Llevaba varios días pensando sobre qué trataría mi columna cuando me sorprendió por completo y me invadió la tristeza al enterarme del fallecimiento de mi colega, amigo y maestro Sigfrido Paz Paredes. La noticia me cayó de sopetón, como se dice, no sólo no la esperaba sino que tenía planes de hacerle una llamada a Sigfrido para concertar un café que teníamos pendiente hace un tiempo, para además de componer el mundo, hablar sobre el posible y acariciado proyecto, al menos para mí, de escribir sus memorias.
Confieso que hace mucho no me sentía tan triste por la partida de alguien, la emoción me ganó, las lágrimas se hicieron evidentes y el sentimiento de saber que no pude despedirme de él y hablar de tantas cosas importantes, en las cuales su consejo hubiera sido fundamental, me dejaron en un estado extraño, por decir lo menos.
Mis encuentros con Sigfrido fueron siempre de calidad, más que de cantidad, sus palabras eran cortas pero sus pensamientos muy largos, sus frases siempre cargadas de humor y picardía le ponían ese sabor alegre a cualquier conversación con él. Va a ser muy difícil escribir sus memorias, será un proyecto largo y acucioso, que implica investigación, estudio y sobre todo análisis del tremendo pensamiento de Sigfrido Paz Paredes, pero lo vamos a lograr.
Varias veces me dijo: “Alguna vez fuiste una joya”, o algo así… en alusión a mi apellido Rubi…era. En marzo del año pasado la Asociación Mexicana de Estudios Superiores de Turismo (Amestur), gracias a la postulación que hiciera la rectora Leslie Hendricks, nos entregó, al gran Sigfrido y a quien esto escribe, un Reconocimiento por nuestros aportes al turismo. Cuando acudimos a la entrega nos saludamos con el afecto de siempre y Sigfrido me dijo al saludarme, palabras más palabras menos, lo siguiente: “Cuando me dicen que me van a hacer un reconocimiento, a mi edad,supongo que será médico”…
Y luego en su discurso al recibir la distinción, habló como siempre claro y contundente acerca de la importancia de la formación y la capacitación en los destinos turísticos, refiriéndose a los inicios de Cancún. Durante el X Foro Nacional de Turismo que se llevó a cabo recientemente en la Riviera Maya, Sigfrido habló con elocuencia sobre las barreras en el tema de la aviación y la conectividad y recuerdo aún sus palabras, que desde ese día me estuvieron sonando para abordar el hecho con mayor profundidad o por lo menos incluirlo en este espacio. Decía el Maestro más o menos: “Cuando hicimos Cancún le dijimos al presidente, ´ahora faltarán hoteles y nadie quiere invertir aquí’, y nos dijo. ´pues formen una empresa hotelera´, y se creó Nacional Hotelera; le dijimos, ´hay que crear libre tránsito para que las aerolíneas puedan volar con libertad a Cancún´, y se dieron las facilidades”, y resumía Sigfrido que lo que se hizo en los 70´s fue derribar las barreras y los obstáculos para que detonara el turismo, y se preguntaba en voz alta: “Por qué no se puede hacer lo mismo hoy”. ¿?… Sigfrido estaba convencido de que la industria turística está hoy en día llena de obstáculos que no permiten su desarrollo, y de que falta voluntad política para lograrlo plenamente.
La última vez que lo vi fue el día en que celebramos el día del Agente de Viajes, el pasado 9 de julio; le hice un reconocimiento público con gran cariño, pero mientras hablaba en el micrófono no me percaté de que se había marchado del salón. Lo esperé para repetir mis palabras, pero no regresó. Al día siguiente le escribí un correo para contárselo y me lo agradeció con cariño. Reproduzco a continuación el texto íntegro de ambos correos que afortunadamente conservo:“Mi querido Sergio, gracias por tus palabras y una disculpa por salirme antes, tenía toda la intención de acompañarte en ese evento tan especial pero un dolor en mi espalda no me permitió disfrutar el momento. Celebro mucho el que estés al frente de los agentes de viajes y te deseo todo el éxito, y por tu capacidad sé que así será. Un abrazo. Sigfrido”