadanos. Por ello se demandan acciones claras, decididas y contundentes para su combate, partiendo desde la institucionalidad del Estado Mexicano. Uno de esos instrumentos puede ser políticas públicas que den a conocer a todos los ciudadanos lo que es la corrupción, sus efectos perniciosos, la conveniencia de su rechazo y combate, y que además inviten a la participación activa de la población, mediante las herramientas con las que hoy se cuenta o la creación de otras. Precisamente una de esas herramientas ya existente, es la transparencia y la rendición de cuentas.

En este sentido, se debe pensar realmente en la implementación de una política pública que exhiba esos extremos, proponga soluciones y acciones, así como, en su caso, la posibilidad de incorporar en dichas acciones a la transparencia y la rendición de cuentas como una herramienta usable por la ciudadanía, que le permita participar en favor de Quintana Roo y sus municipios, para contrarrestar este mal social.

Se dice que la corrupción es un tema complejo, que se construye culturalmente por la sociedad y se reproduce bajo diversas prácticas, fuera de un marco legal o moral.

Existen elementos que promueven, incentivan y alientan las prácticas corruptas, como son: a) exceso de trámites, b) complejidad c) lentitud en la atención, d) normas demasiado rígidas, e) regulación exagerada y f) discrecionalidad en los decisores. Elementos que hacen que la interacción con las entidades gubernamentales sean actos complejos, onerosos y desesperantes, sujetos al arbitrio y discrecionalidad de su contraparte.

¿Tenemos remedio frente a la corrupción?, ¿Se le ha dado la verdadera dimensión a la corrupción o ha sólo servido como bandera para atacar a los enemigos políticos o para justificar otras carencias y males mayores?

La participación ciudadana en este tema es no solamente deseable; lo que la corrupción provoca a la sociedad quintanarroense, impone una impostergable participación decidida de todos los actores sociales -y la ciudadanía tiene un papel protagónico en esta tarea-; así como la creación de conciencia y compromiso para el combate del fenómeno, y lo que la sociedad civil organizada puede aportar es fundamental.

Urge determinar o establecer una política pública que, valiéndose de la transparencia y la rendición de cuentas, sirva para promover la participación de la ciudadanía en la tarea del combate a la corrupción de la manera más contundente posible, en la que se contemplen acciones que contrarresten las causas encontradas como fuentes de corrupción.

Esta es nuestra oportunidad, de resolver un problema real, sin sacar banderas blancas demagógicas y avanzar a una sociedad más justa. 

En otros menesteres, en esta edición llevamos en portada a Rosario Marín, con una plática muy elocuente e inspiradora, la primera mexicana que fue tesorera de los Estados Unidos (2001-03) y además alcalde de Huntington Park, California (1999-00); para entender su valía y poder alcanzado, su firma estaba impregnada en los dólares. Vale mucho la pena conocer más de su trayectoria.   

Amador Gutiérrez Guigui
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