Revista Latitud 21

Dragon Mart y las inversiones extranjeras

cancún "revista latitud21" latitud21 "Caribe Mexicano" latitud 21 "Grupo editorial Latitud21"En principio deberíamos estar todos de acuerdo en que es bueno fomentar la inversión extranjera en nuestro país, porque genera empleos, porque implica inyección de divisas a la economía local y porque en general fomenta interacciones económicas, sociales y culturales que en teoría enriquecen a los municipios en donde se da esta inversión, a los estados y al país en general.

Sin embargo, esta inversión debe verse con cautela cuando ello implique el eventual desplazamiento no sólo de la mano de obra local sino del comercio y las economías que prevalecen en la zona.

Antes de entrar en el fenómeno chino analicemos lo que ocurre con otras inversiones en Quintana Roo y otros estados. Es verdad que las inversiones hoteleras, por ejemplo, han generado un significativo número de empleos, y que contribuyen a la economía local de manera importante, pero hay que analizar también que las integraciones verticales que representan en muchos casos han reducido a la mínima expresión el beneficio económico para la región.

Algunas de las cadenas europeas, sin citar nombres, generan la venta de paquetes turísticos en el lugar de origen del capital; los turistas viajan en vuelos chárter operados por la misma mayorista, son recibidos por el operador local que pertenece al mismo grupo y son alojados en el hotel construido con el capital de origen.

En cuanto a la generación de empleos, en muchos casos el personal de altos niveles e incluso de mandos medios es también europeo, con lo que el beneficio para la región en este rubro se limita al personal operativo en su mayoría del más bajo nivel.

Si bien hay cadenas hoteleras que han invertido en esquemas de vivienda para sus trabajadores, la práctica común ha sido que el peso y costo social de esta demanda recaiga en los gobiernos locales. Durante muchos años, Cancún, por ejemplo, ha sido el gran soporte de vivienda para trabajadores del municipio de Solidaridad (Playa del Carmen), con la tremenda carga que ello implica para la ciudad.

Pero el tema es más grave aún, ya que esta desvinculación económica con la zona que acoge la inversión se produce desde la etapa constructiva. No sólo ingenieros y arquitectos son extranjeros, sino que todos, absolutamente todos los insumos para la construcción son importados, gracias a acuerdos y exenciones fiscales que incentivan al constructor europeo para comprar todo en su país. Desde puertas y ventanas, pasando por ductos, equipos de enfriamiento y hasta cablería, soportes y tornillos, todo es producto de importación.

Bajo este escenario uno se pregunta, ¿cuál es entonces el verdadero beneficio de este tipo de inversión extranjera?

No todas las cadenas hoteleras europeas o norteamericanas operan igual, hay que decirlo, y existen desde luego algunas con mayor conciencia y responsabilidad social; sin embargo, el modelo descrito ha prevalecido en el destino y nosotros lo hemos permitido. Correspondería al estado regular este tipo de inversiones y establecer el marco legal que permita un desarrollo sustentable o sostenible,  que genere beneficios económicos y sociales en condiciones equilibradas para la región receptora de las inversiones.

En tales circunstancias resulta aún más cuestionable el proyecto Dragon Mart, en donde el escenario se repite de igual forma que en los casos antes citados pero de manera exponencial, y con el agravante del tremendo e irreversible impacto al medio ambiente.

México necesita generar un ambiente de negocios que fomente y estimule la competitividad de los productos mexicanos, y que enriquezca las alianzas estratégicas que nos permitan mejorar nuestros niveles de productividad y eficiencia. Un proyecto como el Dragon Mart sólo fomenta y estimula la competitividad de los productos y comerciantes chinos, dejando totalmente fuera al productor y comerciante mexicano.

La generación de empleos será totalmente para chinos y la demanda de vivienda y servicios de éstos será totalmente resuelta por el mismo proyecto, dejando sin oportunidad de negocios a posibles inversores o desarrolladores mexicanos.

Se sabe de buenas fuentes que quien está detrás del monstruoso proyecto es el Estado chino, con el apoyo del más grande banco del mundo, también chino.

El tema hotelero está resuelto también hacia el interior del proyecto, lo que deja fuera cualquier posibilidad de negocio turístico para la hotelería de Quintana Roo.

En cuanto al impacto medioambiental, más allá de aquel que implica el proyecto per sé al devastar más de 500 hectáreas en la zona de Puerto Morelos, está también aquel que generará la enorme infraestructura de apoyo que demandará el proyecto. Caminos de acceso, redes de suministro, desechos sólidos y en general una enorme infraestructura que sin duda implica impacto al medio ambiente, en una zona en la que aún hoy se puede pensar en desarrollo de ecoturismo y en el apoyo a comunidades que podrían verse beneficiadas de la actividad turística de manera sustentable.

El Dragon Mart se ha visto beneficiado con una eficiencia y efectividad en tramitología como no se da comúnmente para empresas y proyectos mexicanos. Exenciones de impuestos, prórrogas, precios preferentes en la tierra y una serie de facilidades que sin duda son alicientes para la inversión extranjera, pero en un proyecto que lamentablemente no sólo dejaría beneficios mínimos a la región sino tremendos impactos de consecuencias irreversibles.

El Dragon Mart fomentará también inevitablemente la xenofobia, sobre todo cuando son del mundo conocidas las prácticas del gobierno chino, sus tremendas restricciones para hacer negocios en ese país y lo poco solidarios que han sido en eventos importantes, como lo fue por ejemplo la crisis de la influenza en el año 2009.

México, y Quintana Roo en este caso, debe estimular sí la inversión extranjera, pero debe establecer reglas claras del juego y desarrollar un marco regulatorio que dé confianza pero que estimule y fomente al mismo tiempo el desarrollo de la propia economía local.

Deberían regularse, para éste y para todos los casos de inversión extranjera, temas como la obligatoriedad de desarrollar vivienda digna; generación de empleos que incluyan de manera equilibrada y participativa a los locales; fomento y estímulo para los constructores y desarrolladores locales tratándose de inversiones extranjeras y un esquema tributario que implique responsabilidad social, entre otros.

Si fuera así, yo diría bienvenidos los chinos, de otra manera nos vamos a quedar milando…

Cualquier comentario con esta columna que por el momento dice NO a la muralla china, favor de dirigirlo a: sgrubiera@acticonsultores.com

[editor]cuarto-de-huespedes[/editor]

Sergio González
  • Al buen entendedor
  • Presidente de la AMATUR
  • Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones "Vital"
  •  sgrubiera@acticonsultores.com
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