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En conmemoración de los fieles difuntos, el Festival de Tradiciones de Vida y Muerte Xcaret 2025 unió las culturas maya y purépecha en una celebración que llenó de color la Riviera Maya
El Caribe Mexicano volvió a convertirse en escenario de una celebración que trascendió lo turístico para adentrarse en lo más profundo de la identidad mexicana. En el Parque Xcaret, la décima novena edición del Festival de Tradiciones de Vida y Muerte reunió culturas, aromas, música y espiritualidad en una experiencia que hizo visible la fuerza viva de las tradiciones que dan sentido a la historia del país.
El festival, que se llevó a cabo del 30 de octubre al 2 de noviembre, tuvo como estado invitado a Michoacán, reconocido por su riqueza cultural y su emblemática Fiesta de las Ánimas. Bajo el lema “Almas danzantes”, la edición 2025 fue un homenaje al diálogo entre cosmovisiones: el Janal Pixán, rito maya que honra a los difuntos en la península, y las tradiciones purépechas que, desde el corazón del país, celebran la continuidad de la vida más allá de la muerte.
Aunque la sede principal fue el Parque Xcaret, la fiesta se extendió a otros espacios del destino como el Teatro de la Ciudad de Playa del Carmen y los hoteles Xcaret México, Xcaret Arte y La Casa de la Playa, con actividades que se prolongaron desde el 29 de octubre hasta el 3 de noviembre, fortaleciendo la presencia del festival en toda la Riviera Maya.
Un encuentro entre dos mundos
Durante cuatro días, visitantes nacionales e internacionales recorrieron los caminos de Xcaret para encontrarse con música tradicional, danza, teatro, gastronomía y rituales que mostraron la diversidad cultural de México. El encuentro no solo ofreció espectáculos, sino una vivencia profunda del significado que la muerte tiene en las comunidades indígenas: no como final, sino como continuidad y memoria.
El parque se llenó de altares, flores y velas que evocaron el reencuentro con los ancestros. Más de 250 representantes de Michoacán —entre cocineras tradicionales, artistas, músicos, danzantes y artesanos— se sumaron a 537 artistas participantes provenientes de Quintana Roo, Ciudad de México, Morelos, Tlaxcala, Yucatán, Estado de México y España. La delegación purépecha compartió técnicas ancestrales como la laudería, la alfarería tradicional, el trabajo con fibras vegetales y la laca perfilada, mientras la zona maya ofreció su herencia en bordados, cerámica y arte ritual.
La riqueza gastronómica fue uno de los ejes más aplaudidos del festival. Doce comunidades de Michoacán y doce de la Zona Maya participaron en un encuentro culinario que ofreció más de 50 platillos tradicionales, fusionando ingredientes, sabores y saberes reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Arte, música y espiritualidad
El arte contemporáneo también tuvo un lugar destacado. Las exposiciones fotográficas y de grabado de artistas michoacanos, junto con talleres de chocolate, cocadas y textiles, convivieron con espectáculos de danza, teatro y música. Entre los más esperados estuvieron la procesión escénica “Espíritus purépechas”, el Concierto de las Almas interpretado por la Camerata Sinfónica de Xcaret, y el Concierto de Gala de Los Ángeles Azules, que el 2 de noviembre a hizo vibrar el Teatro Gran Tlachco con sus éxitos más emblemáticos, en una velada que fue ovacionada por el público.
Durante el evento se llevaron a cabo más de 60 espectáculos diarios distribuidos en 13 foros simultáneos, con propuestas que unieron tradición y modernidad. Familias enteras pudieron disfrutar también de la Hacienda Niños, titulada “Almas Landacas”, donde se realizaron más de 12 actividades diarias para infancias, entre talleres participativos y presentaciones artísticas.
El Gran Consejo Maya, integrado por dignatarios de los cinco centros ceremoniales del estado y representantes de las iglesias tradicionales, participó en la ceremonia inaugural, reafirmando la importancia de mantener vivo el vínculo entre las comunidades y las empresas que promueven la cultura desde el respeto y la autenticidad.
Identidad y desarrollo
El Festival de Tradiciones de Vida y Muerte reafirmó su papel como motor de turismo cultural y escaparate de la riqueza mexicana ante el mundo. Para Grupo Xcaret, su realización fue una oportunidad de celebrar la vida, fortalecer la relación con las comunidades originarias y mostrar que el turismo puede ser también un puente para la conservación de la memoria colectiva.
El evento consolidó al Caribe Mexicano como un destino que no solo ofrece paisajes naturales de ensueño, sino también experiencias culturales profundas, capaces de emocionar y enseñar. Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya se beneficiaron de una mayor afluencia turística motivada por la oferta cultural del festival, que se convirtió en una ventana internacional de la identidad mexicana.
Al cierre, los representantes de Michoacán y de Quintana Roo coincidieron en que el encuentro fue una muestra de cómo las tradiciones pueden unir territorios distintos bajo una misma emoción: la de honrar a quienes ya no están, con la alegría de saberse parte de una historia común.
La edición 2025 del Festival de Tradiciones de Vida y Muerte dejó huella no solo por su colorido y su impecable organización, sino por su mensaje: que México se reconoce a sí mismo cuando sus pueblos dialogan, cuando la cultura se comparte y cuando el turismo se convierte en vehículo de identidad y orgullo nacional.
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Raíces que son orgullo
- 537 artistas participantes de México y el extranjero.
- 250 representantes de Michoacán, entre cocineras, músicos y artesanos.
- + 60 espectáculos diarios en 13 foros simultáneos.
- 50 platillos tradicionales en el encuentro gastronómico entre comunidades de Michoacán y Quintana Roo.
- 23 stands artesanales con técnicas tradicionales y contemporáneas.
