“El desarrollo del turismo sostenible debe ser ecológicamente sostenible a largo plazo, económicamente viable, así como éticamente y socialmente equitativo” (BRESCE, 2009).
Una estrategia de desarrollo comienza a sobresalir desde hace no menos de una década en los destinos turísticos de México, y en especial en los de Quintana Roo. Cada vez se tiene más la conciencia de que es mejor conservar los ecosistemas con planes de impacto y mitigación mínimos que seguir el modelo de destrucción que caracterizó a la mayoría de proyectos turísticos de fines del siglo pasado.
Esto ha sido posible gracias a la voluntad de un reducido grupo de visionarios empresarios que además fomentan prácticas inclusivas con beneficios para los habitantes de las comunidades en donde instalan sus proyectos.
Pero aún falta mucho por hacer en materia de turismo sustentable y social. Seguir ejemplos de países como Costa Rica, que se ha convertido en el paraíso del turismo sustentable gracias a políticas gubernamentales que fomentan principios de conservación, el uso de energías limpias y, sobre todo, el bienestar de la población y el impulso de las comunidades.
Aunque Cancún, como lo reconoce en entrevista para la revista Latitud 21, Flavia Roberta Cortez, presidenta de la Secretaría para las Américas de la Organización Internacional de Turismo Social (OITS), basó su modelo en el viejo esquema depredador de los años 60 y 70 del siglo pasado, ahora, tras ese terrible aprendizaje, se enfoca a lo “social, ético y solidario”.
Es de reconocer que el modelo ha cambiado principalmente gracias a que los turistas, en especial los millennials, exigen cada vez más experiencias en destinos que incluyen lo ético y responsable.
Aunque si de compromiso social hablamos, la cadena de restaurantes Toks lo representa bien. Actualmente pasa por un proceso de renovación de su infraestructura y ha puesto a sus unidades nuevamente en el gusto de los comensales. El director de Responsabilidad Social de esa cadena perteneciente al Grupo Gigante, Gustavo Pérez, revela que desde el año 2003 se estableció el Proyecto Productivo, por el que suman a localidades que reúnen estándares de calidad de la cadena. El 20 por ciento de sus insumos provienen de productores y proveedores rurales.
La producción local y artesanal no nos deja de sorprender. En Puerto Morelos una pequeña empresa ya cosecha éxitos a través de la innovación. Mermeladas de Luz, con sus siete sabores “exóticos”, mira hacia el mercado nacional, y también al internacional.
Pero si de innovación se trata, la empresa alemana Wibit se voló la barda, al obtener de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) el permiso para operar Float Fun Cancún, un concepto de juegos inflables en el mar para la diversión de chicos y grandes.
La empresa tapatía Float Fun Entertainment instaló estos juegos acuáticos en plataformas inflables portátiles, en Playa Langosta, y solo utiliza 25% de la superficie de los tres mil 500 metros cuadrados que tiene para su proyecto. Hasta el momento no hay quien le compita.
Y por cierto, el mes pasado entró en operaciones una cadena de gasolineras en Cancún: la inglesa Gulf se sumó así a La Gas, Oxxo Gas y Pemex como seria competidora en el recién mercado abierto de los energéticos.
Por último, la empresa belga Regus incursiona en suelo quintanarroense con su primer centro de negocios que se sumará a la red de tres mil 200 que tiene en 120 países. La directora ejecutiva de la subsidiaria en México, Mónica Sansores, explica a Latitud 21 que tienen en la mira a profesionistas independientes, así como a pequeñas y medianas empresas, para que ocupen sus espacios que ofrecen desde salas de juntas, hasta oficinas privadas en la exclusiva zona de moda: Punta Cancún.