Desde que tengo memoria, en términos laborales y más específicamente tratándose de relaciones con el aparato gubernamental, he escuchado consistentemente que no hay recursos, es decir que somos pobres siempre, o mejor dicho que nuestros gobiernos por razones que desconozco siempre están carentes de recursos.
No importa el proyecto que les vayas a presentar, no significa nada el alcance, el impacto o el beneficio para la población, la respuesta siempre es la misma, no hay recursos. Tampoco importa la época, el periodo gubernamental, si es tiempo de elecciones o no, si hay crisis o hay bonanza, el discurso es siempre el mismo, no hay recursos.
Pero dejémonos ya de proyectos que como iniciativa privada se le pudieran presentar al sector oficial, y pensemos simplemente en los servicios básicos de infraestructura, salud, educación y seguridad que, entre otros, demanda la población, y que ante la insuficiencia de éstos la respuesta oficial es casi siempre la misma, no hay recursos suficientes.
El tema es enfermante, casi patético, pues no se concibe que siempre estemos en semejante y paupérrimo estado y que no haya explicaciones lógicas ante tan lamentable y deplorable situación.
En el caso de Quintana Roo, por ejemplo, me llama mucho la atención que por una parte se anuncien cifras espectaculares en materia de derrama turística y se reconozca que aportamos el 47% de las divisas que por concepto de turismo se generan en todo el país, y que nuestros números de ocupación hotelera sean los mejores de todo México y Latinoamérica, pero a la par no sea posible cumplir con los compromisos más básicos y elementales de las universidades públicas de la entidad.
Me llama la atención y hasta me molesta cuando asisto a reuniones, consejos técnicos o similares en los que algún funcionario justifica la falta de asignación de recursos en tiempo y forma a determinada institución, diciendo que “todos sabemos que la situación es difícil”, o frases como “es conocido de todos que no hay recursos, y no es privativo de esta institución”. Me perturba, me molesta, por decir lo menos, porque honestamente no sabemos y no tenemos idea de por qué no hay recursos. Esos funcionarios lo dicen no sé si ignorantemente, con desfachatez, con sorna, o con estupidez, pero el hecho es que el común de los mortales ni compartimos eso de “todos sabemos”, ni sabemos por qué no hay recursos, ni entendemos las causas, toda vez que nunca nos han sido explicadas a plenitud y satisfacción.
Yo veo que en Quintana Roo los empresarios pagan impuestos federales, estatales y municipales, y veo también que en su mayoría son serios y cumplidos. Veo también que el pago del tres por ciento de impuesto al hospedaje se realiza cumplidamente desde hace muchos años, y que hoy significa más de 150 millones de pesos al año, solamente en Cancún, y observo que en general nuestra economía, cuando menos en este estado, ha mejorado sustancialmente; sin embargo, atestiguo también con tristeza que la respuesta oficial sigue siendo la misma, “no hay recursos”…
Veo que los porcentajes de ocupación turística de Cancún y Riviera Maya son los mejores de la historia y así se declara oficialmente, que cada vez tenemos mayor diversificación de mercados y que somos ejemplo a seguir en desarrollo turístico, pero no puedo entender que las universidades públicas estén casi en quiebra, que a los funcionarios públicos se les adeuden remuneraciones y que hacia al interior nos digan que estamos en crisis. Pues, ¿qué está pasando?..
Conozco algunas respuestas oficiales, como la de que “el huracán Wilma en 2005 nos dejó en quiebra”, la crisis de la influenza en 2009 y desde luego la crisis económica internacional, que arrancó en 2008 y de la que nos libramos cuando menos en Quintana Roo hasta el 2012, y también conozco algunas teorías populares que hablan de algunos financiamientos, que no voy a mencionar y que nos tienen en donde estamos, pero el tema en suma es que una vez más y como siempre “no hay recursos”…
¿Hasta cuándo? ¿Qué hacemos…?