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Inversión de impacto, ¿el futuro para Quintana Roo?

 “Atrás quedó ese discurso de que las empresas eran buenas si generaban empleos e inversión en las regiones donde se asentaban”, escuché decir a un participante del Foro Latinoamericano de Inversión de Impacto, celebrado hace unas semanas en Yucatán.

Incluso, dijo, las empresas globales líderes en la industria ven el desarrollo sustentable como cosa del pasado, como un reto que ya debemos tener cubierto y que no debe preocuparnos más; lo de hoy y el futuro es la inversión de impacto.

Llama mucho mi atención que las empresas de hoy estén pensando no solo en cómo generar ingresos, utilidades y revenue, sino que consideran que sus impactos deben estar más allá de sus operaciones, que deben centrarse en resolver los problemas ambientales y sociales de la región y del mundo en el que operan.

La inversión de impacto puede tener muchas definiciones, pero tiene tres elementos básicos que la distinguen de otro tipo de inversiones: la primera es la intencionalidad de crear impacto y compromiso al largo plazo; la segunda, la necesidad de medir ese impacto para mejorarlo día a día, y, la tercera, un retorno de inversión para tener sustentabilidad en el largo plazo.

A nivel global las empresas y fondos de inversión han logrado poner más de 77.4 billones de dólares en proyectos y procesos que generan impactos positivos, en Latinoamérica la cifra alcanza los 1.3 billones de dólares y en México 392 millones, de acuerdo al estudio Annual Impact Investing Survey 2016, de GIIN & JPMorgan.

Esto significa que los grandes inversores (empresas o fondos de inversión) se han dado cuenta de que destinar dinero a mejorar el medio ambiente y la calidad de vida de las personas no tan solo es un asunto ético que debe estar presente en los negocios, sino que genera retornos de inversión importantes para sus empresas.

Casos como el de Danone o Heineken, que han apostado por tener una economía circular, donde no generan residuos (o los que generan se utilizan de nuevo en sus procesos productivos), son tan solo un ejemplo del potencial que tiene el pensar fuera de la caja, y generar negocios a partir de las problemáticas locales.

En México el tema de inversión de impacto es muy nuevo, y si hablamos de Quintana Roo y de su sector turístico aún más, aunque las oportunidades de generar negocio a partir de resolver las problemáticas locales son enormes.

En una economía donde lo importante es ser competitivo, y generar cada vez mejores retornos de inversión, la inversión de impacto abre un mundo de posibilidades, en especial en un estado como Quintana Roo. Desde generar negocios a partir de los residuos, o de problemáticas como el sargazo (que puede ser utilizado para producir biodiesel), o incluso en la restauración de ecosistemas como los arrecifes que protegen de huracanes y tormentas, el objetivo es buscar oportunidades para hacer cosas diferentes que generen beneficio no solo al ambiente o la sociedad, sino también a las empresas.

Y la pregunta es, ¿estamos lo suficientemente preparados para ofrecer hacer las cosas de forma innovadora en nuestras empresas? Creo que aún nos falta mucho camino por recorrer, pero es buen momento para tomar este tema en serio.

 

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