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Crisis medioambiental y leyes a modo

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) publicó hace unos días el índice Planeta Vivo, en el cual se alerta sobre el hecho de que el planeta perdió en promedio casi el 70% de su población de animales salvajes en aproximadamente 50 años que van de 1970 al 2018. Entre estos animales, se encuentran anfibios, reptiles, peces, pájaros y mamíferos. 

Esto es o debería ser causa de alarma a nivel internacional, ya que la extinción de plantas y animales refleja el enorme desequilibrio medioambiental que cada vez va en aumento, lo que también pone en riesgo la existencia humana. 

Hay diversas causas por las cuales estamos perdiendo a la fauna, pero la principal es considerada la destrucción de hábitat naturales para destinarlos a la agricultura y, particularmente en el Caribe Mexicano, a proyectos inmobiliarios.

En este contexto se llevará a cabo la celebración en diciembre próximo de la Conferencia de las Partes (COP) 15 de Convenio de Biodiversidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por lo que el WWF “pidió a los gobiernos aprovechar esta última oportunidad para adoptar un acuerdo mundial ambicioso destinado a salvar a las especies salvajes”. 

Es importante que las autoridades de todos los niveles se comprometan a establecer políticas públicas destinadas a la conservación de los diversos hábitats, para garantizar con ello la preservación de especies de flora y fauna.

Más allá de politiquería e intereses particulares, pero sobre todo, más allá de las ganancias económicas que puedan representar las obras que se realicen en cada entidad, en cada ciudad, en cada país, deben tener como centro tres ejes: los humanos, el planeta y el equilibrio entre ambos. Esto quiere decir que es básico retomar los principios de sustentabilidad y sostenibilidad, con el fin de que las poblaciones se vean beneficiadas con desarrollo y progreso, pero que por ningún motivo esto quede por encima de la conservación de otras especies. 

Se pueden armonizar las actividades humanas con el entorno, de tal modo que no se perjudiquen a las plantas y animales; por el contrario, que a través de proyectos se coadyuve a su preservación.

Este precepto es el que manifestaron diversas asociaciones que elevaron su voz para que el Senado deseche la iniciativa que aprobó la Cámara de Diputados para prohibir la reproducción de mamíferos marinos en hábitats bajo cuidado humano. Es vital escuchar todas las voces, pero sobre todo, la de los expertos. Hoy más que nunca es prioritario un debate sano, antes de hacer reglas y leyes que sólo atienden las opiniones de los que más hacen ruido, sin atender el trasfondo de cada problema. Esperemos que en este tema privilegie la razón y el entendimiento.      

Nelly García
  • Carta de la Editora
  • ngarcia@latitud21.com.mx
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