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Artesanía: oportunidad y compromiso

Por María Teresa Ejea

Antropóloga social

El pasado 14 de septiembre se presentaron ante el Congreso del Estado de Quintana Roo dos iniciativas de ley para el fomento y la protección de las artesanías en la entidad. Ambas iniciativas pretenden, grosso modo, promover el valor cultural de los objetos, beneficiar económicamente a sus productores, reconocer la autoría de las creaciones y responder a la demanda del mercado, siendo el turístico uno de los más importantes.

¿Cómo incumbe esto a los diversos sectores de la sociedad? ¿Cómo incumbe, por ejemplo, al sector empresarial de la región? Es probable que quien lea estas líneas tenga en mente alguna respuesta; sería interesante compartirla. Por el momento, partiendo de una premisa, diré cinco cosas.

Premisa: Comencemos por reconocer que las artesanías son objetos con cualidades distintivas y, por ello, al comercializarlas o adquirirlas para nuestro uso, debemos cifrar su valor en pesos, no teniendo como referencia productos similares de corte industrial. Las artesanías incorporan predominantemente trabajo manual, en muchas de ellas se recuperan materiales naturales de la región, la mayoría tiene un valor estético además del funcional y llevan impreso en su diseño el sello quintanarroense, resultado de la confluencia de diversas tradiciones culturales.

1) Las cualidades señaladas hacen de las artesanías piezas atractivas en ciertos circuitos de mercado. Por eso, si son consideradas oportunidad de negocio, no hay que dejar fuera a sus creadores; la unión es posible si todos los participantes en la cadena de producción-circulación- distribución reciben beneficios monetarios de manera equitativa.

2) Se podría, a la par, contribuir a la conservación de la biodiversidad regional, creando fondos que apoyen proyectos desarrollados por colectivos de artesanos, dirigidos a la renovación y conservación de las materias primas naturales locales que se emplean. Este tipo de inversiones traería provecho para todos.

3) La innovación en los productos es primordial, impulsémosla apoyando talleres y laboratorios experimentales, en los cuales creadores tradicionales y creadores académicos intercambien saberes y experiencias -de manera horizontal- generando nuevas ideas, técnicas, modelos, diseños, paletas de color; fusionando cánones tradicionales y contemporáneos.  

4) Comprometámonos con el reconocimiento de la autoría. Si se comercializan o si se emplea parcialmente el trabajo de artesanos en piezas que se comercialicen, al vender el producto inclúyasele una referencia sobre la persona que lo creó o que participó en su diseño o creación. Asimismo, si se retoman elementos técnicos, de diseño o cualquier otro elemento distintivo de determinadas piezas para crear otras, en estas últimas inclúyase una referencia sobre la localidad o la persona que inspiró la creación.   

5) La Secretaría de Desarrollo Económico del Estado registra que 80% de quienes elaboran artesanías en Quintana Roo son mujeres; agregaré que la mayoría de ellas habita en zonas rurales. Reconozcamos el trabajo que estas mujeres dignifican, el papel crucial que juegan al dar continuidad a los conocimientos, valores y prácticas identitarias propias, y su compromiso con el bienestar de su entorno social y natural.

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