Lic. Miguel Ramón Martín Azueta / político y empresario
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En el último año se rompieron paradigmas y se crearon nuevas oportunidades y, a pesar de la vehemencia con que se espera este 2021, esto no es un borrón y cuenta nueva.
La sinergia en las festividades y confianza en la vacuna provocaron olas de contagios que ocasionaron restricciones, y lo que sigue para los hoteles este año es prácticamente una reapertura, iniciar con nuevas cuentas y una nueva base corporativa, midiendo la elasticidad del mercado, en la búsqueda del mix perfecto.
El momento es crítico, puesto que, si se toman decisiones precipitadas, sólo veremos un cúmulo de plazas en guerra de tarifas, malbaratando productos; las estrategias pueriles tendrán una repercusión que ninguna vacuna resolverá, por lo que la unión entre empresas será el cenit de las acciones en el turismo.
Además, en los meses que duró el confinamiento en el malhadado año 2020 que apenas terminó, y aún en la crisis que se vino con tremenda fuerza en el estado de Quintana Roo como producto de la caída en picada del sector turístico, fue común ver a muchos suspirantes a cualquier puesto público, hacer hasta lo imposible por estar seguidamente en los reflectores, en moverse como truchas en estanques para que se hable de ellos en redes por su don de gente, por su amor “desinteresado” al pueblo, y su solidaridad cuando la pandemia había roto los amarres de una frágil economía monodependiente del turismo en la región.
Ahora vemos en Quintana Roo proyectos del Gobierno de México, en especial el Tren Maya; y el plan sexenal del puente en Cancún en la Laguna Nichupté (data la primera propuesta del mandato de Mario Ernesto Villanueva Madrid). Es el momento de impulsar otros sectores de la economía y concretar la diversificación tan anhelada.
Son nuevos retos, nuevas opciones y oportunidades en un estado que siempre ha sabido sacar ventaja de la adversidad.