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Si el mundo se acaba… • Eduardo Albor

“¿Qué creen, niñas?”, les dije a mis dos hijas más pequeñas, Alexia y Regina, quienes en ese momento, a sus 9 y 12 años respectivamente, estaban sentadas esperando a que les sirvieran la cena uno de esos sábados familiares. “Estaba viendo un programa de las profecías mayas que hablan del fin del mundo y… ¿adivinen la fecha en que según los mayas el mundo se acaba?”. “¿Cuándo papá?”, preguntaron en voz baja como no queriendo saber la respuesta. “El 21 de diciembre del 2012”, respondí. Y sus ojos se abrieron casi tanto como sus bocas. Finalmente la información venía de una fuente fidedigna, de su papá.

Eso fue hace más de tres años, y desde entonces ya empezaban a pasar programas y documentales de los mayas y otras civilizaciones que profetizaban fechas apocalípticas en las que el mundo se acabaría. La realidad es que la civilización maya, grandes conocedores de la astronomía, basaba su calendario en fenómenos astronómicos de alta precisión y el 21 de diciembre del 2012 es precisamente una fecha muy especial, marcada como la del inicio de la era del sexto sol, cinco mil 125 años después de que iniciara la era del quinto sol, ya que precisamente ese día se da un fenómeno astrológico de alineación de astros y planetas, y nuestro sistema solar se encuentra en su punto más cercano al centro de la galaxia, y que se volverá a dar en 25 mil 625 años.

Y es que cerrar un ciclo,  la era del quinto sol que conforme al calendario gregoriano iniciara el 13 de agosto del año 3113 a.C., mucho antes de que los fenicios inventaran la escritura, los chinos descubrieran la pólvora y los egipcios construyeran las pirámides en Giza, es una oportunidad para todos de cerrar también un ciclo, donde dejemos atrás rencores, envidias y cualquier otra mala vibra para iniciar uno nuevo, en el que nos demos la oportunidad de amar y de perdonar antes de que en verdad nos acabemos el mundo de una vez.

Hoy tenemos una oportunidad de hacer historia al vivir un momento en el que pasarán otros cinco mil 125 años para que se repita, un momento histórico que no vivieron las más de 250 generaciones que nos precedieron y que no vivirán las próximas 250 generaciones que nos sucederán. Y no es casualidad que a nosotros nos toque vivir este momento del cambio a una nueva era, a un nuevo mundo donde la humanidad deje atrás sus diferencias para encontrar sus coincidencias, un nuevo mundo donde seamos más conscientes de nuestra misión en esta vida, la aceptemos y la realicemos. No es casualidad, simplemente es nuestra misión. Bienvenido este 21 de diciembre del 2012 a la nueva era de una sociedad más humana y que a nosotros nos corresponde iniciar.

Pero… “¿qué pasa si el mundo se acaba?”, me preguntó Alexia, la más pequeña de mis hijas. “Pues, si el mundo se acaba, nos regresamos a vivir a Mérida, Alex”, le respondí. Y me miró con una incógnita en sus ojos de no saber si le hablaba en serio o era una más de mis bromas. Pero inteligentemente decidió ya no preguntar.

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Eduardo Albor
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