El sector hotelero nacional está por lograr que el Congreso avale una iniciativa por la cual se fije más de un impuesto a las plataformas de hospedaje.
Esta medida, apoyada por el titular de Turismo, Miguel Torruco Marqués, pone nuevamente en la arena de la discusión su legalidad, sobre todo porque ante la pérdida del Consejo de Promoción Turística de México se busca etiquetar el posible ingreso fiscal de las plataformas para la promoción de los destinos turísticos nacionales en el mundo.
En febrero pasado, Torruco Marqués aseguró que fiscalizar a las plataformas de hospedaje buscaría fortalecer a los estados mediante el Impuesto al Hospedaje -que en Quintana Roo ya se cobra- y se hagan de recursos para la promoción.
Además, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público haría los ajustes para el cobro de los impuestos al Valor Agregado y Sobre la Renta, y adicionalmente se abriría la puerta para que los municipios cobren el impuesto predial, basura y distintas licencias que impone la tramitología municipal.
La premisa impositiva es que se presume una ‘evasión fiscal’, sin tomar en cuenta que ante este tipo de economías colaborativas las leyes van años atrás, un ‘error’ que desde el Congreso se quiere enmendar.
Falta aún lo que tengan que responder las distintas plataformas digitales de hospedaje que operan en México, desde sus áreas jurídicas.
Pero como siempre sucede en México, las cosas no siempre son parejas cuando se habla de tasar con impuestos a determinados negocios.
En nuestro país hay evasores fiscales que sin operar en plataformas tecnológicas han gozado de impunidad. En el transporte de alquiler, por ejemplo, el poder de los sindicatos de taxistas ha sido más eficaz con sus medidas poco ortodoxas de presión.
Hay entidades de la República Mexicana en donde estos gremios han empujado a los gobernadores a enviar iniciativas a los congresos locales para impedir el arribo de plataformas tecnológicas, incluso contra la voluntad de la ciudadanía, que tiene el derecho a elegir el transporte por el que paga.
La fuerte presión que ejercen los consorcios hoteleros para que las plataformas paguen por considerarlas un competidor desleal tampoco tienen un buen sustento. El consumidor que opta por las rentas vacacionales busca otro tipo de experiencia a la que brindan los hoteles.
En primer lugar, busca la cultura local, que ofrece entre otras cosas conocer el barrio de un destino turístico; también busca la convivencia con la gente local, que incluye hábitos y costumbres. Además, la derrama económica hacia los negocios locales es mucho mayor.
Los hoteles también tienen lo suyo: grandes conceptos, instalados en los lugares más hermosos de una localidad, y ofrecen un servicio excepcional, el mejor del mundo.
El dinero de la promoción no va a regresar con ideas como la de fiscalizar a las plataformas. Se requiere de un cambio de mentalidad, incluso de tejer alianzas, para que el turismo dé para todas las opciones porque al final lo que importa son esas opciones que el turista tiene para viajar a los distintos destinos de México.