Rubén Cortés
Periodista y escritor
Twitter @Ruben_Cortes
Dos meses antes de entregar la administración, el gobierno anterior desmanteló una red de empresas mexicanas que vendía alimentos caducos a Nicolás Maduro, y éste los revendía 100 veces más caros a los venezolanos.
Casi dos años después, el gobierno actual (aliado de la dictadura madurista) decidió no imponer sanciones penales ni bloquear cuentas bancarias a las empresas mexicanas cuyos envíos eran trasladados por la guerrilla comunista colombiana.
Estados Unidos, en cambio, sí sancionó y bloqueó los activos a empresas radicadas aquí (Libre Abordo, Schlager Business Group y otras bajo su control) por participar en un complot de evasión de sus sanciones a la dictadura de Maduro.
Así es que Venezuela sigue siendo el único caso en el cual el gobierno de México no cede ante Washington, lo que indica los niveles de compromiso ideológico, al menos, que ha establecido con la satrapía.
Sí, porque el gobierno de México aflojó ante Trump en todo, hasta en arriar una de las banderas humanas y éticas que enarboló como grupo político autoubicado a la izquierda: el derecho a la migración de todas las personas en busca de un mundo mejor.
A pedido de Trump, a cambio de la aprobación del T-MEC que (antes de ser aprobado con este nombre) en el primer año de este gobierno le reportó 614 mil 500 millones de dólares, aún como el TLC que consiguió en 1994 el coco de este presidente, Carlos Salinas.
La necesidad del dinero americano llevó al mandatario mexicano a apoyar a Trump en su discurso antiinmigración y contra las minorías, en medio de la mayor ola de turbulencia racial en Estados Unidos desde el asesinato de Martin Luther King en 1968.
Y mantener sellada su frontera Sur, con 21 mil soldados, y la Norte con 15 mil. Sólo durante la pandemia, México ha expulsado a más de tres mil 653 inmigrantes, lo cual le ha representado la calificación pública de “sobresaliente” por parte de Trump.
Pero la dictadura de Venezuela parece sagrada para este gobierno, al no importarle estar solo en la OEA votando siempre a favor de Maduro en condenas por lanzar al Ejército contra manifestantes y por implantar un gobierno sin elecciones libres ni partidos políticos.
Y ahora, perdonó a las empresas mexicanas y sus representantes que traficaban comida con la dictadura: Kosmos, El Sardinero, Almacenes Vaca, Rice&Beans, Bonobox, Jaifar Comercial y Delmar Logística, entre otras según Excélsior en su portada de antier.
El contrabando lo estableció aquí el empresario venezolano Santiago Uzcátegui, quien entró en mayo de 2017 en una avioneta privada de matrícula N254FG y registró la empresa Group Grand Limited, S.A. de C.V.
Con Venezuela, seguimos la diplomacia de “nada veo, nada oigo”.
- Canela fina
- Periodista y escritor
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