Revista Latitud 21

La nueva cara de la filantropía

La cultura de la donación es y seguirá siendo un factor de arraigo tanto en las grandes corporaciones empresariales y el sector en su conjunto como en la población en general, sobre todo en tiempos actuales, en los que la problemática social en diversos ámbitos va en aumento.

Sin embargo, la dinámica demanda la necesidad de contar con nuevas herramientas, elementos de medición y calificación que permitan definir de la mejor manera a quién y cómo se hará la donación, para que el recurso tenga el mejor impacto posible.

Es aquí donde encaja la primera calificadora social de América Latina, Filantrofilia, cuya misión es maximizar el impacto de la filantropía en México mediante la calificación, profesionalización y vinculación de las organizaciones sin fines de lucro.

Filantrofilia se constituyó legalmente en 2009 e inició operaciones en 2010. En México tiene oficinas en la ciudad capital, en Monterrey y en Cancún -para cubrir la región Sureste-, que se instaló en julio 2012. A la fecha, la también asociación civil ya calificó a 280 organizaciones sociales en el país.

Filantrofilia tiene entre sus clientes a la organización civil Transformar Educando, de la que se habló en la edición de julio de Latitud 21, y cuyo objetivo es llevar beneficios a las comunidades de Puerto Aventuras, Chemuyil y Akumal a través de capacitación laboral, talleres y asesoría psicológica.

Anita Gallagher, encargada del área de Comunicación y Proyectos de Filantrofilia en Cancún, explicó que poco se sabe de Transformar Educando, aunque trabaja desde hace muchos años en la Riviera Maya, “se enfocaron en hacer bien el trabajo, pero les  faltó atender el tema de la comunicación. El trabajo habla por sí mismo, pero es necesario darle más visibilidad para que las empresas y el público tengan bases sólidas a la hora de decidir hacer su donación.

“En el Cancún de hace 20 años había pocas organizaciones, pero hoy son muchas causas, muchos problemas sociales, entonces la decisión de a quién, cómo dono y la seguridad de que mi dinero será bien utilizado es muy importante a la hora de tomar decisiones, y Filantrofilia contribuye con eso a través de sus herramientas”, señala.

Explica que las actividades de la calificadora social se diseñaron para incidir en la construcción de una nueva cultura filantrópica en México y abarcan servicio de calificación, consultoría y proyectos de calificación a la medida para organizaciones donantes, plataforma de donativos en línea a través de  Filantrofilia.org y el Instituto Filantrofilia, entre otros.

“La calificación es un reflejo fiel y objetivo de la situación en la que se encuentra la organización, e incluye recomendaciones específicas para que la institución crezca en un corto y mediano plazo. Y se basa en la parte social y el desarrollo institucional, metodología que se perfecciona desde hace ya unos cuatro años”, indica.

“A diferencia de otras calificadoras, en Filantrofilia la calificación es presencial y es coordinada por un equipo de evaluadores y a cargo de un Evaluador Senior, específicamente diseñada para las organizaciones  mexicanas, y logra un equilibrio entre profundidad y practicidad”, comenta.

Al concluir la calificación, que es anualizada, la organización recibe su certificado de calificación y sellos electrónicos, reporte de calificación con diagnóstico personalizado del nivel de desarrollo institucional e impacto social, líneas de acción prioritaria y recomendaciones a corto plazo, participación en filantrofilia.org y #DonaConConfianza, además de mayores posibilidades para atraer donativos institucionales.

Gallagher señaló que Filantrofilia es una empresa sin fines de lucro y tienen acuerdos con los miembros del consejo, con quienes cubren gastos operativos, pero también cobran una cuota de recuperación por cada servicio.

En Monterrey, dijo, el promedio es de 30 a 35 mil pesos, donde la dinámica económica es diferente y aquí tratamos de obtener subsidios o becas.  Transformar Educando entendió el valor del servicio e importancia de pasar a una segunda etapa de vida. Se abren nuevas puertas al crecimiento y al final es una inversión. Lo mismo sucede con Huellas de Pan, organización que se recalificó al entender el valor del servicio.

Reconoce que hay organizaciones que no tienen suficientes recursos para aplicar, pero para ellos se buscan apoyos, como el que lograron el año pasado con OHL, que permitieron que Centinelas de Agua, Centro de Equinoterapia y Rotarios se certificaran, lo que al final “es un círculo virtuoso”.

Anita Gallagher concluyó que la decisión de abrir oficina en Cancún se atribuyó a la visión de hacer presencia a nivel nacional. “No podemos dar servicio presencial si no lo tenemos, y apostamos por Cancún, ya que aquí hay mucha filantropía de segundo nivel, no tan desarrollada como en otros lados, pero con mucho potencial.  Esperamos que los líderes de las fundaciones y empresas de esta ciudad puedan también hacer uso de las calificaciones publicadas en www.filantrofilia.org para guiar sus acciones de apoyo a la comunidad y lograr mayor impacto a través de sus acciones filantrópicas”.


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