Con más de 20 años en Cancún y otro tanto perteneciente a Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), Ari Adler conoce a fondo el crecimiento del sector, sus retos y necesidades. Ya sea de forma independiente o liderando proyectos de empresas, apuesta siempre por el trabajo en equipo, por ser competidores en el mercado, pero a la vez compartir información y tácticas para ser más fuertes como gremio. Desde 2018 está al frente de la delegación Quintana Roo y le ha tocado enfrentar una situación difícil y abonar a la reactivación tras la crisis por la pandemia.
Regulación y confianza
“Independientemente de la seriedad de cada empresa afiliada, desde que compramos un terreno hasta que se titula la primera vivienda, tenemos que cumplir con 94 trámites, tardamos hasta dos a tres años, también tenemos una regulación muy estricta por parte del Infonavit y una relación muy cercana con los bancos, así que cumplimos con todos los lineamientos, ofrecemos garantías, servicios, calidad, certeza jurídica y tranquilidad patrimonial; la mayoría de los derechohabientes solo compran una casa en su vida, y lo hacen a través de nosotros, entonces nos tomamos muy en serio ese papel.
“Formamos parte de consejos catastrales, de desarrollo urbano, cámaras empresariales y colegios, para aportar nuestra experiencia y aprender de las buenas prácticas de otros. Incluso trabajamos de cerca con las autoridades para apoyar en los POES y PDU; quizá somos una agrupación muy poco conocida pero sí somos muy activos y nos gusta participar donde nos lo permiten”.
Más allá de las viviendas
“Nosotros no sólo hacemos vivienda, hacemos ciudades; 30-40% de la mancha urbana del estado la ha hecho Canadevi; hablamos de vialidades de acceso, infraestructura para el agua, colectores, calles y avenidas; las casas es el producto final, pero desarrollamos todo lo que va debajo y en el entorno; donamos terrenos y edificamos estaciones de bomberos, escuelas, parques, en fin, tratamos de que las áreas comunes y exteriores de los hogares sean más amigables.
“La demanda en Q. Roo es sana, consideramos que hay un déficit de vivienda de 150 mil unidades, es un número muy difícil de alcanzar, si consideramos que tenemos un bono demográfico permanente, pero la mitad de demanda no puede ser atendida porque no se puede llegar al mercado con costos por debajo de 450 mil pesos.
“Veo mucho potencial todavía, sobre todo ahora, porque la gente se dio cuenta que no tiene necesidad de ir a la oficina todos los días y también de que no tiene necesidad de vivir hacinados en las grandes ciudades, si tienes una cierta capacidad económica puedes manejar tu negocio, abrir tu ventana y ver verde y si tienes más dinero puedes ver azul. En el país hay lugares como Q. Roo y Yucatán que ofrecen calidad de vida y están siendo beneficiados por compradores potenciales. Creo que va a venir un boom muy interesante en todos los nichos de mercado”.
Planear mejor destinos emergentes
“Cancún fue increíblemente exitoso, perfectamente planeado para 250 mil habitantes, pero fue víctima de su propio éxito; pero llegaron los problemas de densificación, a Cancún le tocó 50 años, a Playa 20 y a Tulum le está tomando 5 o 10. El problema ha sido eso, hemos sido tan exitosos como destinos que hemos rebasado cualquier proyección, las autoridades ya se dieron cuenta que hay que hacer planeación a 20 o 30 años, ahora los están haciendo con una visión más larga. Yo veo con agrado que en zonas como Bacalar o Puerto Morelos se están tomando en cuenta estos detalles.
“El sector cambió a partir de la pandemia, ya no se puede planear casas sin un espacio para home office; y hacia afuera igual, la ciudad es un organismo que también debe tener transformaciones, permitir una mejor convivencia con los vecinos y el entorno, más verticalidad para brindar mejores servicios; al final, la ciudad es una gran casa para muchas personas.