Pero más allá de ese gran milagro, sin duda es el milagro económico el más asombroso tras su desarrollo intelectual poblacional, que sitúa actualmente a la India en la quinta economía mundial en términos de paridad y de poder adquisitivo, con un PIB de 4.06 billones de dólares desde 2010; un país atractivo para inversores internacionales por su diversificada economía; el mayor país exportador de tecnología, software e incluso de profesionales en servicios informáticos y financieros altamente cualificados en los cinco continentes, como es el caso del Dr. Raghupati Singhania, presidente de JK Tyre & Industries Ltd, quien ocupa nuestra portada del mes de agosto.
La dinastía del Dr. Singhania es un referente que bien define la historia empresarial de la India desde hace 125 años, cuando empezó su trayectoria en el área comercial. Desde entonces generaciones de los Singhania vivieron períodos de bonanzas, conquistas, oscurantismo y represión. La colonización de la India congeló por una centuria su desarrollo natural, pero su liberación a partir del gandhinismo propició un aceleramiento también de manera natural que hoy sitúan a la India como una de las economías emergentes con mayor crecimiento, 7% anual desde 1997, y la empresa bajo esta dinastía no desertó en el intento y continúa jugando un papel protagónico.
JK Organización, de la que es miembro la empresa llantera JK Tyre & Industries Ltd, participa en varios rubros, todos ellos con presencia mundial: en el sector de neumáticos, en el comercial, e incluso en el turístico, y México ha sido incluyente en su expansión por el Nuevo Mundo, en el que han concentrado su estrategia para despegar por toda América Latina.
El éxito de la dinastía Singhania tiene que ver con el ABC del milagro hindú: la diversificación, no obstante de aún permanecer antiguas políticas, que sin embargo han permitido un equilibrio en el desarrollo de muchos sectores: el agrícola, el artesanal, el industrial, el comercial, el tecnológico y el de servicios, gracias también a la privatización de empresas públicas y a la disminución de controles para las inversiones extranjeras desde la década de los 90.
El ABC del milagro hindú no es nada ajeno al que debiera aplicarse en México. Ambas naciones tenemos similitudes históricas, de conquistas, discriminaciones -mucho antes de Trump-, atropellos a los derechos humanos, e incluso por una centuria, a faltas en la educación y la formación profesional. México ahí se ha trabado, y por seguir con viejas políticas partidistas que no le han permitido una posición respetable dentro de las economías mundiales. Hemos ganado terreno sí como economía emergente. También como territorio promisorio para inversores potenciales como el actor de nuestra portada. Impera el optimismo, pero debiera imperar la educación como un método no violento para conseguir un desarrollo intelectual poblacional que permita nuestro crecimiento en sectores tan olvidados como el agrícola, por ejemplo.
Y al igual que la India, ponernos como desafío reducir las desigualdades económicas y sociales, pues en ambas tierras la pobreza continúa siendo un problema a pesar de su disminución.