domingo, junio 29 2025 •  Latitud 21 • Emprendedores y Negocios en el Caribe Mexicano
  • Inicio
  • Secciones
    • Agenda
    • Emprendedores
    • Encuentros
    • En la 21 y otras latitudes
    • Foro Empresarial
    • Infografia
    • Libro Ecología y Espiritualidad
    • Lifestyle
    • Meridiano 87
    • Playa del Carmen
    • Portada
    • Responsabilidad social
    • Sube y Baja
    • Tech 2.1
  • Columnas de Opinión
  • Caribe Mexicano
    • Quintana Roo
    • Cancún
    • Playa del Carmen
  • Deporte y Salud
  • Ediciones Anteriores
  • Contacto
  • Otras Revistas del Grupo
Revista Latitud 21
Categoría:

Sergio González

  • Al buen entendedor
  • Presidente de la AMATUR
  • Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones «Vital»
  •  sgrubiera@acticonsultores.com

La penosa entrada al Caribe Mexicano

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 marzo, 2021

Tristemente así es; la puerta de entrada a este maravilloso destino turístico, después del aeropuerto, es el boulevard Luis Donaldo Colosio; una avenida que debiendo ser hermosa, justamente por ser el acceso a Cancún, que debiendo estar llena de hermosas palmeras, atractivas y modernas luminarias y un pavimento en condiciones, entre otras muchas características de imagen y urbanismo, lamentablemente luce deplorable.

Presidentes municipales van y vienen; cuando son candidatos se les informa del asunto, aunque es de sobra conocido; se comprometen como siempre, pero sigue siendo una verdadera vergüenza para Cancún. El pavimento es de pésima calidad, continuamente lleno de baches y las diversas administraciones municipales, apenas si aciertan a repararlo a medias con parches temporales, argumentando como siempre la trillada canción de la falta de recursos.

La publicidad espectacular que reiteradamente hemos dicho, es arcaica, obsoleta, inútil y peligrosa entre otras cosas, invade el espacio público; en la Colosio, como se le conoce, es grotesca y excesiva, con la venia y la complacencia del gobierno en sus tres niveles. Irresponsables anunciantes que contribuyen y más irresponsables los publicistas y los dueños de los espacios. El número de anuncios espectaculares, vallas y lonas en esa puerta de entrada, ya es grosero, rebasa lo razonable.

En contraste, la Universidad Tecnológica de Cancún ha realizado una encomiable dignificación de su acceso principal, dando un ejemplo de vanguardia, limpieza y orden en esa importante avenida, y de manera similar se ha aplicado la Universidad Anáhuac. Ambas casas de estudio han aportado de manera significativa a la imagen urbana, aunque esta tristemente contrasta con el vergonzante aspecto de la avenida que da la bienvenida a miles de turistas.

El boulevard Colosio, no sólo es uno de los dos accesos a Cancún, sino que es nuestra conexión con la Riviera Maya, la avenida que aloja a universidades públicas y privadas, a algunos hospitales y que por supuesto es la vía de acceso al aeropuerto.

Por todas esas razones, debería lucir impecable, vanguardista y útil. Debería ser beneficiaria de la tecnología, deberían regularse los usos de suelo a las orillas de tan importante vía; el sueño guajiro, es que estuviera bordeada de jardines y fuentes y que su camellón central luciera hermosas palmeras.

A las administraciones anteriores nunca les importó, a las actuales, está claro que les da igual y a las futuras, quién les puede creer. ¿Será entonces que tendríamos que hacerlo por nuestra cuenta?… ¿Armamos un comité pro Boulevard Colosio?…  ¿Quién le entra?  

Las pérdidas y los retos

por NellyG 4 febrero, 2021

 

sgrubiera@acticonsultores.com

 

El terrible 2020 nos dejó pérdidas sin duda; quizá enseñanzas, áreas de oportunidad para reflexionar y analizar; pero sobre todo, nos dejó pérdidas irreparables en todos sentidos.

Algunas en la naturaleza, que duda cabe, que una vez más fue devastada con huracanes, inundaciones, incendios, etcétera.

Muchas pérdidas lamentables en educación; retraso en el avance de la enseñanza, ciclos escolares perdidos, deserciones de alumnos por cuestiones de salud, económicas y hasta psicológicas; el modelo educativo en todo el mundo y especialmente en nuestros países se enfrenta ahora a la nueva realidad de la educación a distancia.

Pérdidas económicas de dimensiones insospechadas nunca antes. Despidos generalizados, quiebras y cierres de empresas, recesión por todas partes y una contracción que tardará en volver a la normalidad.

Pero sobre todo, con enorme pesar, con una tristeza que nos desgarra el alma, pérdidas humanas. Ha sido y sigue siendo muy doloroso perder amigos entrañables; yo aún tengo el corazón partido por la tristísima partida de varios muy queridos. Triste pérdida de familiares, de líderes de la comunidad, de artistas talentosos y queridos por todos, de deportistas y en general de hombres y mujeres que poblaban esta tierra, que algo bueno aportaban y que con mucho dolor no volveremos a ver, a abrazar, a escuchar. Duele el alma, sangra el corazón.

Ahora en el 2021, enfrentamos enormes retos con o sin vacuna para el malnacido Covid-19.

Familias y amigos nos tenemos que recomponer, tenemos que sacar fuerza; secar las lágrimas y salir adelante, por los que se fueron, en su honor y por los que quedan para luchar por ellos con coraje, con entereza.

Empresarios, líderes, impulsores y emprendedores, deberemos ser creativos para levantar las empresas, recuperar los empleos y lograr la tan anhelada reactivación económica, y lo más importante, solos completamente, porque no hay gobierno que funcione, que cumpla y que se comprometa, cuando menos en México.

En la educación tenemos el enorme reto de replantear los contenidos, de capacitar a los docentes para esta nueva realidad de la educación on line, de lograr mejor internet y mejor conectividad para los educandos. Es fundamental lograr iniciativas para obtener recursos del estado para el cambio y la mejora integral del modelo educativo frente al nuevo escenario. Es un reto preparar más y mejor a nuestros jóvenes.

Los retos implican unidad, consenso y trabajo en equipo, cosa nada fácil, porque se interponen en los grupos sociales y las comunidades los egos y los protagonismos, pero aún con ello, debemos salir adelante.

No podemos bajar la guardia, frente a la maldita pandemia, no podemos confiarnos y soslayar los protocolos. Esto aún no acaba.

Tenemos el corazón roto, los bolsillos mermados y el miedo persiste. Pero tenemos que sacar el coraje, la convicción, la creatividad y la fe, para salir adelante en este nuevo año lleno de retos.

Yo sigo creyendo en el turismo; es sin duda una vez más, la gran alternativa. Y creo sin duda en el amor… ¡¡Vamos a darle!!

No bajar la guardia frente al Covid

por NellyG 1 octubre, 2020

El Caribe Mexicano ha sido ejemplo de recuperación económica, por la actividad turística y desde luego por la implementación de protocolos de sanidad, sobre todo en la hotelería.

Cuando menos, esa ha sido la percepción en los mercados y es lo que han recogido diversos medios y boletines electrónicos que han puesto a los destinos del Caribe Mexicano como líderes frente a otros competidores, tanto por el número de vuelos que va en aumento como por los porcentajes de ocupación hotelera, entre otros indicadores.

Los hoteleros, en su mayoría, han sido ejemplo de buenas prácticas, especialmente en Cancún y Riviera Maya, lo cual he podido atestiguar personalmente.

Si bien hay excepciones, la mayoría ha adoptado todos los protocolos necesarios para evidenciar a los turistas que estamos preocupados por su salud y por su percepción.

Sin embargo, deben reforzarse las medidas de prevención del contagio ante la pandemia, que para nada puede decirse que ha concluido y los mensajes de alerta a toda la población.

Si bien el Gobierno del Estado ha sido insistente en el asunto, existen prestadores de servicios y recintos turísticos que no han adoptado todas las medidas necesarias o que no han logrado persuadir de manera eficiente a los usuarios.

El aeropuerto es un ejemplo de ello, sin que las autoridades parezcan ejercer presión alguna. Lo mismo ocurre con las terminales marítimas, de lo cual he podido percatarme en persona.

Y por otra parte, muchos son los testimonios de viajeros acerca de la falta de cuidado de las líneas aéreas y de que la “sana distancia” no existe en absoluto.

De no poner atención a este asunto de manera prioritaria, se corren varios riesgos: uno, que se tomen fotografías, que estas evidencien el nivel de descuido y que la mala publicidad nos lesione; y otro fundamental es el tremendo riesgo de un rebrote por nuevos contagios, lo que puede conllevar por una parte a un retroceso en el Semáforo Epidemiológico, que sería lamentable. Y por otra, sin duda, al triste escenario de decesos y poner en jaque nuevamente al sector salud.

Más que pregonar cuántas empresas se han certificado y cacarearlo, se debe poner atención en aquellas que aún no cumplen; en practicar auditorías sanitarias y en reforzar las medidas, tanto desde el sector público, como del privado. No podemos y no debemos bajo ninguna circunstancia “bajar la guardia” frente al COVID.

Ahí están en Europa y Asia, sufriendo de nuevo por los rebrotes. La gente se confió y salieron alegremente a restaurantes y bares. Las consecuencias pueden ser muy tristes.

Tomemos nota…

La alicaída Sectur y las pifias de Torruco

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 septiembre, 2020

Al buen entendedor

Sergio González Rubiera
Presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes de Quintana Roo • sgrubiera@acticonsultores.com


No se trata de criticar por criticar todo lo que hace el gobierno, sólo porque es el gobierno; se trata de que el turismo, nuestro sector, siendo la industria que más aporta al Producto Interno Bruto nacional (aunque éste ya no se mida, porque ahora habrá de medirse el estado de bienestar), siendo la actividad económica que genera más de 4 millones de empleos, entre otros tantos beneficios económicos, sociales y culturales, que ha convertido a México en potencia mundial en la materia, se encuentre en el total abandono y enfrentando el desdén oficial desde el día uno del presente sexenio.

El turismo como actividad económica y como motor de desarrollo, no sólo no ha figurado en el plan del gobierno federal, ni en el discurso oficial, con la única excepción del muy controversial Tren Maya, sino que ha sido soslayado, minimizado y se puede afirmar que hasta se ha atentado seriamente contra su desarrollo.

Se esperaría entonces la interlocución de la Secretaría de Turismo, la secretaría del sector, el ente que fuera capaz de aglutinar a las fuerzas vivas de tan importante asignatura y ser capaz de propiciar los encuentros, los debates, las alianzas entre todos los actores públicos y privados, para arribar a las mejores conclusiones y ser capaces de obtener el acuerdo presidencial en favor de una industria que puede ser la gran alternativa de desarrollo económico y generación de empleo para México.

Pero tristemente, Sectur ya no existe; la hemos perdido. 

Ya hemos dicho alguna vez en este espacio, que Torruco no puede ser un secretario de Turismo objetivo y eficaz, entre otras, por tres razones fundamentales: es soberbio y arrogante, eso no le permite escuchar; está totalmente desactualizado, no entiende nada de nuevas tecnologías, ni nuevas tendencias, eso se refleja en sus decisiones o la falta de ellas y su absoluta fe ciega y devoción por el presidente; eso no le permite proponerle, convencerle o sugerirle. 

De manera que la soberbia, desinformación y culto al líder, nos llevan a lo también ya antes dicho en estos espacios, en el turismo estamos completamente solos, e ingenuos somos si pensamos que habrá cambios, que escuchados seremos, o que novedosas y competitivas estrategias nos habrán de ser propuestas; no mis queridos ocho lectores, no, estamos irremediablemente solos en este desierto de la sinrazón gubernamental de la transformación de cuarta y creativos habremos de ser nosotros para poder avanzar, además de pacientes para esperar a que los tiempos democráticos nos lleven hacia mejores rumbos.

Al desaparecido CPTM, lo vino a “sustituir”, si es que el concepto aplica, el llamado “Consejo de la Diplomacia Turística”, que ni es consejo, ni es diplomático, y de turístico lo único que tiene es a sus integrantes, casi todos muy distinguidos y reconocidos empresarios de nuestro sector con impecables credenciales pero que, sin agenda, sin liderazgo y lo peor sin recursos, poco podrán ejecutar. 

Esas falencias en la errática conducción de la triste y casi inexistente Sectur, explican fácilmente por qué la vergonzosa fachada, contenidos y estrategia, si es que tiene alguna, del sitio conocido como Visit México. Producto del descuido y la indolencia total, siendo de lo muy poco que nos quedaba en promoción nacional e internacional se ha convertido VisitMexico en el hazmerreír de la industria.

La verdad es que por pura dignidad el secretario ya debería haber renunciado hace mucho. Para él era más una cuestión de ego, capricho y sueño personal, que un verdadero compromiso con el sector turismo. Ese, hasta hoy no se ha sentido. 

Un viaje para expulsar al demonio

por NellyG 9 agosto, 2020

Al Buen Entendedor…

Por Sergio González

Luego de varios días con el coronavirus en el cuerpo y de que los medicamentos no hicieran el efecto deseado, pues continuaba la debilidad y el decaimiento, uno de mis hijos viene con su recién comprado oxímetro portátil, para atestiguar que saturaba oxígeno al 87 / 88%, situación que los hijos consideraron grave y que ameritaba ir al hospital.

Acompañado de mis hijos y mi novia Alice, me aproximé a Hospiten, donde no había camas disponibles en terapia intensiva, sitio que a decir de todos, tenía que llegar directo. Galenia no recibía enfermos de COVID-19 y me quedaba la opción del Hospital PlayaMed.

Llegamos sobre las diez de la noche del sábado 4 de julio al citado hospital, en donde me recibieron de inmediato.
Una vez dentro, en terapia intensiva, me quité la ropa, me despojé de cartera y reloj, para entregárselos a mi hijo Sergio.

Luego de decenas de preguntas, revisión de signos vitales, muestras de sangre y demás pruebas, me sometieron a tomografía, para finalmente, cerca de las 02:00 am, ser instalado en el cuarto número 14, donde iniciarían mi tratamiento.

No entraré en los detalles de lo ocurrido en ese cuarto a partir de aquella noche, por una parte, porque no los recuerdo bien del todo y por otra, porque ello me alejaría del relato que ahora quiero contarles.

No puedo precisar qué día, qué fecha, ni a qué hora, porque al parecer no tengo registro de ello, pero según mis propios cálculos, al cabo de una semana me di de alta de aquel hospital eventualmente “curado” del COVID-19 y muy agradecido con los doctores.

Sin embargo, algo o alguien me decía que aún tenía “al demonio dentro” y me empeñé en que había que sacarlo.
Uno de mis hijos, el arquitecto Alan, me dijo que sus amigos, los hermanos Pacheco, sabían de un “brujo” milagroso que te curaba con unos mariscos o algo así. Así que emprendimos el viaje en tres pequeñas lanchitas hacia un lugar desconocido. No recuerdo sobre qué costa, ni en qué dirección navegamos hasta llegar al sitio donde nos recibieron con cocos y de inmediato algún pescado que tampoco recuerdo bien. Lo destacable es que al final nos quedaron unas espinas anchas, clavadas en alguna parte del paladar que además de incómodas producían dolor y no había manera de sacarlas. Más tarde llegó al rescate un norteamericano que en una especie de submarino nos llevaría de aquel sitio hasta la clínica de un doctor inglés que habría de extraernos las espinas aquellas.

Cruzamos una bahía para llegar a una isla exuberante, y en ella había un sitio todo de madera fina, bien acabada, que parecía una clínica de rehabilitación, operada por el doctor inglés y su hija, que se especializaban en la cura contra el COVID-19.

Luego de horas en aquel lugar, no nos inspiró confianza, ni el sitio, ni el británico y “nos escapamos”.
Finalmente, terminamos en alguna costa en medio de una especie de celebración bajo el agua, con música, bullicio y gente que nadaba-bailaba alrededor de diminutas langostas. Recuerdo con angustia que quería salir de aquel lugar, pero me resultaba imposible llegar a la costa, hasta que finalmente concluía la música, el ruido y todos salían del agua. Me sacaron cargando entre varios y decían que tenían que hacerme un tratamiento. Recuerdo que mi hijo Alan, me dijo alarmado que tenía un pedazo de cristal en un oído. Y guardo aún en la mente que me tuvieron horas en la playa temblando de frío.

Pasada la noche y ya sin frío, continuaba el plan que me había trazado con Alice de viajar a Macao. No sé cuántas horas de vuelo, ni qué clase de avión nos transportó, pero llegamos a Macao, desde donde recuerdo claramente haberle llamado a mi buen amigo el doctor Sergio Cardoso, director Médico del Hospital PlayaMed, para contarle que estábamos por allá con el propósito de “sacarme el demonio”. Mi tocayo me dijo: “pero ¿qué haces ahí? si yo ya te curé de eso acá.” le dije: “quiero asegurarme, tocayo”.

Llegamos a un hotel de lujo cerca de la playa. Nos recibieron en una palapa central muy grande y me llevaron directo a una cama cuadrangular colgante, que era como una jaula de bambú. Antes de subirme a ella, me pidieron forma de pago e identificación. Le entregué entonces mi cartera a Alice para que se ocupara, señalándole en especial mi tarjeta del Seguro GNP y mi credencial del INE.
Acto seguido, un chino me subió a la cama antes mencionada, me pusieron boca abajo y me ataron. Luego elevaron la cama que flotaba en el aire y se columpiaba suavemente. Alice y mi madre, que se había incorporado a la escena, me observaban desde la playa y yo las veía con nostalgia a través de las rendijas de bambú.

Casi de inmediato, obscureció y empecé a tener alucinaciones. Tenía múltiples visiones, todas en blanco y negro. Eran más como sombras. Veía pequeñas tribus de nativos bailando alegremente, daban muchos brincos y todos pasaban muy junto a mí. La escena cambiaba luego por mujeres negras con vestidos muy folclóricos que también bailaban sin cesar. Había también unos animalitos muy curiosos, casi simpáticos, que brincaban en dos patas avanzando siempre hacia mí. Todas las imágenes iban acompañadas con ritmo de tambores.

Eventualmente, el chino aparecía debajo de mí deslizándose como en una tabla corrediza debajo de la cama, supervisaba algo y se desaparecía de nuevo deslizándose; sus movimientos eran muy rápidos.
Parecía que el chino era el responsable de cambiar las escenas que alucinaba, porque de repente hacía un movimiento fugaz y la cama flotaba hacia un interior del hotel, como a un gran lobby y la escena era instrumentos musicales como de una gran banda, todos en sombras negras y en miniatura. Esa escena duraba muy poco, pero se repitió varias veces durante la noche.

El estar atado y boca abajo empezó a cansarme y comencé a llamar al chino para que me soltara, ya quería bajar de ahí, pero mi voz no era escuchada mientras que las imágenes de los danzantes, los animalitos, las sombras de bicicletas y los instrumentos musicales seguían apareciendo.
Casi al amanecer sentí que la cama bajaba hacia la playa y me alegré, y a través de las rejillas de bambú vi a Alice y a mi madre haciendo una especie de baile, parecido al de las tribus. Movían los pies a gran velocidad como dando pequeños brincos con los que parecían estar pisoteando insectos, o apagando alguna braza encendida.
Nuevamente cambié de escenario sin saber cómo, ni cuándo llegué a él. Me quedé sin la dicha que anhelaba de abrazar a Alice y a mi madre y repentinamente estaba sentado en una gran silla de alguna madera preciosa rojiza que estaba a la entrada de lo que parecía un templo.

Quería levantarme de ahí para ir en búsqueda de mis acompañantes, pero una gran almohada pesada que me aprisionaba el pecho, me lo impedía. Sentía fatiga y sensación de no poder respirar, como en la cama flotante, nuevamente me sentía atado de alguna manera. Empujé y empujé con todas las fuerzas de mi cuerpo y logré sacarme de encima la gran almohada para atestiguar que no era una almohada, sino el chino.

El chino se incorporó muy molesto, luego del empujón, me miró con cara amenazante y volvió a reposarse sobre una parte de mi cuerpo casi asfixiándome con su humanidad.
Entrada la mañana no vi pasar decenas, sino centenas de monjes vestidos de negro que acudían sonrientes a una especie de encuentro. Llegaban de todas partes, se tomaban fotografías y sonreían, algunos me saludaban inclinando la cabeza y algunos otros hasta pedían una foto conmigo, pero el chino se los impedía. Parecía una convención de monjes y mi silla se encontraba a la puerta del recinto.
Luego de horas, cambié de escenario sin saber una vez más con precisión cómo llegué ahí, aunque esta vez tengo casi la certeza de que el chino me llevó ante mis constantes reclamos de que me liberara.

Me llevó hasta un punto de la ciudad en donde se detuvo una gran limosina de color negro. Me hicieron entrar en el auto de lujo y ahí vi a un gran señor; era un chino, grande, robusto, vestido de traje obscuro, acompañado de otras personas que parecían sus súbditos. El chino jefe, con un gesto amable, me invitó a sentarme cerca de él.
Al poco tiempo, no me explico cómo, pero nuevamente yacía en el piso de la limosina y el gran chino, el jefazo, era ahora quien me asfixiaba con su tremenda humanidad.
Hasta atrás del lujoso vehículo, viajaba un personaje de aspecto occidental que tomaba algún licor en copa gigante de cognac y fumaba un puro echándome todo el humo en la cara mientras sonreía.

En algún momento el gran jefe se dirigió a mí y me dijo: “la familia de tu mujer también ha contraído el virus”. No sabía cómo, ni de dónde, él había obtenido tal información, pero parecía muy seguro. Luego la limosina se detuvo frente a un restaurante, aparentemente de lujo, y podía ver a través de las ventanas, a mi novia Alice, a su madre, a mi amiga española Amalia y a mi cuñada “La Popis”. No pude hablar con ninguna de ellas, sólo las observé; traté de hacerme un selfie para enviárselas, pero me fue imposible y luego la limosina avanzó. Me quedé con esa imagen en la mente y la tengo clara hasta hoy.

En algún punto de la ciudad descendió el gran jefe, se quedaron los demás y a mí me dejaron atado. Más adelante se marchó el hombre del puro y al parecer sólo nos quedamos el chofer, a quien nunca pude ver, mi eterno guardián el chino y yo.

Insistía de todas formas para que me desataran y me dejaran bajar del vehículo, pero nadie me escuchaba. Yo no los podía ver, estaba en el piso en algún lugar de la limo y desde ahí solo hacía ruidos para llamar su atención.
En algún punto me sentí aterrado, luego de dar vueltas por quién sabe que sitios, cuando escuché a alguien decir, algo como “yo no sé, a mí solo me piden que abandone los cuerpos”…

Empecé a sospechar que pretendían ahora deshacerse de mí.
Finalmente, luego de horas a bordo de aquel auto y al parecer muy lejos de la ciudad, llegamos a una especie de establo, ahí bajamos el chino y yo, y el auto se marchó.
El chino que me llevaba atado de una mano a él me introdujo en un cuartucho reducido que parecía como una bodega del establo y que olía a caballos.

Ahí me puso en el piso, me ató una mano a la pata de un mueble y la otra la enganchó en alguna parte de un baúl, luego me aventó una almohada y me dijo: duerme.
Yo no podía dormir, estaba exhausto, harto de estar atado, ansioso por ver a mis seres queridos y ahora también temeroso. Le dije al chino: “mejor llévame con los míos, ya estoy curado” … él solo respondió: será mañana.
Más tarde, alguien llevó a la misma choza a mi hijo Lester. Lo pusieron junto a mí con la misma instrucción, “duerme”. Me parece que él no estaba atado.
Recuerdo haber estado muy molesto con Lester porque se ponía a chatear con su celular que emitía un ruido al enviar cada mensaje y me parecía que con tanto ruido no dejaríamos dormir al chino y menos querría llevarme al día siguiente temprano con mi gente.

Por la madrugada, casi al amanecer, insistí de nuevo al chino, quien dormía dentro del baúl, para que me llevara, asegurándole que ya se me había salido el demonio y que estaba curado.
Finalmente, el chino se puso de pie, me vendó los ojos y salimos. Era una fría mañana y podía escuchar los jadeos y ruidos que emite un caballo. Eso me hizo pensar que el chino me llevaría a caballo hacia mi destino.
Luego de un rato de sarcasmos, burlas y charla sin sentido entre el chino y una mujer, me di cuenta de que se estaba burlando de mí y que nunca me llevaría.

Al reclamárselo al chino, sin tener muy claro, porque no lo recuerdo, cómo lo hizo, ni cuáles son los detalles, pero me cambió de sitio y me dejó atado y abandonado en la rústica vivienda de unos mariguanos que al parecer vivían en una suerte de comunidad. “Mariguanos” digo, porque al parecer, sembraban, vendían y consumían mariguana.
Entre ellos había una mujer europea, una anglosajona de cabellos rubios largos y sucios que apenas hablaba, parecía la mujer del líder.
Cuando me encontré sólo con ella, le dije “oye, tú pareces buena persona, desátame, por favor, te lo ruego, no me maten”. Estaba seguro de que me querían matar, quizá era el encargo del chino, y de que me ejecutarían por escaso dinero.
Luchando solo como podía y tallando mi brazo contra el catre en el que me encontraba, me fui quitando uno de los amarres, mientras le rogaba a la europea que me liberara.
Repentinamente aparece su pareja, el lidercillo del grupo y dice en tono irónico “mucha conversación por aquí ¿no?”, mientras veía con molestia mi brazo derecho casi libre de las amarras y a la mujer le dedicaba miradas de reclamo.

Me armé de valor y le dije: “mira, yo sé que quieren matarme, no sé cuánto te paguen, pero si nos llevas a mi hijo que está en el establo y a mí al hotel y nos dejas vivir, te pago 90 mil pesos en efectivo, te los entrego apenas lleguemos al hotel”. Se puso en cuclillas, me miró fijamente y luego la miró a ella. Se hizo un silencio. Finalmente se puso de pie, salió de la habitación y se dirigió al cuarto contiguo desde donde se escuchaban las conversaciones. Había otra pareja ahí y un hombre solo. El líder se aproximó a ellos y les expuso mi oferta. Luego de unos segundos de silencio, la mujer dijo: “podríamos comprar una carcacha”. Uno de los hombres interrumpió para decir: “mejor sembramos mariguana, pronto habrá turistas y la podemos vender muy bien”; hubo risas y comentarios, hacían planes sobre cómo gastarían el dinero y cómo lo repartirían; luego hablaron con entusiasmo sobre llevar una libreta y en ella anotar todos los gastos.

Aquella discusión era música para mis oídos, parecía que aceptarían mi oferta. El líder se aproximó hacia mí y me dijo: “está bien, salimos mañana por la mañana”. Di gracias al cielo en silencio. ¡quería vivir!

Estaba por venir un difícil e incómodo viaje de cuatro horas en alguno de sus destartalados vehículos, pero me motivaba pensar que pronto podría abrazar a Alice y contarle esta terrible experiencia.
Un grupo saldría primero con Lester a bordo, con quien no había podido hablar nada, ni decirle que sospeché que querían matarnos, ni de mi plan para salvarnos. Pensaba que si ellos llegaban antes que yo al hotel, Lester tendría que hablar con mi amigo Alberto, el español, quien seguro ya estaba ahí, tanto para sacarse también el demonio, como para buscar a Amalia, quien habría llegado antes, y que le facilitaría el efectivo prometido para nuestros captores; Alberto siempre lleva efectivo consigo, pensé.

Mi transporte se demoraba en partir y recuerdo que el líder y la mujer europea se repartían múltiples quehaceres en la casucha y alimentaban a los perros, yo sentía mucho frío.
Hasta ahí recuerdo con claridad. Luego algo debió haber pasado que frustró mi traslado, pues según me pudieron contar en el hospital aparecí abandonado en la arena, semiinconsciente y temblando de frío.

Alguien me recogió y me llevaron al hospital.
Recuerdo haber esperado largas horas en la recepción de un hospital a que llegara un médico que me revisaría; escuché a alguien decir que tenía arena en los pulmones. Luego me internaron y un doctor me explicó que me tendrían que entubar.
Pasados unos días llenos de incomodidades, un doctor me dijo que había llegado la hora de extubarme, práctica que llevó a cabo estando yo consciente.

Al día siguiente vino un doctor diferente y me dijo con claridad que ahora todo dependía de mí, si me movía, si no respiraba bien, si no tosía como es debido, me podrían volver a intubar. Pasé la noche casi inmóvil, muy incómodo, tosiendo de vez en vez y tratando de acatar todo lo que aquel doctor dijera, al día siguiente vendría a revisar mis pulmones y si quería salir de ahí, estos deberían verse mejor.

A ese doctor nunca lo volví a ver. A la mañana siguiente vino otro doctor muy amable y me dijo: Don Sergio, felicidades, va usted muy bien, ahora le informamos a sus hijos.

Me quedé perplejo, mis hijos ya sabían que estaba yo ahí, así que seguramente lo sabrían también Alice y mi madre, eso me alegró un poco. No sabía cómo se llamaba el hospital, ni dónde estaba exactamente, pero tendría que ser un lugar próximo a Macao…

Preguntando a los enfermeros indagué que el hospital pertenecía a Grupo PlayaMed, me pareció sumamente extraño.

Luego me llegó la sorpresa de ver a mi hijo Sergio parado en la puerta de la habitación, hasta ahí podía llegar, no le dejaban acercarse más a mí. Me dio mucho gusto verle y lo primero que le pregunté fue sobre quién se había hecho cargo de pagarle a los “mariguanos”, a los “malosos” y cómo se encontraba Lester. Me dijo:
-Todo bien Papá, ya no te preocupes de nada.
– ¿Pero debo algo aún? insistí.
– Todo bien papito. ¿Confías en mí?
– Sí, por supuesto.
– Entonces tranquilo, todo está bajo control.

Luego le dije a través de la enfermera que me quisieron matar y me dejaron tirado en la arena, pero me salvé. Mi hijo sólo sonrió y me dijo: descansa, mañana vengo a verte.
Hasta ese momento, no sabía que estaba en el Hospital PlayaMed de Cancún.
Por la noche una muy amable enfermera logró que mi hijo se comunicara conmigo a través del celular de ella, lo saludé muy angustiado, le pedí que no me abandonara y quedamos en una hora exacta para vernos al día siguiente. Le pedí también que le dijera a Alice, por favor, que me llamara a ese número de mi amable enfermera, Jenifer, me parece que era su nombre.

A los pocos minutos me llamó Alice y la vi por videollamada, me emocioné muchísimo, le dije que la amaba y que estaba feliz de estar vivo. Le dije que nos casaríamos pronto. Fue una linda llamada; no había sabido nada de ella desde que me bajaron de aquella cama flotante, rodeada de bambú.
Luego de colgar, Alice le envió a Jenifer una canción italiana, “Un Nuovo Bacio” de Gigi D´Alessio, nuestra canción, en una hermosa versión traducida al español, y le pidió que me acercara el teléfono para escucharla y así lo hizo Jeny.
Escuché la canción y rompí en llanto. Jennifer me tomó de la mano cariñosamente y me permitió llorar por unos minutos.
Luego me preguntó más detalles sobre Alice y nuestra relación y le conté como pude, lo que pude. Fue un lindo momento.
No dormí bien y tuve sueños y pesadillas diversas como todas las noches desde aquella, casi hasta el día de hoy.

Al día siguiente vino mi hijo, más tarde de la hora acordada y le regañé por la demora, estaba ansioso por hablar con él y que hiciéramos planes para salir del hospital lo antes posible. Ya no recuerdo si fue esa mañana o la siguiente, pero por fin se despejaron muchas dudas. Al empezar a contarle a mi hijo los detalles de mi experiencia en Macao y cómo estuve cerca de perder la vida, se sonrió y me dijo: “Papá, tú no viajaste a ningún lado, nunca saliste de este hospital desde el 4 de julio” …
– Fue un “chochote”, papi. Para que veas el poder de los fármacos que te dieron.

Imaginarán mi cara de sorpresa y las risas calladas de Chuy, mi enfermero que había escuchado parte de mis historias. Le pedí a Sergio que me contara los detalles, y me hizo un breve resumen sobre mi estadía y las complicaciones, porque la historia era larga.

Mi hijo no podía ocultar su cara de felicidad al verme vivo, lloramos juntos; había despertado del coma dos días antes y me estaba poniendo al día.
Hace un par de días, hablé por teléfono con un neumólogo muy reconocido, quien fue un gran asesor de mis hijos en este proceso y me dijo: “Don Sergio, no sabe la enorme alegría que me da escucharlo y saber que está en recuperación. Su caso de supervivencia es uno de los pocos del mundo para un paciente entubado y con ese cuadro. Felicidades. “

Mis hijos perdieron a su madre hace algo más de un año, y yo no podía permitir que ahora perdieran a su padre, así que fue esa, una de las razones por las que luché.
Dios es grande y los milagros existen. Y sin duda mi fortaleza física y mental contribuyeron para que al final pueda contar esta historia. Gracias Sergio y Lester por todo.

Hoy me recupero en casa con los cuidados y cariño de Alice.
Vencí al COVID19.

Promoción turística privada

por 2 julio, 2020

Al buen entendedor

Sergio González Rubiera

Presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes de Quintana Roo • sgrubiera@acticonsultores.com

Casi desde el inicio de este sexenio, decíamos en este espacio, que se vislumbraba claramente que los turisteros estaríamos solos los próximos años; desde el anuncio de la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, las señales eran claras y el desprecio del presidente por la actividad turística era más que evidente. La única mención que ha existido en lo que va del sexenio hacia el turismo es para referirse al Tren Maya, proyecto que no tiene pies ni cabeza; sueño guajiro presidencial al que le siguen saliendo detractores.

Hoy con la pandemia del Covid-19, se evidencia de nueva cuenta la necesidad de ser creativos e innovadores para proponer estrategias que puedan dar impulso a la actividad turística, sin contar con el apoyo del gobierno en ninguno de sus tres niveles; de parte del nivel federal, porque no existe ninguna voluntad y ninguna capacidad visible; y de parte de los niveles estatal y municipal, porque los recursos son y serán cada vez más limitados, toda vez que además de las carencias previas, ahora todo se enfocará en sofocar la crisis provocada por la pandemia, tanto en materia de salud como en otras asignaturas prioritarias.

Si bien en Quintana Roo contamos con un Consejo de Promoción Turística y contamos también con la voluntad del gobernador, los recursos son limitados. Por una parte se vienen arrastrando adeudos desde la fallida administración de Roberto Borge y por otra los recursos provenientes del Impuesto al Hospedaje, que fuera creado justamente para la promoción, han tenido que ser utilizados para cubrir otras carencias, unas por la herencia borgista e incluso del gobierno anterior, el de Félix González, lamentable también y otras porque el gobierno federal actual, el de AMLO, ha limitado casi a cero las participaciones federales a los estados, dejando a gobierno estatal y ciudadanos en la total indefensión.

La conclusión es que estamos solos, lo que obliga y compromete a la iniciativa privada a desplegar la creatividad para crear y proponer estrategias que nos permitan mantener a flote al sector turístico.
Ocioso resulta seguir presentando iniciativas y planes estratégicos de reactivación económica al gobierno federal, en donde se han encontrado no solo oídos sordos una y otra vez, sino hasta desprecio y malas formas.

Quintana Roo tiene los atractivos naturales, una belleza inigualable; hotelería del mejor nivel del mundo; estupenda oferta gastronómica, escenarios de ocio y una infraestructura en lo general que nos permite una gran ventaja competitiva. Por otra parte, contamos con la preferencia de una gran cantidad de viajeros del mundo. Tenemos todo para salir adelante. Quizá va siendo hora de que, hasta los impuestos federales, se queden en casa y se canalicen a nuestra reactivación.
Si el gobierno del estado se ocupa de la crisis de salud, de garantizar seguridad a todos los ciudadanos, y los gobiernos municipales mantienen nuestras ciudades, limpias, dignas y a la vanguardia, los turisteros podemos ocuparnos de la promoción.
Quizá debamos hablar de la promoción turística privada.
Hay que ponerlo en la mesa…

sgrubiera@acticonsultores.com

  • 1
  • …
  • 9
  • 10
  • 11
  • 12
  • 13
  • …
  • 23

Descarga la Edición Junio 2025

Columnas Editoriales

  • CEO grupo GORAT SECU Seguridad en México: La prioridad que no puede esperar 

    2 junio, 2025
  • Bitácora de viaje LVIX

    1 junio, 2025
  • Historia de la seguridad privada

    1 junio, 2025
  • Confía en el universo y observa qué sucede

    1 junio, 2025
  • El estilo del embajador Ron Johnson

    1 junio, 2025
  • La hipocresía colectiva

    1 junio, 2025
  • Urgente, proteger a los niños

    1 junio, 2025
  • Medio millón de empleos menos 

    1 junio, 2025
  • Costa de Puerto Juárez-Punta Sam: Anomalías y oportunidades

    1 junio, 2025
  • Siguen las inversiones en Q. Roo

    1 junio, 2025
  • Paros y sargazo, doble amenaza

    1 junio, 2025
  • Silencio judicial, riesgo empresarial

    1 junio, 2025
  • Del plato a la boca

    1 junio, 2025
  • La mejor ciudad del mundo

    1 junio, 2025
  • Simulación para someter al Poder Judicial en México

    26 mayo, 2025
  • Anomalías y áreas de oportunidad en la Costa de Puerto Juárez-Punta Sam, Caribe Mexicano

    19 mayo, 2025

Revista Proyecto Brújula

Cancún iTips

AGENDA

  • Junio 10 al 12 • ExpHotel Cancún 2025

    1 junio, 2025
  • Junio 13 al 14 • Copa Cancún de Pesca

    1 junio, 2025
  • Junio 14 al 18 • IPW en Chicago

    1 junio, 2025
  • Junio 19 • Summit Turismo Digital

    1 junio, 2025
  • Junio 27 al 29 • Nacional Infantil de Ciclismo

    1 junio, 2025

El Molcajete

  • La gastronomía es una opción turística.

    1 junio, 2025
  • 1ro de mayo, celebrando los derechos de lo laboral.

    1 mayo, 2025
  • Los conciertos generan derrama económica tangible.

    1 abril, 2025

Infografía

  • Burnout: Trabajar hasta el agotamiento

    1 junio, 2025
  • No dejes pasar lo que es tuyo

    1 mayo, 2025
  • Semana Santa: Playas, el destino favorito 

    1 abril, 2025
  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
  • Youtube

@2020 - Todos los derechos reservados. Diseñado por Latitud 21

Revista Latitud 21
  • Inicio
  • Secciones
    • Agenda
    • Emprendedores
    • Encuentros
    • En la 21 y otras latitudes
    • Foro Empresarial
    • Infografia
    • Libro Ecología y Espiritualidad
    • Lifestyle
    • Meridiano 87
    • Playa del Carmen
    • Portada
    • Responsabilidad social
    • Sube y Baja
    • Tech 2.1
  • Columnas de Opinión
  • Caribe Mexicano
    • Quintana Roo
    • Cancún
    • Playa del Carmen
  • Deporte y Salud
  • Ediciones Anteriores
  • Contacto
  • Otras Revistas del Grupo