Icono del sitio Revista Latitud 21

¿Doctrina Monroe 2.0?

 

Hace unos días se hicieron virales unas fotografías de las obras de remodelación del ala Oeste de la Casa Blanca que muestran cómo una grúa “bulldozer” desmantela esta área de la casa presidencial, haciendo espacio para lo que será la construcción de un salón de eventos que quiere construir el presidente de los Estados Unidos. Estas fotos causaron una mezcla de indignación y tristeza, pero para muchos de nosotros las imágenes ejemplifican de manera precisa el estilo que le gusta utilizar al presidente y que ha sido y será el signo del resto de su administración: deshacerse de lo que él considera anacrónico e inservible, dejar su huella en cada decisión de gobierno y pasar a la historia como el presidente disruptor que todo lo puede. 

Inicié mi colaboración con este preámbulo, ya que lo consideré oportuno para abordar lo que ha sido la política de Washington hacia el hemisferio occidental en los últimos meses: disruptiva, viral y ruidosa. Cabe resaltar (ya lo había explicado en otro artículo) que hacía tiempo no habíamos visto tanto interés de las altas esferas gubernamentales de los Estados Unidos por el futuro económico, político y social de los países de América Latina. 

Ayuda claramente que el secretario de Estado, Marco Rubio, sea originario de la región (Cuba) y el subsecretario del Ramo, Christopher Landau, sea un experto latinoamericanista, así como exembajador. Hoy Washington tiene frentes abiertos de Norte a Sur: Canadá y México: comercio y aranceles; Centroamérica: seguridad y migración indocumentada; Cuba: animadversión severa; Colombia: seguridad, combate al narcotráfico y sanciones severas hacia el presidente Petro; Brasil: aranceles; Venezuela: ¿Cambio de régimen? Y por supuesto, una mano amiga a los países cuyos gobiernos son de corte conservador como el de Trump: Argentina, El Salvador, Ecuador, pronto Bolivia y quizá Chile después de su próxima elección presidencial.

Me detengo brevemente para abordar en concreto el caso de Venezuela que es el que más atención ha causado en las últimas semanas desde que el gobierno de Estados Unidos emprendió una campaña naval con un número importante de embarcaciones de guerra, incluyendo el porta-avión USS Gerald Ford, (el más grande de la flotilla estadounidense) y ataques aéreos dirigidos en contra de lanchas rápidas supuestamente cargadas de droga y narcotraficantes saliendo de territorio venezolano. Aunado a esto, el presidente Trump ha públicamente catalogado al presidente Maduro como jefe de un cártel de narcotráfico y el Departamento de Justicia ha puesto un precio de 50 millones de dólares por su cabeza. No hay que olvidar que Maduro perdió la elección pasada de manera fraudulenta y se mantiene en el poder.

Es claro que Trump emprendió esta campaña para buscar un cambio de régimen en Venezuela a través de la presión militar y sanciones económicas. Los principales ideólogos de esta estrategia son el secretario de Estado, Marco Rubio y el subjefe de la Casa Blanca Stephen Miller. 

En conclusión, se supone que en los próximos días Trump estará dando a conocer su estrategia de seguridad nacional que incluirá a nuestra región. Se espera que esta estrategia sea ruidosa, disruptiva y viral. Lo que muchos de nosotros estamos concluyendo es que el presidente de los Estados Unidos le apuesta a una Doctrina Monroe 2.0 con un claro sello Trumpista como todo lo que le gusta hacer.   

Salir de la versión móvil