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Presupuesto turístico

¡Cuidado! Es la única exportación a prueba de ‘muros’.

Mi muy estimado Chucho Silva Herzog suele decir que debió haber sido secretario de Turismo antes de serlo de Hacienda y Crédito Público, pues habría entendido mejor las importantes razones que existen para apoyar con más presupuesto al sector turístico, que tradicionalmente  navega contracorriente en los temas de recursos públicos.

Quienes fuimos secretarios de Turismo vivimos la difícil experiencia de batallar contra los responsables de la Hacienda Pública, para hacerles entender que el turismo no se produce por una especia de generación espontánea, como bien lo dijo Francisco Madrid recientemente en un artículo de El Universal, sino que depende en buena medida de un amplio conjunto de políticas públicas que requieren, al igual que otras, de recursos financieros públicos. El colmo de los colmos en cuanto a ignorancia sobre el tema lo vivió el sector turístico cuando Felipe Calderón planteó la idea de terminar con la misma Secretaría de Turismo. A ese grado puede llegar la miopía de quienes toman las decisiones más importantes para el turismo en el país.

Miopía que espero sea temporal en el caso del actual gobierno de la República o que por lo menos no contagie al Poder Legislativo al elaborarse el presupuesto definitivo para el 2017. Me explico. En el Proyecto de Presupuesto para 2017 se plantea una reducción de 32.9% frente al presupuesto 2016 y de 52.3% si lo comparamos con el solicitado para 2015, reducción que, además, se concentra en los recursos que se transfieren a los estados.

Entiendo las razones para hacer un ajuste presupuestal de estas proporciones. Comprendo bien que la estabilidad macroeconómica depende en buena medida del equilibrio en las finanzas públicas. Soy consciente de las consecuencias que en otros tiempos de irresponsabilidad financiera hemos vivido como país y los costos que deben pagar los más pobres ante un escenario de inflación descontrolada.

Lo que no puedo entender es la desproporción en las cifras de gasto público cuando se habla de un sector que genera el 8.5% del PIB y que podría generar en 2017 más de 20 mmdd para nuestra lastimada balanza de pagos, la cual nos muestra que mientras la petrolera es deficitaria ya en alrededor de 10 mmdd, la turística es superavitaria en más de cinco mil.

Un sector que emplea a 3.5 millones de personas y al mayor número de jóvenes (de esos que ante la falta de oportunidades son cooptados por el crimen organizado), y que es el segundo empleador de mujeres. Un sector en el que se genera la única exportación que se salva de cualquier muro fronterizo o medida proteccionista. Podrá impedirse el paso de un huacal de naranjas a los EU, pero no detenerse a la familia que viajará a Cancún a beberse un delicioso vaso de jugo de naranja contemplando el incomparable azul del Mar Caribe.

Es cierto que la actividad turística no se realiza directamente debido a la acción del presupuesto que se asigna a la Sectur y que, en ese sentido, probablemente impacta más el presupuesto de la SCT en infraestructura carretera, portuaria o aeroportuaria o el destinado a garantizar la seguridad en los destinos turísticos, o la que facilita los trámites de Migración o aduanas. Pero el presupuesto del sector se vuelve estratégico cuando se destina precisamente a la promoción de nuestro país en el exterior o a transferir recursos a los estados precisamente para afinar y fortalecer los atractivos de los destinos turísticos, como por ejemplo los Pueblos Mágicos (cuyo presupuesto sufre una disminución de más del 70%).

Asimismo,  algo que se ha vuelto mi obsesión es la imperiosa necesidad de lograr aumentar el gasto promedio por turista que nos visita, y esto se logra solo mediante el desarrollo de producto turístico, como el programa de Pueblos Mágicos (¡el más afectado!), que nos hacen un destino único en comparación con otros.

Situaciones como ésta deben forzar a la imaginación y creatividad. No tengo idea de lo que en cuanto a promoción piensa hacer Lourdes Behró, y más vale que sea algo de gran visión pues los problemas de imagen pueden lastimar seriamente al turismo. Haga lo que haga, me imagino que fortalecerá fórmulas que permitan convocar y concertar a otros participantes, cosa que hoy sucede tímidamente. Y en cuanto a recursos disponibles desaprovechados, Enrique de la Madrid deberá echar un ojo a los provenientes del Impuesto al Hospedaje, al DNI y a otras fuentes como las que se utilizan en otros países. A eso lo obligará el hecho de que presupuestalmente el monto para Turismo propuesto para 2017 sea menor al 0.10% del presupuesto de egresos total. Esa es la penosa realidad.

 

 

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