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Empresas y comunicación

El otro día asistí a una presentación de la asociación Consejo de la Comunicación, Voz de las empresas. Me hizo mucho sentido que trabajemos como empresas en mejorar nuestra comunicación. Muchos tienen ideas erróneas de lo que es una empresa; con todos los ataques que hemos tenido desde las tribunas gubernamentales, la imaginación vuela y se nos ve como esos monstruos que devoran todo a su paso, cuestiones abstractas que no se ponen claras y generan imágenes negativas. 

¿Qué es una empresa?  En realidad, es sólo un papel. La persona moral como se conoce en la ley es un acta; ¡exacto! como la de nacimiento, en donde se le da nombre a una idea o a un proyecto.

Los empresarios somos pésimos comunicadores, por eso nos volvimos empresarios; la mayoría somos bastantes tímidos al momento de expresarnos.  

Una empresa nace en la mente de alguien y puede ser desde hacer tamales en las mañanas para vender en las esquinas o crear una aplicación que rente tu casa cuando sales de vacaciones. La parte legal sirve para dar un orden, se registra, se le pone nombre, se da de alta en el SAT y cumple con las regulaciones establecidas en el gobierno, que principalmente son para que de las ganancias que se obtengan, se pague un impuesto y que la gente que recibe un sueldo tenga un trato justo. 

La empresa vende un tamal, recibe dinero, descuenta lo que gastó en hacer el tamal y le avisa al SAT que le quedó algo de dinero, por el cual debe pagar un porcentaje de impuestos. Suena simple, y la verdad es que debería serlo; lo malo es que en nuestro país no nos hacen las cosas fáciles, las complican y eso no ayuda a que se creen más empresas.  

Todos nosotros que recibimos un sueldo y trabajamos para el sector privado, tenemos una función específica dentro del equipo que conforma la empresa; esta función permite que la maquinaria de una empresa funcione. Pero ¿qué pasa si no existieran empresas? ¿Qué pasa si cumplir con las regulaciones gubernamentales se vuelve excesivamente costoso? ¿Cuántos tamales debería vender para poder pagarle al contador que sabe usar una computadora, llenar una forma y poder pagar mis impuestos? Bueno, pero también debo pagar por las facturas que emito y debo pagar IMSS a mi comadre, mi hija y hasta a mi marido que lleva los tamales a la esquina. Cada vez se me complica más cumplir con los impuestos, pero la verdad estoy convencida de que debo hacerlo, porque si no, ¿quién pagaría los impuestos que mantienen al presidente, al Congreso, a la policía, el alumbrado público y la recoja de basura (bueno, cuando pasa)?

Si el gobierno empieza a poner regulaciones sin sentido, ya no habrá empresas, y si no hay empresas ¿Quién pagará los impuestos?  Una paradoja que se debe tener bien clara. 

¡Ahh! Por cierto, yo sí tengo motivos para llorar cuando deba de pagar los impuestos anuales.  

Inna German Gómez
  • Mirada empresarial
  • Empresaria
  • @Innagg
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