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Revista Latitud 21
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Eduardo Albor

  • Carta del Presidente
  • ealbor@latitud21.com.mx
  •     @eduardoalbor

Cien años de soledad

por 2 julio, 2020

Carta del Presidente

Eduardo Albor

ealbor@latitud21.com.mx

Cuando iniciamos esta cuarentena me preguntaba una de mis hijas si era cuarentena porque nos tendríamos que quedar cuarenta días encerrados en casa; pregunta que de manera natural e irreflexiva me hizo y que de la misma manera me sacó una carcajada. 

Una de los mayores placeres en mi vida fue leer “Cien Años de Soledad, esa obra de arte de la literatura americana que inmortalizó a Gabriel García Márquez, hijo de Colombia pero adoptado mexicano. Cien años de Soledad me llevó tres meses leerla, pues era largo el viaje al mundo mágico de Macondo, pero más largo el regreso al mundo real.

Macondo, ese pueblo de 20 casas fundado por José Arcadio Buendía, al oeste de la Sierra Nevada y en las cercanías de la caribeña ciudad de Santa Marta en Colombia, es una representación de la América con sabor a café y cuna del realismo mágico de Gabo.
La primera vez que escuché la expresión de realismo mágico, se me hizo lo más absurdo e ilógico, una expresión irónica y sarcástica que busca mezclar el agua con el aceite, pues la realidad es la antítesis de la magia, y la magia, lo opuesto al realismo. Pero necesitaba descubrir o entender qué es el realismo mágico, por lo que me embarqué en el viaje a Macondo pensando que leer “Cien Años de Soledad” me ayudaría a entender este estilo de literatura que me resultó fascinante.

“Cien Años de Soledad” te lleva a un mundo surrealista, donde los espíritus son tan reales como mágicos los personajes. En verdad que me llevaría cien años explicar lo que es realismo mágico, aun leyendo “Cien Años de Soledad”, pero me llevaría mucho menos tiempo explicarlo si viajamos al Macondo de mi corazón, mi adorable México.

No se me ocurre nada más parecido a Macondo que México, la verdadera tierra del realismo mágico de América, en donde las mariposas son monarcas, los chapulines son héroes, los amantes se convierten en volcanes dormidos y la santa muerte encabeza los desfiles más vivos y coloridos de nuestra cultura. Un pueblo de héroes anónimos que luchan enmascarados en un cuadrilátero, como los médicos y enfermeras que luchan por salvar vidas con la protección de una estampita del Niño Jesús o un billete de dos dólares. México, ese gran país que me vio nacer hace 53 años, al mismo tiempo que la novela “Cien Años de Soledad”, es la auténtica inspiración del realismo mágico. Su magia sobrepasa la realidad y la realidad sobrepasa la fantasía.

Este primer día de julio del año de nuestro Señor 2020 entra en vigor el T-MEC, el tratado comercial más grande del mundo, que une tres grandes economías y que sustituye al Tratado de Libre Comercio (TLC) que hace 26 años suscribieron los mismos países. El T-MEC llega como respuesta a la embestida que hace Donald Trump a México y al TLC, y es el resultado de muchas miles de horas de trabajo de grandes mexicanos que defendieron nuestra nación de lo que hubiera sido un enorme colapso económico y se enfrentaron al presidente Trump, como el pequeño David lo hizo con el filisteo Goliath. El T-MEC debería haber sido ese avión Boeing 787 que llevaría a nuestro Macondo a volar grandes alturas, pero como diría nuestro héroe nacional, el “Chapulín Colorado”, no contábamos con la astucia de nuestro presidente mexicano, ese hombre que en lugar de tomar el control de esta gran nave y volar a los nuevos horizontes de un mundo global, decidió rifar ese avión y con ese dinero concluir la inconclusa obra de un tren que, hace ya casi 120 años iniciara Porfirio Díaz y con el cambio que sobre de la rifa comprar un par de zapatos a los ya casi 90 millones de pobres que viven en Macondo. Ese presidente que como no le gusta volar, decidió cortar las alas al águila real, símbolo de nuestra patria, para convertirnos en gusano de maguey.

Queríamos ser como Ícaro y volar alto, muy alto, pero ni siquiera nos dejaron intentarlo y alzar vuelo. Mejor se canceló el aeropuerto para que no volemos pues, ese personaje de Palacio Nacional, que nunca aprendió ni siquiera a hablar, decidió que volar es una ambición terrenal que nos aleja de lo espiritual. Toda esta gran tragedia mexicana, que haría lucir las tragedias griegas de Sófocles como lindas películas de Disney, inicia precisamente hace dos años, en un primer día del mes de julio. Un día que siempre recordaremos y que, como el 19 de septiembre que recordamos la tragedia de dos grandes temblores, quedará marcado en el calendario mexicano como un día donde la bandera mexicana deberá de ondear a media asta. El 1 de julio de 2018 es el día de la infamia y así será recordado por muchas generaciones mexicanas, como el primer día de nuestros cien años de soledad.

Eduardo Albor

La nueva normalidad

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 junio, 2020

Carta del Presidente

Eduardo Albor

ealbor@latitud21.com.mx

Cuando iniciamos esta cuarentena me preguntaba una de mis hijas si era cuarentena porque nos tendríamos que quedar cuarenta días encerrados en casa; pregunta que de manera natural e irreflexiva me hizo y que de la misma manera me sacó una carcajada. 

-No hija, ¿cómo crees? sólo un par de semanas o tres a lo más-, fue mi respuesta.  Ahora que escribo esto vuelvo a reírme, pues ya en unos días será “bicuarentena” la que llevamos, y con eso de que lo que diga López-Gatell créele la mitad, me parece que llegaremos a centena y ya veremos.

Pero en este conteo sólo cuentan los días perdidos, y creo que esos son muy pocos, si alguno. Por supuesto que ha sido complicado este proceso para todos; para algunos más y para otros menos difícil; especialmente por la incertidumbre, ignorar tiempos y lo que nos espera luego, lo que será la “nueva normalidad”.

Por supuesto que este tiempo dejará huella en muchos de nosotros y grandes enseñanzas. Y es que no necesariamente las huellas son imborrables ni mucho menos negativas. El tiempo todo lo cura, decía mi papá, y estoy convencido de esto. Son muchos los hábitos que habremos de modificar y ajustar a la nueva normalidad, incluyendo la forma de transportarnos, de trabajar, de socializar y de divertirnos. Será diferente, al menos por un rato, pero lo más importante es que cambiarán también nuestras prioridades y la manera de valorar nuestro tiempo y nuestro entorno.

Comparadas con muchas especies, el ser humano es el que más limitaciones tiene. El ser humano no es la especie más veloz, ni la más grande, ni la más fuerte ni la más ágil, ni la más noble. Es la más dependiente de otro ser cuando nace. Es imposible sobrevivir los primeros años de su vida sin el apoyo de otro ser que lo alimente, que lo cuide y proteja. Son muchas sus limitaciones, pero posiblemente lo que ha permitido su sobrevivencia, a pesar del mismo ser humano, es su capacidad de adaptación. Esto es lo que ha permitido sobrevivir a muchas otras especies que se han extinguido y lo que permite al ser humano controlar su vida y su entorno. Y esta no será la excepción. Posiblemente será el catalizador que más rápido y profundo acelere nuestra evolución y en menos tiempo. 

En su libro “La evolución de las especies”, Charles Darwin explicaba cómo la sobrevivencia dependía de la rapidez a la que las especies responden y se adaptan a los cambios en su entorno y de su ambiente. Los sobrevivientes de esta pandemia podremos contar a nuestros descendientes no nacidos o que por su edad no recuerden, cómo el mundo entero se paralizó casi por completo durante muchos días y todo lo que en este tiempo vivimos, y que más parece una historia apocalíptica que una realidad surrealista. Y cuando lo hagamos, contando a nuestros hijos o nietos en la noche sus historias favoritas del 2020, seguramente nos preguntarán “¿verdad que eso que cuentas es una fantasía, verdad que es un cuento chino?” Y con una gran carcajada asentiremos con la cabeza antes de decir, “hijo, creo que ya es hora de dormir”.

A buen entendedor, pocas palabras

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 mayo, 2020

Eduardo Albor

ealbor@latitud21.com.mx

Latitud 21 celebra 17 años de su primera edición. Con una clara misión de reconocer y promover el emprendimiento y la libre empresa en la latitud 21, donde se asienta Cancún, esta revista se perfilaba por supuesto como algo natural, en una ciudad planeada y desarrollada en conjunto con la iniciativa privada. 

En sus cincuenta años de vida, Cancún ha sido escenario de muchas historias de emprendimiento exitoso. Cancún ha sido cuna de grandes empresas que se convirtieron en el motor del turismo de este país y que posteriormente sería replicado en otros destinos en México, como Los Cabos, Huatulco, Loreto y Riviera Nayarit, por mencionar algunos, e inclusive en otros destinos del Caribe y de América.

En todos estos casos, la clave del éxito fue y ha sido el que la agencia de gobierno promotora de este desarrollo trabajara de la mano y con recursos y talento de la iniciativa privada, quien arriesgó no solo su capital sino también su residencia y su familia, al embarcarse en esta aventura llamada Cancún.

Y como este modelo, pudiéramos mencionar algunos otros de éxito en América y en el mundo, como lo ha sido Orlando en la Florida, Las Vegas en el estado de Nevada, ambos en los Estados Unidos, o Dubai y Qatar en Medio Oriente. En todos estos casos, con el apoyo y la iniciativa del gobierno, pero siempre con el empuje y los recursos de los inversionistas, que con ello no solo generan fuentes de empleo sino también recursos para el sitio y el país en donde se desarrollaron.

Sin embargo, aun siendo estos los modelos más recientes que ejemplifican los beneficios que genera esta fórmula gobierno – empresarios, podemos remontarnos hace 5000 años a Babilonia en la región de la Mesopotamia, a Luxor en la antigua Egipto y a Venecia en Europa, que se convirtieron en importantes asentamientos por ser el centro comercial de su región.

Y es que emprender negocios no es parte de un modelo neoliberal que inventara Adam Smith, John Lock o Benjamin Franklin. Para nada. Esto no es más que parte de la naturaleza humana, que busca siempre cómo superarse, cómo evolucionar, cómo servir y desarrollarse dentro de una comunidad.

Desafortunadamente, vemos en los últimos meses, con gran pesar y decepción, que bajo el amparo de supuestamente defender al pueblo, el gobierno federal de nuestro país pretende limitar y restringir la naturaleza emprendedora de los ciudadanos, al querer culparnos de las desgracias y de la miseria de ese pueblo que en realidad ha sido traicionado y engañado por el mismo gobierno. 

Es verdaderamente un crimen ver cómo el gobierno de México, de nuevo, pretende imponer en su pueblo su criterio, para manipular su opinión, y con ello mantenerse de una manera inmoral en el poder.

Es por ello que hoy, más que nunca, los empresarios debemos de estar unidos para defender el derecho que como seres humanos tenemos de emprender, superarnos y contribuir al desarrollo de nuestras comunidades y, por supuesto, demostrar con hechos más que con palabras que es con la empresa y con la iniciativa de nosotros que esta gran nación habrá de salir adelante.

Porque, al buen emprendedor, pocas palabras.

Feliz cumpleaños Cancún

por ahernandez@latitud21.com.mx 3 abril, 2020

Eduardo Albor

ealbor@latitud21.com.mx

Este 20 de abril se celebran los 50 años de esta gran ciudad que es Cancún.

Aun y cuando esto se hace oficial en el Periódico Oficial de la Federación el 10 de agosto de 1971 (que sería como el día en que te llevaron a registrar al Registro Civil, no el día en que naciste), se ha considerado el 20 de abril como la fecha oficial del inicio de Cancún, pues es cuando dan inicio las obras de construcción.

Eso hace de Cancún un Tauro. Y sin duda que Cancún es un Tauro. Los Tauro, según el zodiaco, se caracterizan por ser plácidos gran parte del tiempo, pero también impetuosos y hasta brutales cuando se enojan, como el animal que lo representa. Pertenece al elemento Tierra, con lo cual es práctico, ordenado, trabajador, ambicioso, serio y pragmático.

Así es un Tauro, así es Cancún. 

Y cumplir 50 años no es poca cosa. Y menos para una ciudad como Cancún, en donde en 50 años se ha hecho y conseguido lo que en otras ciudades con mucha más antigüedad no se ha conseguido. 

Cancún es el ejemplo de un proyecto urbano en el lugar adecuado, en el momento adecuado y con el propósito adecuado.

Yo, en lo personal, visité Cancún por primera vez hace cerca de 40 años, cuando vine con mis padres y hermanos. Recuerdo que nos quedamos en un hotel en el centro, uno de los más nuevos, el hotel Plaza Caribe, frente a la terminal del ADO. Y en varias ocasiones nos seguimos hospedando en ese hotel pues a mis papás les gustaba por la ubicación y porque a mi mamá le gustaba caminar en la avenida Tulum desde el hotel y hasta la Bodega del Teniente, lo que hoy es una tienda Chedraui en la Tulum con Cobá.

El destino finalmente me trajo a Cancún con toda la familia desde 1996, hace ya 24 años.

En mi caso, como en el de mucha gente que tomó la decisión de adoptar Cancún como su nueva casa, ha sido  esta una de las mejores decisiones que mi familia tomó y nunca, ni un solo día, me he arrepentido de esto.

Y es que un cumpleaños es una oportunidad de celebrar y dar gracias a la vida por todo lo recibido y lo no recibido, por todo lo vivido y por la gran oportunidad de seguir viviendo. Por todo lo que hemos podido dar y compartir y lo que esperamos seguir dando y compartiendo. Un cumpleaños, y más los 50 años, es oportunidad de reflexionar, de poner en práctica la sabiduría y la experiencia que te dan la vida y los años, junto con el talento, fortaleza y estamina que aún conservas. Y creo que hoy más que nunca habremos de reflexionar qué serán los próximos 50 años nuestros y de Cancún ante las circunstancias locales y mundiales que estamos viviendo con la pandemia provocada por ese virus con nombre de cerveza.

Pero existe tanta literatura generada por dicho virus, que ha vuelto, literalmente viral todo lo que se dice, inclusive para motivarnos e inspirarnos a ser mejores, por lo que decidí no hablar de esta pandemia aunque solo lo menciono, porque siempre recordaremos estos tiempos y sin duda nos habrán de marcar la vida y muchas de las acciones del resto de nuestra exitencia.

En cualquier caso, este lunes 20 de abril, todos los cancunenses tenemos que celebrar por el cumpleaños de Cancún, desde nuestras casas o donde se pueda celebrar, pero de ninguna manera dejarlo pasar sin al menos, darnos un momento para darle gracias al Señor por habernos puesto en el lugar correcto, en el momento correcto y con la gente correcta. Así de bendecidos somos.

Enhorabuena y felicidades. ¡Larga vida al Rey, larga vida a Cancún!

Aaaah, y recordemos que lo que no te mata te fortalece. Larga vida a los cancunenses también. 

Ser optimista o ser realista, esa es la cuestión

por Latitud21 Redacción 10 enero, 2020

Es duro ser optimista por naturaleza. 

Ese es mi caso. Así he sido y así ha sido por muchos años.

Y digo que es duro pues siempre esperas lo mejor y en ocasiones, frecuentemente, te llevas decepciones de la gente o de los lugares, o de los momentos o de todo esto. 

Y aunque mi naturaleza, mi ADN, es ser optimista, no por eso puedo dejar de ser realista y considerar que los grandes retos que enfrenta nuestro país me impiden del todo ser optimista. 

Aun cuando la inminente aprobación del T-MEC inyecta certidumbre a la relación comercial con nuestro principal socio comercial, no parece esto suficiente para inyectar confianza al sector empresarial con las reglas que nuestro gobierno busca imponer en muchos sectores. 

Desafortunadamente, los números que todos tenemos (o casi todos) nos hacen ver que la inseguridad va en aumento en nuestro país, y ya ni siquiera zonas tradicionalmente seguras como lo era Quintana Roo lo siguen siendo. 

Desafortunadamente, 2019 será recordado como el año más violento en la historia del país, desde 1997 que es cuando se empezó a llevar este registro, con un promedio de casi cien crímenes (denunciados, más los no denunciados). 

Y si bien el tema de la inseguridad es lo que la gran mayoría de los mexicanos mencionan como el que más nos preocupa, temas un poco más complejos pero menos evidentes también deberían de ser de gran preocupación. 

Hablo de los cambios que se están dando en las instituciones en nuestro país, que están haciendo desaparecer (en la práctica) la tan soñada división de poderes que se consagra en nuestra Constitución mexicana y por la que tanta sangre se ha derramado. 

Vemos una gran concentración de poder en un individuo, como no se veía desde el México postrevolucionario.

Pero no quiero hablar de esto ni del sombrío panorama que veo detrás de muchas reformas sociales y políticas que hemos visto en 2019 y otras más que se perfilan. 

Quiero pensar que el espíritu emprendedor de los mexicanos se convertirá, una vez más, en el motor que impulse por el camino adecuado la economía de esta gran nación. 

Es por eso que desde la trinchera de L21 seguiremos impulsando el espíritu de emprendimiento y reconociendo la labor de grandes emprendedores que siguen luchando por ese sueño que es su empresa. 

Hoy más que nunca la clase empresarial tendrá que mantenerse unida y congruente para defender y sostener los principios de una democracia que permita desarrollar nuestro espíritu emprendedor como un derecho elemental de todo ser humano. 

No es opción, tenemos que hacerlo y seguir apostando por este gran país. Porque México se lo merece y nuestros hijos lo demandan. Y claro, seguiremos siendo optimistas.

Bienvenido 2020. 

Doscientos meses de Latitud 21

por WebMaster 1 noviembre, 2019

Cancún, nuestra latitud 21, es el ejemplo de cómo el emprendimiento rinde sus frutos.

Cancún fue uno de esos raros casos donde el gobierno jugó a ser empresario con éxito.

Infratur, ahora Fonatur, un ente descentralizado del gobierno federal y administrado como un fideicomiso de promoción e inversión, fue el autor del desarrollo Cancún, mismo ejercicio que posteriormente se repetiría en otros estados de la república, como son Baja California Sur con el desarrollo de Cabo San Lucas y San José del Cabo, así como Huatulco en Oaxaca y Litibú en Nayarit, entre otros.

A punto de que Cancún cumpla 50 años y en su número 200, Latitud 21 es la revista de corte empresarial regional que más ha perdurado y que mejor ha exhibido y reconocido el emprendimiento en el lugar más cosmopolita de México.

Por supuesto que en nuestra portada hemos tenido emprendedores de diversas ramas del turismo y del comercio, tanto mexicanos como extranjeros, jóvenes y mayores, mujeres y hombres, pero todos, todos, gente con pasión por crear, pasión por emprender, pasión por Cancún.

La gran labor de Latitud 21 es no solo reconocer, sino también inspirar al emprendedor con historias de éxito contadas por sus propios autores, y es por ello que en esta edición la portada será para nuestra revista que, contando historias, hace historia.

El espíritu emprendedor de Fernando Martí, respaldado por un grupo de empresarios locales hace ya más de 16 años, es el que da origen a este sueño llamado Latitud 21, y su realización y consumación a muchas horas de trabajo de editores, fotógrafos y columnistas que, mes con mes, traen a sus lectores las noticias empresariales del momento y de la región. Cada edición representa más de dos mil horas de trabajo y de talento de nuestros colaboradores de esta casa editorial, a quienes por este medio extiendo mi más sincera felicitación por mantener vigente esta gran revista.

En 200 meses, más de 16 años y medio, son muchas las cosas que pueden ocurrir, pero lo que no ha ocurrido es dejar de tener ese mismo deseo de ser y de hacer de Latitud 21, la revista del empresario y del emprendedor. Gracias por su apoyo, gracias por mantenernos vigentes y gracias por seguir inspirando esa gran labor de crear negocios. Y ahora, vamos por otros 200 números más.

¡Enhorabuena y felicidades Latitud 21!

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