Revista Latitud 21

Trazos de humor y reflexión

 

 

El dibujante Juan Alvarado Anaya formó parte de una generación de ilustradores que protagonizaron la época de oro de la historieta en México

 

Con un talento nato, una pasión por el dibujo, por expresar a través del lápiz y el papel historias que gustaran a la sociedad mexicana del siglo pasado, Juan Alvarado Anaya fue parte de icónicos comics que por muchos años fueron la principal fuente de lectura para miles de mexicanos.

A sus 72 años de edad, echa la vista atrás para rememorar lo que significaron en su vida esas largas jornadas delineando personajes y situaciones de historietas como Memín Pinguín, Kalimán, La Pantera, Lágrimas y Risas e incluso su paso por el periódico Novedades.

Hablamos de una época entre 1940 y 1980, mucho antes de que la tecnología fuera desplazando poco a poco la lectura en papel, mucho antes de los videojuegos y de las computadoras; incluso, cuando muy pocos tenían acceso a los medios como la televisión y el cine. Era un trabajo que requería mucho ingenio y habilidad para acompañar a personajes emblemáticos que sirvieron para el humor, reflexión y hasta debate político a millones de lectores que en sus hogares, autobuses y en la calle, disfrutaron de estas aventuras gráficas. Incluso, fue utilizado como una herramienta en el proceso de alfabetización del país.

De esa generación formó parte Juan Alvarado y hoy atesora algunos de los ejemplares que incluyen sus dibujos, especialmente Memín Pinguín, historieta creada por Yolanda Vargas Dulché, que narraba las andanzas de un niño afromexicano muy alegre para abordar temas como el divorcio, el abandono parental, el clasismo y el racismo, la violencia física y la delincuencia infantil.

Juan Alvarado reconoce que la tecnología ha facilitado y multiplicado la labor de los dibujantes; antes, recuerda, no eran muchos los profesionales dedicados a este oficio; su talento es nato, tenía un pulso perfecto; pero lo perfeccionó con un maestro, Otón Luna.

Con toda su experiencia, ve a México y sus cambios con mucho amor y muchas oportunidades para las nuevas generaciones, sobre todo a los moneros de hoy, a quienes aconseja comprometerse con el oficio, con mucha pasión y mucha práctica.

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