Hemos llegado al 2020 y una de las prioridades de las instancias y asociaciones mundiales preocupadas y ocupadas en generar programas para cuidar el medio ambiente, es precisamente el poder convencer y unificar criterios, y sobre todo conjuntar voluntades para que quienes habitamos el planeta tomemos conciencia del enorme daño que le hemos creado al ecosistema con nuestros hábitos, mismos que tendremos que cambiar si queremos dejarles un mundo mucho mejor a nuestros hijos o a las próximas generaciones.
En Quintana Roo como en otros estados o ciudades, se tomaron decisiones y se legislo para prohibir que las tiendas departamentales y los negocios ya no den bolsas de plástico, ya que está comprobado que mucho del daño ecológico sobre todo a nuestros mares, es por la gran cantidad de plástico que se tira o ensucia el hábitat marino.
Pero observemos que no es el plástico en sí, es la actitud que nosotros mismos tomamos en relación a este elemento, que muchas veces dejamos tirados en la playa, o permitimos que se deseche en los mares. De ahí la importancia de trabajar en nosotros, en nuestros hábitos y en nuestra cultura para empezar a cambiar y reconocer que somos nosotros quienes le estamos haciendo daño al planeta.
Hagamos un poco de historia: Cuando Sten Gustaf Thulin, inventó la bolsa de plástico, lo hizo desde la perspectiva de ayudar al planeta, pero nunca imagino que su invento generaría la magnitud de daño que ahora ha causado.
Las bolsas de plástico tardan cientos de años en descomponerse, según estimaciones. Su creador jamás imaginó o pensó que las personas las botarían luego de usarlas.
De hecho, al día de hoy, las bolsas de plástico son consideradas uno de los objetos de uso diario más dañinos para el medio ambiente.
Pero como hemos mencionado, el ingeniero que las inventó hace más de cuatro décadas tenía una meta muy diferente. Sten Gustaf Thulin (1914 – 2006) quería crear un producto accesible y que ante todo, tuviera un impacto positivo en el planeta.
Nosotros seguimos queriendo ayudar viendo hacia fuera, y para lograr hacer un verdadero cambio debemos empezar por nosotros mismos y desde nuestra casa, enseñarles a nuestros hijos hábitos diferentes a los que nosotros tenemos, hablarles de la real situación y sin caer en dramatismos dejarles claro que hoy la situación es verdaderamente alarmante y que tenemos que hacer cosas que procuren un cuidado diferente al medio ambiente.
Por lo pronto, ¡vamos a poner de moda, llevar nuestro morral clásico cuando vamos por el súper!