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India: envidia de la buena

¿ Por qué nosotros no, caray? Preguntó con frustración mi querida amiga Xóchitl cuando le adelanté en una comida el contenido de esta columna. Conviene voltear a mirar de cuando en cuando a aquellos países cuyo desempeño económico parece sensiblemente mejor al de México, para buscar aquellos aspectos que pudieran explicar, en alguna medida, por qué ellos sí consiguen esos logros de crecimiento y desarrollo y nosotros no.

En esta ocasión, invito a mis lectores a echar una mirada a la pujante economía de la India, cuyo PIB creció 7.1%, respecto al 2.3% mexicano durante 2016, y en particular a una medida que ha llamado mi atención, relacionada con la implantación de un Impuesto General a las Ventas de Bienes y Servicios, conocido como GST (Goods and Services Tax).

Dicho gravamen me parece que sería equivalente a aquel impuesto generalizado al consumo que, aparentemente, formaba parte del proyecto económico de la administración de Enrique Peña Nieto y el cual fue, desafortunadamente a mi parecer, descartado en lo que pudo ser una negociación con la oposición para sacar adelante otras importantes reformas estructurales. Veamos el contexto económico en que esta medida es adoptada por el Parlamento indio.

Empecemos por señalar que estamos hablando de una economía que, según un estudio publicado por la consultora PWC, habrá de ocupar en 2040 el segundo lugar a nivel mundial, solo por debajo de China y, desde luego, superando a Estados Unidos. Ese mismo informe prevé un crecimiento del PIB indio entre 2017 y 2050 del orden de 4.9% en promedio, lo que haría que la India represente en 2050, 15% de la economía mundial, el doble de lo actual.

El crecimiento previsto de la población será un factor importante para explicar el crecimiento esperado, pero no será ni el único ni el más importante, ya que el incremento en la productividad, derivado de cambio tecnológico, representa el mayor estímulo.

Este panorama no solo sugiere que se han hecho las cosas muy bien, sino que se acompaña ahora de esta reforma fiscal que busca fortalecer la recaudación y, por ende, la capacidad del país de llevar a cabo las inversiones sociales y en infraestructura necesarias para sostener un crecimiento de esas dimensiones y que se traduzca en un mayor desarrollo.

El Parlamento indio aprobó la ley del Goods and Services Tax  en agosto de 2016, y entró en vigor el 1 de julio de 2017. Esta reforma busca reemplazar los impuestos estatales, que hacían que las empresas enfrentaran diversas reglas fiscales.

Uno de los objetivos de esta reforma consiste en cambiar el bajo número de declaraciones de impuestos de los ciudadanos, ya que solo cuatro por ciento paga impuestos directos según The Economist, asignando mayor peso a un impuesto indirecto al consumo, y simplificando y digitalizando el pago.

El GST es un impuesto indirecto al consumo con tasas variables según el tipo de bien (a diferencia de la tasa de 16% del IVA mexicano y sus exenciones). Alrededor de siete por ciento de los bienes en la economía tienen una exención de 100%, mientras que 31% de los bienes poseen un impuesto reducido de entre cinco y 12%. La mayoría de los productos (43%) poseen un impuesto de 18%, mientras que el impuesto más alto de 28% aplica a 19% de los bienes en la economía. Por ejemplo, la exención de 100% a bienes aplica a cereales, lácteos y sal, mientras que el impuesto de cinco por ciento aplica al azúcar, café, medicinas y aceites. Los jugos, bebidas y productos azucarados poseen un impuesto de 12%. En cambio, la tasa común de 18% se aplica a productos como jabones, fibras, aceites y productos manufacturados. Por último, la tasa más alta de 28% se aplica a grandes bienes manufacturados como automóviles y bienes de lujo.

En el caso de servicios se plantean tres niveles: en el primero una exención de 100% a servicios educativos, de salud, residencial y hoteleros con precios menores a mil rupias (294 pesos). En el segundo nivel se cobra cinco por ciento de impuestos sobre servicios de transporte como boletos de tren y de avión, así como a espacios publicitarios. En el siguiente nivel se cobra de 10 a 12% sobre el precio de servicios de telecom, financieros, restaurantes y hoteles con precios entre las mil y siete mil 500 rupias. Por último, la tarifa más alta de 28% se cobra sobre los boletos de cine, juegos y sorteos y hoteles con precios mayores a las siete mil 500 rupias.

Hoy en día México tiene la recaudación más baja entre los países de la OCDE, y está por debajo del promedio latinoamericano de recaudación como porcentaje del PIB, con alrededor de 18%. Si bien estos han aumentado con la Reforma Fiscal, aún es necesario mirar otros modelos recaudatorios. Tal es el caso de India, país que con la adecuada voluntad política ha puesto en marcha las reformas necesarias para aprovechar los recursos del periodo de crecimiento en el que se encuentra y al mismo tiempo reducir los costos para hacer negocios. ¡Bien por la India!

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