Restos de estuco y estudios de ofrendas encontrados en Quintana Roo, revelan que este lugar fue habitado hasta el siglo XIII y no hasta el XI
Notimex/ Fotos: INAH. CIUDAD DE MÉXICO, 15 de noviembre.- Restos de estuco y estudios de ofrendas encontrados en Quintana Roo, revelan que este lugar fue habitado hasta el siglo XIII y no hasta el XI, durante el llamado “Colapso Maya”, cuando se cree fueron abandonadas por completo las urbes de las Tierras Bajas.
Del hallazgo se destaca que el mural de estuco en relieve con policromía alude a la antigua dinastía de Kaan, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Localizado en la antigua ciudad de Dzibanché, en Quintana Roo, los hallazgos fueron dados a conocer, luego de que especialistas reanudaron hace unos meses las investigaciones que el arqueólogo Enrique Nalda (1936-2010) efectuaba en esa antigua urbe maya.
Durante sus últimas exploraciones, Nalda encontró restos humanos y decenas de objetos de ofrendas, entre los que sobresale un punzón de hueso labrado con la escena de un sacrificio humano.
Dzibanché es una ciudad que se ubica en el sur de Quintana Roo, en el municipio de Othón P. Blanco, y se conforma de cuatro conjuntos arquitectónicos: Grupo Principal de Dzibanché, Tutil, Complejo Central y Acrópolis de Kinichná.
El asentamiento tuvo su mayor auge entre los años 250 al 1000 d.C., periodo en el que gobernó la dinastía Kaan, una de las más antiguas e importantes de toda el área maya.
Responsable del proyecto de investigación de la antigua ciudad, la arqueóloga Sandra Balanzario señaló que los datos que arrojaron los descubrimientos indican que esta ciudad estuvo habitada hasta el Periodo Clásico Tardío (1200-1550 d.C.), lo cual es importante porque las investigaciones anteriores apuntaban a que la ocupación solo había llegado hasta el Clásico Terminal (800-1000 d.C.).
También, en el conjunto de objetos encontrados se encuentra una vasija que fue rota intencionalmente durante un ritual en la época prehispánica y depositada como ofrenda; la pieza está decorada con iconografía que hace referencia a uno de los hermanos de “Testigo Cielo”, un importante gobernante de la dinastía Kaan.
Esta vasija ya se rearmó en un 70 por ciento y junto con iconografía de los dos murales, la decoración de estuco y los aplanados con glifos asociados a tal dinastía, indican una continuidad de dicha estirpe en la urbe maya.
Balanzario indicó que luego de dos años de haber quedado interrumpido el proyecto de investigación en la antigua ciudad maya, debido a los requisitos académicos que se debían cubrir para dar continuidad a los estudios de uno de los más importantes investigadores de la cultura, se reanudaron los trabajos en agosto de este año.
Recordó que el objetivo de la última exploración de Nalda era encontrar las casas que habitó la gente de Dzibanché, pues ya había descubierto las áreas ceremoniales y edificios con cámaras mortuorias, por lo que decidió buscar en dos conjuntos arquitectónicos cercanos al área monumental que no se habían excavado.
En lugar de las casas habitación, el investigador descubrió cuatro palacios destinados a la administración de la ciudad, que en la mayoría de sus espacios conservan fragmentos de estuco con pintura policromada y grafitis, algunos con glifos de la familia Kaan, y otras cenefas de color rojo.
Las edificaciones se localizaron en el área conocida como Pequeña Acrópolis, donde también se descubrieron materiales arqueológicos que no estaban asociados a la actividad doméstica, sino que integraban ricas ofrendas de 700 años de antigüedad.
Otros hallazgos fueron restos óseos desmembrados de cuatro individuos que parecen haber sido sacrificados, junto con incensarios efigie, rotos en el momento del ritual; cuchillos de pedernal y de obsidiana y un punzón de hueso grabado con una imagen que alude a la extracción de corazón, en esta se ve a un sacerdote durante el sacrificio.
Abundó que los objetos que integran las ofrendas por lo general se encuentran en cámaras mortuorias, pero en este caso los mayas los depositaron dispersos en las ruinas de los cuatro palacios, que ya estaban en desuso.
Se cree que esto se realizó como parte de un ritual realizado en un momento de crisis, para hacer alguna petición o bien como despedida para marcar un cambio político.
Lo importante del mural descubierto es que proporciona una idea de la decoración de los edificios de la plaza donde habitaron personas de la élite.
Por su cercanía al área monumental de Dzibanché, los arqueólogos piensan que puede ser la residencia de la familia Kaan; cerca de ahí, en el Templo de los Cormoranes, el equipo de Nalda descubrió otro mural de estuco en relieve con policromía.
La iconografía de dicho mural representa la montaña sagrada, en la que se describe el origen y da legitimidad a la importante dinastía.
Además, en este segundo mural se halló en uno de los costados del Templo de los Cormoranes, que solo había sido excavado por el frente, donde Nalda, en 1995, descubrió la tumba de “Testigo Cielo”; la obra fue cubierta con un muro en talud por los mayas entre los años 1000 y 1250 d.C., por eso se conservó.
El mural actualmente está en proceso de limpieza para eliminar las capas de cal que se le pusieron luego de su descubrimiento en 2008, previamente se le colocaron morteros de cal y arena para su consolidación y se techó para evitar daños por agentes ambientales.
Dos restauradoras más trabajan en la limpieza y consolidación de los fragmentos de murales de la Pequeña Acrópolis, y también se colocan techumbres de palma de guano para proteger los estucos de la lluvia y la acción directa del Sol.