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Elecciones 2024: ¿preservar o no la democracia?

Por Uriel Jarquin Gálvez*

 

Después de la triste violencia a la que quieren que nos acostumbremos, no hubo nada más presente en el año 2023 que las elecciones del 2024. Lo que está en juego en esta contienda es si el partido en el gobierno se mantendrá o si tendremos un cambio de poder una vez más. Los mecanismos de la democracia electoral demuestran su efectividad cada vez que un partido entrega el poder a otro, ya sea dentro del mismo partido cuando los miembros se lo transfieren, o porque así lo decidieron los ciudadanos al expresarse con su voto. Es casi poético cuando la banda presidencial se traspasa de manera pacífica. Sin embargo, detrás de este acto existen leyes, procesos, entidades electorales y una infinidad de elementos que hacen posible que esto suceda. Sobre todo, está la disposición de los jugadores a atenerse a las reglas. Porque en democracia no hay perdedores absolutos ni ganadores eternos.

El año pasado se habló mucho de elecciones. Se buscaron reformas al sistema electoral que parecían subvertir el modelo establecido en los últimos años, en el cual un organismo autónomo tiene el control del padrón electoral y la capacidad operativa suficiente para garantizar elecciones regulares y eficientes. La autonomía se vio amenazada con recortes sucesivos al presupuesto del órgano electoral, así como propuestas de reforma, tanto constitucionales como legales, que buscaban devolver al gobierno algunas funciones que actualmente tiene el organismo autónomo, siendo la más importante el control del padrón electoral. También se plantearon reformas para reducir la estructura operativa del INE, así como algunas funciones de sus órganos ejecutivos y otras propuestas que, al no ser discutidas en profundidad en el órgano legislativo, parecían no tener otra finalidad que desmantelar el modelo electoral vigente e implantar uno de carácter autoritario.

Las reformas propuestas no tuvieron éxito. Las reformas constitucionales no alcanzaron la mayoría calificada y las reformas a las leyes se llevaron a cabo de manera irregular en las cámaras legislativas, por lo que fueron invalidadas por la Corte.

 

El gran tema para el 2024 es ese: ¿preservaremos o no la democracia? Esa es la perspectiva desde la cual debemos analizar a las candidatas y candidatos, a sus coaliciones y a sus propuestas. No será el tema principal para muchos, quienes estarán más pendientes de la continuidad de los programas que reciben o de las promesas relacionadas con el salario y el empleo. Es legítimo.

Pero, mi deseo para las elecciones de 2024, parafraseando a José Woldenberg, es que se mantenga el acto poético de la transmisión pacífica del poder. Y que quien resulte ganador tenga esa convicción. La convicción de que el poder está en manos del ciudadano para decidir en el momento de votar. Un acto sublime que define nuestro futuro.

 

*Secretario Técnico de la Comisión de Cultura del Congreso del Estado de Quintana Roo.

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