Revista Latitud 21

Las sombras invisibles

Sentada frente a mi computadora, revisando mis cientos de correos electrónicos (caray, hay que ver la cantidad de tiempo que invertimos en el tema) me llegó uno de esos que aparecen en el momento justo; no creo en la casualidad, más bien aparecen porque estás pensando en un asunto específico e inconscientemente haces visible la información disponible. 

El título me enganchó inmediatamente, “Las ‘manuelitas’ en Chiapas”. Antes de empezar a leer el artículo pensé en lo que significa la palabra ‘Juanita’ o ‘Manuelita’, que para el caso es lo mismo, un término diminutivo pero con afán despectivo. El término se creó para denostar a las mujeres que seden sus diputaciones ganadas vía votación a sus suplentes hombres. ¿Por qué suceden estas cosas? Bueno, políticamente hablando podríamos llenar páginas completas discutiendo de motivaciones partidistas, o sendos tratados sociológicos sobre la participación de las mujeres en la vida política, o simplemente imaginarnos presiones, ignorancia, deseos o decisiones compradas. En realidad, no me interesa abonar a estos temas, se los dejo a otros más versados que yo. 

Me interesa hacer un poco de conciencia y sobre todo hacer de esta columna un agradecimiento a las mujeres de las décadas de los 50 y 60; porque he de contarles que hace 70 años las mujeres en México no tenían voto, no tenían acceso a créditos sin un aval masculino, no tenían tarjetas de crédito, no podían tener participación legal accionaria en empresas. Las mujeres que pueden atestiguar eso ya no están hoy con nosotros, sus historias parecen lejanas sombras de un pasado que no imaginamos; sin embargo, esas sombras nos dejaron un camino luminoso: una sociedad más equitativa, no solo en el aspecto del género sino también en la raza, credo y nacionalidad. Hoy somos nosotros los que debemos de cambiar el futuro de  las ‘juanitas’. Me da gusto que nuestra discusión de hoy sea por lograr cumplir una equitativa distribución de género en puestos públicos, empresariales, escolares y demás. Que nuestra discusión en la parte legal sea por trabajar en una mejor regulación que permita juzgar con base en criterios con una perspectiva de género adecuada a la época. Discutir sobre las características que benefician que ciertos puestos de las empresas sean ocupados por mujeres. Lo más difícil lo defendieron, pelearon y lograron esas mujeres, hoy por lo menos estas discusiones ya son entre ciudadanos (antes las mujeres ni eso). Les agradezco que mi firma valga en una chequera, en un acta…. Pensaré bien eso de agradecer la tarjeta de crédito mejor otro día, después de que me llegue el estado de cuenta. 

Bueno, y dirán ya le salió lo feminista; en realidad lo tengo intrínseco, pero no por el hecho de ser mujer, está ahí porque tuve la gran suerte de tener una educación que me permitió desarrollar la sensibilidad de observar a los que son transparentes. Hay muchos en nuestra sociedad. Te platico algunos casos:

Transparente quisiera ser Manuelita, cuando sube al autobús hacia su trabajo y el hombre al lado de ella no respeta su espacio. 

Transparente quisiera ser Juanita, cuando su supervisor le pide que se quede una hora después del cierre de la planta porque quiere comentarle algo. 

Transparente Susanita, cuando llega al colegio con una falda corta y sus compañeros le chiflan en el pasillo. 

Transparente Luisita, cuando su esposo llega a la casa y le pega por amor.  

Transparente Lupita, cuando va a denunciar una violación y le preguntan cuándo empezó a ser sexualmente activa.

Así es, muchas mujeres hemos tenido demasiados momentos en los que quisiéramos ser transparentes. También sé que hay hombres que han tenido momentos en que quisieran ser transparentes, lo sé, pero yo no veo términos como ‘Los marianitos de Chiapas’. Si alguien lo encuentra mándeme un correo electrónico, por favor.

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