Nuestro país juega ahora (por cierto con gran éxito) en ligas mayores, ahora más sofisticadas y competitivas, en las que los participantes están dispuestos a echar mano de lo que sea para ganarse a los turistas internacionales. Es ahora tan grande el pastel turístico mundial que la codicia se despierta y todo aquel que tenga un mínimo de posibilidades de éxito va a luchar para quedarse con una buena rebanada. Y no es para menos, si consideramos que pocos sectores prometen un crecimiento cercano al 100% en los próximos 20 años, con lo que ello significa en creación de empleos (la mayoría para jóvenes y mujeres) o en desarrollo regional.
México tiene justificadas razones para ver con optimismo su futuro en este sector económico. Varios años ya de crecer a doble dígito sustentan esas buenas expectativas. Mientras en otros sectores hay duda acerca del crecimiento futuro, en el turismo es todo lo contrario. En lo que va de esta administración los visitantes internacionales a México crecieron más de 35%, alcanzándose en 2015 la cifra de más de 32 millones de turistas internacionales, con una derrama superior a los 17 mil mdd.
Sin duda estamos en la cresta de una ola de prosperidad en este sector, y las preguntas que nos hacemos todos es cuánto tiempo más durará o qué es lo que debemos hacer para prolongarla por varios años. Las respuestas son muchas, pero sin duda alguna el tema de la promoción cobra una importancia central. ¿A quién venderle? ¿Cómo venderle? ¿Con qué herramientas o medios promocionales? ¿Qué mensaje transmitir para generar su interés en visitarnos? ¿Cómo contrarrestar posibles problemas derivados de noticias negativas que abonan en una mala imagen? ¿Cómo ganarle la partida al competidor? El éxito para triunfar dependerá de las respuestas a estas preguntas.
Lo que vimos en el reciente Tianguis Turístico fueron respuestas acertadas. Pudimos constatar que hay conciencia de que en este sector también opera la regla de oro en los negocios: el que no arriesga, no gana, y aquel que no recurre a la innovación está condenado a fracasar. Por ello lució tan bien un formato diferente en este Tianguis 2016, apartado de la ortodoxia de esos actos políticos de presídiums y podios. Fresco, sin acartonamientos y protocolos excesivos. Con un lugar adaptado en forma amable para no hacer tediosa la espera o el acceso a la sala.
Enrique de la Madrid tuvo claro que si no se arriesgaba y se quedaba atrapado en la costumbre corría el riesgo de no impactar, como lo hizo, a representantes ¡de 79 países! No quiero ni imaginar las batallas que deben darse contra las estructuras establecidas que prefieren seguir por el camino probado (y “seguro”) y no experimentar. Debe ser desgastante, pero me queda claro que valió la pena. Por lo menos yo me sentí animado de pensar que nos podemos contar entre los que hacen las cosas con mentalidad moderna y ganadora y no timorata o tímida. Así se gana en el ámbito turístico internacional.
El producto interno bruto del turismo se compone en un 80% del turismo doméstico, y por ello es relevante el lanzamiento del movimiento ´Viajemos todos por México´ que se originó en la indicación que hace un año diera el presidente Peña Nieto para que se diseñara una Estrategia Nacional de Turismo Social, la cual hiciera posible que muchos mexicanos que no pueden viajar lo hagan.
Como resultado de dicha indicación, De la Madrid propuso al presidente un movimiento (no un programa gubernamental) que posibilitara que quien hoy no puede viajar lo haga, y que aquel que ya lo hace lo pueda hacer mucho más. Un movimiento que, a mi parecer, marcará un parteaguas en el desarrollo turístico de México. Una estrategia calificada por la misma Organización Mundial de Turismo (OMT) como innovadora, que utilizará la capacidad ociosa del sector (asientos de avión o autobús vacíos o habitaciones desocupadas) para armar paquetes que hagan accesible la experiencia del viaje para todos. Un verdadero ejemplo de productividad en el que queda demostrado que, sin depender de recursos fiscales adicionales, haciendo las cosas de manera diferente, se puede hacer mucho más con lo mismo, que es a final de cuentas el reto de la productividad.