En el marco de la COP 13 y en el evento paralelo llamado Protegiendo a la Selva, expertos nacionales e internacionales, plantearon las oportunidades y retos en la conservación de la Selva Maya, sus recursos naturales, biodiversidad y patrimonio cultural.
Andrew Rhodes Espinoza, Director General de Desarrollo Institucional y Promoción, destacó que es importante mantener la conectividad y promover el manejo integrado de paisaje incluyendo a las Áreas Naturales Protegidas pues no deben circunscribirse a los límites de un país ya que las especies y los ecosistemas no tienen fronteras.
Ricardo Gómez, Director de la Región Península de Yucatán y Caribe Mexicano de la CONANP se congratuló por esta iniciativa y explicó que en México la CONANP trabaja en la creación de corredores biológicos que permitan la conectividad tanto terrestre como marina y, en el caso de la selva maya se trabaja en conectar desde la Reserva de la Biosfera de Sian Ka´an, el Área de Protección de Flora y Fauna Bala’an K’aax, la Reserva de la Biosfera Calakmul hacia los macizos forestales de Guatemala y Belice.
Dijo que para lograr un desarrollo sustentable de nuestras selvas, se debe tomar ejemplos de las prácticas ancestrales de los mayas que han vivido cientos de años en estos territorios y han convivido con sus recursos naturales.
Un ejemplo dijo es el caso de Calakmul, donde producen la miel que se obtiene de los acahuales, práctica ancestral y recurso importante para la apicultura ya que al ser vegetación secundaria tiene floración diversa.
Finalmente, Ricardo Gómez enfatizó que continuarán trabajando de la mano con GIZ, KFW y UICN, y reconoció la labor del gobierno alemán con países como Belice, Guatemala y México, en el esfuerzo por conservar las funciones ecosistémicas y los valores culturales de la Selva Maya, promoviendo el bienestar de su gente y manteniendo su contribución global de bienes y servicios ambientales.
La Selva Maya es un bloque estratégico de ecosistemas naturales relevante globalmente en procesos de adaptación y mitigación al cambio climático. Este paisaje, que abarca 42,300 kilómetros cuadrados en un corredor de áreas naturales protegidas en las que las categorías de manejo convergen en un continuo geográfico, que en algunos casos está separado por límites internacionales.