- Carta de la Editora
- Nelly García
- ngarcia@latitud21.com.mx
En Quintana Roo, y en general en la Península de Yucatán, cada vez son más frecuentes los apagones eléctricos. Las instancias encargadas no dan explicaciones, o si acaso, a veces un tanto inverosímiles. Lo cierto es que nuevamente hay señales de una crisis energética.
En tanto, la escalada de precios de combustibles y demás insumos continúan impactando el bolsillo de la población en general y ya se habla de escasez de productos.
En el norte del país, el gobierno federal decretó como asunto de seguridad nacional el asunto de la carencia de agua en Nuevo León; esto quiere decir que se dispondrá temporalmente del líquido concesionado a industriales para que sea destinada, en un lapso de seis meses, al uso doméstico de la población de Monterrey y su zona conurbada, donde más se resienten las afectaciones de la sequía.
Y si echamos un vistazo fuera de nuestras fronteras, aquí cerca, en La Habana, capital de Cuba, comenzará este mes con cortes de electricidad, cancelaron el carnaval y están tomando otras medidas ante el empeoramiento de la crisis energética del país.
La crisis de diversos productos, principalmente granos, también repercute en el precio de estos alimentos básicos, pero además en el costo de la carne.
En fin, estos panoramas no son más que indicativos de que algo debemos hacer para diversificar nuestras opciones; tanto alimentarias como energéticas.
Depender de ciertos productos, de ciertas industrias, nos ata y condiciona nuestra supervivencia y la paz mundial.
Hoy más que nunca es primordial redefinir nuestro entorno y los procesos que rigen la vida cotidiana, tanto en el campo como en la ciudad. Estamos a tiempo, pero hace falta mucha voluntad; desde casa podemos hacer un uso más racionalizado de todo lo que tenemos a nuestro alcance. No se vale que porque en el sureste y la península de Yucatán hoy haya mucha agua, esto sea pretexto para malgastarla o peor aún, contaminarla. Y si hablamos de la energía eléctrica, evidentemente en una zona con tanta inmigración de ciudades del país y el extranjero, en busca de una mejor calidad de vida, la sobrepoblación nos obliga a hacer un mejor uso de los recursos.
La responsabilidad es de todos; empecemos en lo individual y en lo familiar, porque está probado que cambios pequeños, en cadena, generan enormes beneficios.
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