Mirada Empresarial: Inna German Gómez presidencia@ccedelcaribe.com
El diccionario la define como: el estado de un enfermo en proceso de recuperación. Me gusta la palabra, me gusta la esperanza que trae consigo. Podríamos decir que estoy convaleciente de la gordura, si realmente me aplico a querer bajar de peso, aunque nuestro periodo de convalecencia dure mucho, pero mucho tiempo.
Pero hay enfermedades del alma humana, como por ejemplo la discriminación; y le llamo enfermedad porque es algo de lo que nos infectamos a corta edad y se va agravando con el paso del tiempo.
¿Por qué es una enfermedad del alma?. El alma la entiendo yo, desde un muy personal punto de vista, como la conciencia que tenemos cada ser humano, esa conexión eléctrico-química que nos permite sentimientos tan increíbles como el amor, la empatía, la compasión; pero así como existen sentimientos positivos también existen sentimientos negativos, siempre en la naturaleza las cosas se dan en balanza; sentimientos como odio y envidia.
La discriminación es un sentimiento de odio mezclado con miedo. ¿Por qué un niño empieza a odiar a su compañero de banca porque el color de su piel es diferente? ¿O por qué empieza a ver por arriba del hombro a las mujeres? ¿O por qué atribuye a su creencia religiosa su inclinación al crimen?. Preguntas muy simples de responder: simplemente porque alguien le dijo que así debía ser.
Los niños tienen abiertas todas sus conexiones cuando son pequeños, deben aprender tantas cosas y más les vale que sea rápido para poder entrar en un esquema social.
Es así que aprenden a través de la observación directa de la conducta de los miembros de su familia el cómo comportarse hacia otros miembros de la sociedad extendida a la que pertenecen. Pero si esa conducta tiene actitudes enfermas que contaminan sus sentimientos con ideas de odio, envidia y superioridad, terminan creando a una persona que aprendió cabalmente a discriminar a otros.
No puedo decir que la humanidad se encuentra convaleciente de la discriminación, a pesar de todos los esfuerzos, los memes, los videos, las pláticas y programas de apoyo tanto gubernamentales como sociales.
No lo puedo decir, porque para poder estar en ese estado todos deberíamos no querer enfermarnos más; sin embargo, sigo oyendo comentarios como: ´no te juntes con él (ella) porque es morenita’, ‘no te cases con él o ella porque no practica nuestra religión’, ‘tenía que ser mujer para pensar esas tonterías’.
Dentro de mis múltiples lecturas de novelas históricas veo a la humanidad comportándose siempre igual, entre guerras y matanzas. Discriminando a unos y otros, discriminando la vida humana.
Quintana Roo, siendo un estado tan joven y en el que hasta hace poco no teníamos problemas de inseguridad, estamos viviendo uno de los momentos más difíciles e inseguros: robos a casas, robos en la calle, muertos.
Este nivel de violencia no es exclusivo de nuestro estado, pero nos duele más porque no estábamos acostumbrados a verlo tan cerca; pero en nuestra mente seguimos discriminando al pensar, ´eso le pasa a otros, o seguro le pasó a esa persona porque anda en malos pasos´.
Tenemos que poner manos a la obra y si queremos componer el rumbo sentarnos un momento como sociedad y entrar en un periodo de convalecencia, debemos curarnos de esa mala enfermedad llamada ‘discriminación’.