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Revista Latitud 21
Categoría:

Sergio González

  • Al buen entendedor
  • Presidente de la AMATUR
  • Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones «Vital»
  •  sgrubiera@acticonsultores.com

Por dónde empezar…

por Latitud21 Redacción 31 diciembre, 2014

Cuesta trabajo enfrentarse a la página en blanco, luego de tantos y tantos acontecimientos, luego de tanta indolencia pero también de tanto coraje; luego de tantos análisis, de tanta crítica y de tan pocas soluciones; cuesta trabajo pensar en proponer cuando hay tanta propuesta sin ser escuchada, pero cuesta trabajo también ser uno más de los que se quedan callados.

Cuesta trabajo escribir cuando parece que todo está escrito, pero cuesta también trabajo pensar que todo lo escrito sirve de tan poco ante semejante sordera.

Este espacio ha estado en silencio por casi un mes ante la perplejidad que dejan los acontecimientos que sin duda rebasan por mucho a la actividad turística de la que siempre nos ocupamos, aunque sin duda también se ve afectada, aunque nos pese y aunque se niegue, por las avasallantes calamidades que aquejan a nuestro querido México.

Nunca, desde que tengo uso de razón, como  dicen los viejos, había escuchado semejante clamor generalizado pidiendo la renuncia de un presidente, nunca con esta intensidad, nunca tan generalizado; nunca desde que vivo en Cancún, el mejor y más importante destino turístico de México y Latinoamérica, había escuchado que estamos tan mal yéndonos tan bien; nunca había percibido tal descontento, tal enfado, tal incertidumbre.

Es esta la hora, parece, de reflexionar para todos: políticos desde luego -que tan mala fama les precede-, funcionarios en “desfunciones”, empresarios, inversionistas, activistas, líderes de opinión, periodistas y comunicadores, organizaciones sociales, intelectuales, académicos y pensadores en general, acerca de la realidad de México y lo que esperamos de nuestro futuro.

El problema es que en este país todos hemos estado por décadas en una zona de confort, a la espera de que alguien haga algo por nosotros, y le hemos dejado irresponsablemente al gobierno esa enorme responsabilidad, de manera que cuando los grupos “irreverentes” de diversos ámbitos de la sociedad se levantan, reclaman y se manifiestan nos parece a todos raro, inconveniente e inoportuno, por decir lo menos.

México está agobiado y el gobierno no atina acción alguna encaminada a reducir el agobio, ni a ofrecer soluciones tangibles no solo a nivel federal en torno a los lamentables acontecimientos que hoy son noticia mundial, sino también en los estados en donde el desgobierno, la corrupción y represión son el pan de cada día.

Más allá de la enorme crisis de inseguridad, de la incredulidad que priva y de la incertidumbre de todos los mexicanos, la pregunta que surge es ¿qué sucederá en medio de esta crisis, por ejemplo, con las actividades económicas estratégicas como el turismo?

¿Qué será de Acapulco y otras playas cuando la secretaria de Turismo federal parece que no se entera bien hasta hoy de qué se trata esta actividad; cuando menos así parece, cuando se le expresan repetidamente los problemas que significan los bloqueos de taxistas en todas las playas del país y no parece haber reacción de su parte?

¿Qué se puede esperar para la actividad turística cuando no existe un solo incentivo, un solo esquema de fomento, una sola acción estratégica de impacto para favorecer a la única industria estratégica noble y en constante desarrollo que podría detonar e impulsar a México?

Si bien las reformas estructurales, aunque no fueron bien comprendidas ni aceptadas por todos, habían generado un impacto favorable en todos los mercados y fueron recogidas con simpatía por diversos países, la energética especialmente, lo cierto es que hoy ante la triste crisis, la reacción tardía ante las tragedias y la impopularidad del gobierno promovida viralmente en las redes sociales, las citadas reformas quedaron en el olvido y lo que destaca acerca de México en el mundo es la duda, la incertidumbre y el temor, y no lo digo solo adivinando, hace unos días me lo expresó de frente una distinguida embajadora.

Entonces, ¿por dónde empezar?… ¿Por dónde empezar el 2015?

¿Por dónde empezar una nueva era? ¿Cómo ayudarle al presidente que no ata ni desata? ¿Y qué hacemos en los estados?… ¿Seguimos en la pasividad que nos caracteriza, ante la ineficacia, la opacidad y la corrupción? ¿Seguiremos tolerando?…

Me parece que es el tiempo de los ciudadanos, el tiempo de los pensantes, el tiempo de los valientes… ¿Qué opinan mis estimados ocho lectores?

 

Cuánto por hacer y cuánta impotencia

por Latitud21 Redacción 1 diciembre, 2014

Hay tanto y tanto por hacer, tanto y tanto por qué llorar y exclamar en este querido país, tanto de lo cual sorprendernos, asustarnos y ocuparnos, y eventualmente tan poco lo que hacemos ante la calamidad.

Cuando suceden calamidades como las del estado de Guerrero, son tantos y tantos los columnistas, analistas, críticos y opinadores en general en todos los medios de comunicación que pareciera ocioso dedicarle aún más líneas al tema; sin embargo, es casi imposible sustraerse ante la aberración, el abuso, la injusticia y el descaro que atestiguamos día con día.

Darnos cuenta una vez más y como siempre que con la detención de los Abarca la política está íntimamente relacionada con el crimen organizado, que las altas cúpulas del gobierno estaban al tanto de mucho más de lo que suponemos y los partidos políticos son capaces de postular a delincuentes que luego son votados por los ciudadanos, no solo es aberrante y decepcionante sino también atemorizante.

Lo de Guerrero es vox populi, tristemente mundial, pero cuántos casos tenemos en nuestro México de total impunidad ante el abuso, cuántas prácticas abusivas, represoras e ilegales tenemos en otros estados de las cuales no se da cuenta por temor a las represalias y, lo que es peor, por complicidad o contubernio.

No crean mis ocho lectores que en los estados en los que supuestamente estamos viviendo épocas de gloria y vacas gordas no hay abusos o temas que perseguir, lo que falta es valentía, compromiso y decisión.

Una verdadera pena, una lástima será el día que nos enteremos por los medios de cosas vergonzosas, a las que más de uno dirá, “yo ya lo sabía”…

Una vergüenza saber de abusos y callarlos, una enorme pena como mexicano ser cómplice silencioso, por un temor que en verdad a veces no entiendo…

 

Lo que hace falta en México 

son líderes…

 

Hay muchos con el talento pero con poco valor para animarse.

Hay muchos, muchísimos con valor, pero con muy poco talento, descalificados por lo tanto.

Y muchos sin talento, sin escrúpulos y sin vergüenza, pero con coraje y ambición, que se aventuran y logran llegar a posiciones importantes, pero que lamentablemente utilizan en su beneficio personal.

Hacen falta líderes con coraje y con talento, comprometidos por México, que no tengan miedo, que sean incorruptibles, que amen a su familia más que a nadie , que amen a México y no tengan temor a decir la verdad y denunciar los abusos.

El día que los talentosos con coraje y convicción se animen, este país podría cambiar. Mientras sigamos dejando que otros tomen las decisiones por nosotros, seguiremos como estamos.

Yo seguiré luchando desde mi trinchera aunque cuesta trabajo, pero mi amor por mi familia y por México es superior incluso al temor, así que seguiré… Cada quien tiene sus formas, yo tengo las mías… ¡Sigamos por México!

 

La Revolución del Intelecto y la campaña Es un Honor

por Latitud21 Redacción 31 octubre, 2014

Cómo me inquieta, cómo me angustia, cómo me desespera, cómo me molesta, por decir lo menos, el tema de la corrupción y la falta de honestidad y respeto que priva en nuestra sociedad a todos niveles. Estoy convencido de que ese, y el de la paupérrima educación, es el gran y tremendo lastre de México, de que son esos los terribles obstáculos que no nos permiten avanzar como país, como sociedad y hasta en lo individual como seres humanos.

Cuánto sufro en las noches, créanme por favor mis ocho lectores que me cuesta trabajo conciliar el sueño al no tener nuevos temas para compartir con ustedes, y al mismo tiempo pensar que lo único que me viene a la mente para escribir sea este tan lamentable asunto de la corrupción, el abuso de autoridad, la represión y la deshonestidad mexicana, eventualmente tan latina.

Coincido por ello con mi amigo Pedro Ferriz de Con en que lo que hace falta en este querido país es una revolución, una pacífica, una del intelecto, que nos comprometa a todos con el único pensamiento de que podemos y debemos estar mejor.

En ese sentido quiero retomar hoy para compartir con ustedes algunos y solamente algunos de los enunciados de la Revolución del Intelecto que propone Pedro, algunas de sus “soluciones compartidas” y, con ellas, algunas de las que integran la campaña “Es un Honor”, que emprendió con energía y entusiasmo la Asociación de Agencias de Viajes (AMAV) de Quintana Roo, y que se han encontrado en el camino con enorme fortuna y han cruzado los valores que les dan sentido.

Enfrentar los problemas de México para resolverlos. Conocer nuestros puntos débiles y erradicarlos, ¡vaya cosa… vaya reto!, si lo que más nos cuesta como individuos es reconocer lo que hacemos mal. La Revolución del Intelecto propone enfrentar este gran reto con coraje para proponer creativamente alternativas de solución. La enorme pregunta querido lector es cuál es tu propuesta, no cuál tu queja.

Denunciar la corrupción. ¿Quién se atreve ?… Yo sí, ya estoy harto. ¿Quién me acompaña? Saber que hambre y pobreza pesan en la conciencia colectiva. ¿Pesan en tu conciencia lector?…

Entregar parte de mi tiempo a mi comunidad. Dar ejemplo de convivencia y sensibilidad por las carencias de mi pueblo.

Tolerar hasta el límite de la ley.

Reconocer el éxito producto del esfuerzo, talento y honestidad.

Son esas algunas y sólo algunas de las premisas que nos propone la Revolución del Intelecto que emprendió Ferriz de Con el pensador, más que el comunicador, y que me he permitido replicar en este espacio no solo porque creo en ellas, sino porque me parece fundamental compartirlas y difundirlas entre la sociedad para la reflexión profunda, profundísima diría yo, porque todos somos muy buenos para criticar, para señalar y hasta para decir con autoridad lo que ha de hacerse, pero muy pocos los que en acto de constricción reconocemos que la mejora debería comenzar en la propia casa.

Cómo anhelo vivir en una sociedad en la que prive la honestidad, la integridad y el respeto, en donde la disciplina le gane al desorden, en donde la palabra sea más poderosa que la violencia, en donde el poder emane del saber, en donde los que viven para servir sirvan y en donde los que viven al servicio, sirvan también. Me gustaría un México en donde los políticos no tengan que recurrir a las mentiras, porque ya saben que nadie se las cree; una sociedad en donde todos sean respetados por igual sin importar cuánto dinero tienen en el banco, qué auto tienen o cuán amigos son del gobernante.

Me encantaría que los políticos nos respetaran porque nosotros nos hacemos respetar. Odio ser comparsa de nadie y de nada que vaya por encima de mis principios, mis valores y mi propio credo, y por ello desprecio con mi indiferencia la manipulación, la mentira, la informalidad y la falta de respeto a la sociedad en la que vivo y convivo.

Harto ya de estar harto, ya me cansé de preguntarle al mundo por qué y por qué, parafraseando al gran Serrat. Es por ello queridos lectores que les exhorto a sumarse a esta revolución pacífica, cuestionando, rompiendo paradigmas, proponiendo, pero sobre todo pensando y reflexionando que podemos tener un México mejor. Yo sí creo en eso. No me dejéis solo… por favor.

Es un Honor, nuestra campaña que privilegia y promueve la honestidad, la integridad y el respeto, hoy se suma a la Revolución del Intelecto y te invita a que te sumes también. Eso sí, tendrás que ser valiente, denunciar, reclamar y cuestionar, pero también proponer, participar y ser un ciudadano que ejerza como tal, si quieres ser parte de nuestro ejército.

 

Los frentes de batalla del turismo

por Latitud21 Redacción 30 septiembre, 2014

El gobierno tiene su agenda y nosotros la nuestra… eso está clarísimo. Mientras ellos declaran y se congratulan por las maravillosas cifras, nosotros sufrimos y batallamos día con día por la barreras y obstáculos que el mismo sector oficial impone. Es verdad que nos va bien y que este  año ha sido mejor que muchos en la historia del turismo en México, pero también es cierto que no todo el éxito obedece a la acción oficial, pues de hecho los buenos resultados se dan a pesar de las barreras que el mismo gobierno, políticos y funcionarios ejercen e imponen.

Trabajar, proponer, liderar, luchar y tratar de estar siempre a la vanguardia son permanentes asignaturas de los empresarios e inversionistas, pero de la misma manera hay que dedicarle un significativo y considerable tiempo y esfuerzo a las acciones para defenderse de los actos de gobierno, las injusticias, la ineptitud, la ineficacia de las instituciones, la burocracia, la falta de comprensión y sobre todo de la corrupción.

Para no hacer esta novela más larga me permito a continuación entrar en materia de los casos concretos que en la actividad turística, cuando menos en Quintana Roo, nos tienen preocupados y ocupados.

Del aeropuerto

Muchas, muchísimas veces ya, son las que hemos declarado, escrito y reportado acerca de la necesidad de mejorar el área de Migración en el aeropuerto de Cancún, dada la enorme afluencia de turistas internacionales que recibimos. Los largos tiempos de espera para los pasajeros que arriban, la eventual corrupción y discrecionalidad, la falta de respuesta y de formatos tanto a bordo de las aeronaves como en el aeropuerto, todo se ha denunciado y simplemente seguimos a la espera.

Aduana, Sagarpa y la Policía Federal se suman a la lista de las instituciones federales que inciden de manera directa en el trato o mal trato a los turistas en el aeropuerto, que hemos reportado, y deberían mejorar su actuación. “Piratas” que ofrecen y venden servicios de transportación turística y de renta de autos, entre otras cosas, en el aeropuerto, a la vista de todos, se denuncian repetidamente.

Agentes de viajes, hoteleros y tiempos compartidos tenemos también que lidiar a diario con el tema de taxistas que se sienten agraviados por la transportación turística con placas federales y que a su decir, injustificado e indocumentado, “les quitan el pan de la boca”.

Hay que decir que en el gobernador Roberto Borge hemos tenido al único líder, de todos los gobernadores del país, en muchos años, que entiende el tema y que ha metido a los taxistas en cintura, que privilegia a la actividad turística y comprende que la transportación turística es un factor de competitividad; sin embargo, el tema es complejo en todo el país y el gobierno federal falla al no manifestarse de manera clara y contundente en favor de una total liberación del transporte turístico en el país.

Se me va acabando el papel y el espacio, y son muchos los temas aún por incluir en esta relatoría de nuestras calamidades en el turismo.

-La Facturación Electrónica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) es lenta e ineficiente, estamos en medio de esa negociación.

-Vendedores ambulantes en el sitio arqueológico de Chichén Itzá, reportado repetidamente al gobierno de Yucatán sin respuesta.

-Módulos de Información Turística por doquier. Se trata de módulos que compiten de manera desleal con agencias de viajes legalmente establecidas y también con los tiempos compartidos debidamente acreditados y registrados.

-Agresión, acoso y venta indebida de tiempos compartidos a turistas desde el aeropuerto. El tema es difícil dado el involucramiento de los mismos accionistas de la concesionaria, pero nadie puede negar, ni ellos, que implica una molestia para los turistas que nos visitan y una fuente de quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).

-Fiscalización en Mesas de Hospitalidad. El afán recaudatorio de los gobiernos y la entendible necesidad que tienen de recursos les hace buscar todas las formas posibles de cobro y recaudación. Esto les lleva a  obtener recursos de manera fácil al perseguir a los agentes de viajes que están a la vista en los hoteles atendiendo clientes.

Es una pena, pero no se acaban aquí los temas, nos quedan asuntos como el robo que los propietarios de estaciones de gasolina perpetran a diario en contra de miles de personas y empresas.

Hablando de turismo, ¿se imaginan mis ocho lectores la cantidad de dinero que se paga en gasolina para todas las excursiones turísticas que se realizan a diario en el país?

Y bueno, ya ni hablar de la promoción turística oficial, esa que es a discreción, sin estudios, sin método y sin consenso, pero con la utilización de recursos privados convertidos en públicos.

Por más que el mundo cambia, que las redes sociales se apoderan de todo, que el marketing evoluciona y que los consumidores revelan nuevas tendencias, los gobiernos y sus entes de promoción siguen utilizando sus viejas y ya casi obsoletas prácticas de promoción y se niegan a escuchar; la soberbia se hace presa de ellos, y se resisten a creer que hay que trabajar en equipo.

A pesar de todo lo descrito, y lo que se nos quedó en el tintero, México y sus destinos turísticos avanzan, porque el turismo es noble, porque los mexicanos somos creativos, tenemos recursos y atractivos verdaderamente hermosos, admirables y dignos de ser reconocidos por el más exigente de todos los viajeros.  México es maravilloso, a pesar de sus políticos. ¡México es Único!

Los protocolos de los políticos

por Latitud21 Redacción 1 septiembre, 2014

Como prometí, aquí está para mis ocho lectores la columna que habrá de revelar algunos de los absurdos y ridículos protocolos de los políticos.

Protocolo sin duda absurdo y eventualmente molesto es ese que tienen los políticos y funcionarios públicos de enviar un “representante” a aquellos eventos o actos públicos en los que ha sido requerida su presencia.

Primero, cabe señalar que los políticos tienen la extraña manía de no contestar con prontitud los mensajes, las misivas o las invitaciones formales. Pareciera que esto puede ser lógico y eventualmente entendible dada la pesada carga de sus agendas y ocupaciones, que en teoría aumentan en proporción a la importancia del cargo que ocupen; sin embargo, parece que ese estilo de no responder solo es privativo de los políticos, ya que empresarios e intelectuales suelen responder con mucha mayor celeridad aunque sus agendas sean también complicadas.

Ante la falta de acuse de recibo para quienes invitan a un político a determinado acto, deben hacer uso de toda suerte de comunicados y artimañas para por lo menos saber si se contará con su distinguida presencia o no.

Algunos, cuando no han de acudir, se dignan por lo menos avisar con antelación que enviarán al acto a un “representante”, otros muchos nunca acusan de recibido y algunos tantos envían al famoso representante, así sin más, quien simplemente llega y hace acto de presencia diciendo a los anfitriones, “hola, vengo en representación de don Fulano”, una desfachatez y descortesía digna de admiración.

Los famosos representantes son en ocasiones todo un problema para quienes organizan determinado evento. Por una parte, si se tenía previsto un lugar especial para el invitado original, eventualmente el mismo sitio ya no puede ser ocupado por el “representante”, cuando este no tiene la categoría del primer y original invitado, generando con ello el desconcierto y la zozobra para el convocante, que se ve en el apuro de último minuto de reasignar lugares, personificadores cuando es el caso y hasta el orden de los discursos si es que los hay.

En lo personal, en ocasiones prefiero que si no ha de ir el invitado original no envíe a representante alguno, ya que el asunto resulta incómodo en incontables ocasiones incluso para el mismo representante.

Luego hay que decir que como parte del protocolo, los políticos siempre llegan tarde a todos lados y no tienen respeto alguno por la puntualidad y el tiempo de los demás.  Es claro que hay honrosas excepciones, y momentos también que justifican plenamente la demora, incluso disculpas que se aceptan cuando el funcionario en turno justifica con argumentos su falta, pero tristemente en la mayoría de los casos los políticos tienen por costumbre, casi por protocolo, hacer esperar al prójimo.

Y para seguir en el tema, ya una vez les había contado a mis ocho lectores en este espacio acerca del absurdo y ridículo protocolo que cumplen religiosamente los políticos en el uso de la palabra al iniciar un evento. Por citar un ejemplo, si hay siete lugares en el presídium, el señor político saluda a cada uno por su nombre y cargo, y  si se trata como es frecuente de “representantes”, pues agregará entonces a la consabida perorata nombre y cargo de representado y representante.

Imagine el lector cuando se da el caso de que los siete integrantes deben hacer uso de la palabra, resulta entonces que el respetable público deberá soportar 49 veces el saludo protocolario de los políticos, aderezado con la retórica personal que cada uno le quiera agregar al saludo. La pérdida de tiempo es impresionante, las horas hombre de desperdicio casi incontables, y en consecuencia una falta de productividad aplastante.

Y ya casi para terminar, el respetable tiene que escuchar el saludo inicial del “representante”, que invariablemente dice, “reciban el saludo afectuoso de don Fulano y bla bla bla”. Nada más falso, pues es casi un hecho que don Fulano y don Representante ni se vieron antes del acto.

Vaya pues un saludo a los políticos y sus protocolos, que tanta productividad, seriedad y orden le restan a nuestro quehacer cotidiano.

Claro que como ya he comentado, hay honrosas excepciones, por ello aquí aplicaría aquel viejo refrán de que “a quien le quede el saco, que se lo ponga”.

O bien, como se titula este espacio, Al Buen Entendedor…

Calakmul, Campeche, una novela de miedo…

por Latitud21 Redacción 31 julio, 2014

No cabe duda de que en el Mundo Maya hay lugares mágicos, casi indescriptibles, rodeados de exuberante vegetación con unos tonos verdes que podrían envidiar los mejores sitios del Amazonas.

No solo se trata de contemplar la belleza arquitectónica de la cultura maya y sus fascinantes edificaciones de todo tipo, sino también el hecho de que muchas de ellas se encuentran enclavadas en medio de la selva, por lo que su atractivo es doblemente mágico.

Tal es el caso de Calakmul,  en el estado de Campeche, una enorme reserva natural de más de 700  hectáreas con la más grande selva tropical de México.

Además de haber sitios arqueológicos poco explorados, como el propio Calakmul, Hormiguero, Chicanná, Becán, entre otros, la reserva de Calakmul es hogar de 86 especies de mamíferos que incluyen entre otros al jaguar, puma, ocelote y una buena colección de monos. Calakmul podría ser también un paraíso para los observadores de aves, al contar con 282 especies; 50 especies de reptiles, 400 tipos de mariposas y 73 tipos de orquídeas salvajes.

Calakmul fue declarada área natural protegida por decreto oficial en mayo de 1989, e irónicamente ha sido esa una de las razones por las que  prácticamente es imposible visitar la zona.

Desde luego me parece fantástico que México cuente con espacios naturales protegidos, y que haya esquemas para su preservación, pero al mismo tiempo se ha dificultado el desarrollo del turismo, incluso el de bajo impacto y el ecoturismo, ante el burocratismo, la corrupción y también el abuso de algunas comunidades.

Los planes de manejo elaborados por entes oficiales no contemplan una visión de largo plazo. Por una parte están las comunidades de ejidatarios, algunas con legítimo arraigo y otros francos invasores, que simplemente han decidido hacerse de tierras en donde vislumbran oportunidades, ya sea proveniente de apoyos oficiales o para “explotar” auténticamente a los turistas.

En el caso de Calakmul ha sido muy difícil para los operadores turísticos el poder acercar flujos de turistas a la zona ante un esquema de cobros y peajes, que simplemente hacen imposible la operación turística. Al dejar la carretera federal para ingresar a la reserva de Calakmul, hay que transitar un camino de 60 kilómetros por el que hay que pagar obligadamente a los supuestos ejidatarios instalados en la zona, se paga por persona y por automóvil, sin recibos oficiales desde luego.

Más adelante hay que pagar a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), institución oficial que en teoría administra la reserva, y, finalmente, para acceder al sitio arqueológico hay que pagarle al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y por si fuera poco, recientemente la comunidad ahí instalada, que no son descendientes de los mayas dicho sea de paso, decidieron que ellos también pueden contar con vehículos “turísticos”, y en ocasiones hacen al operador receptivo bajar a sus turistas para que aborden los vehículos de la comunidad, teniendo que pagar también por este transporte, como bien puede imaginar el lector.

El hecho de no regular las actividades de los ejidatarios y de no regular y controlar las invasiones; el problema operativo que significa tener que efectuar tres tipos de cuotas para el ingreso, cuando podría hacerse todo en una sola ventanilla si se pusieran de acuerdo; el no poder tener control propio de los operadores turísticos sobre sus vehículos, entre otros factores, son eventualmente las razones por las que no ha podido desarrollarse como debería el proyecto Mundo Maya.

Calakmul es una novela de miedo para los operadores y empresarios turísticos, que no pueden aprovechar a cabalidad las bondades de una zona tan increíblemente maravillosa.

Falta de capacitación y sensibilización, ausencia de programas de manejo, falta de cohesión entre las mismas instituciones oficiales que no les permite ponerse de acuerdo y llegar a conclusiones en beneficio de todos y, por supuesto, falta de estímulos para la inversión han hecho que el Mundo Maya sea solo un anhelo, un largo sueño que pareciera nunca se hará realidad.

El Mundo Maya tiene todo el potencial para convertirse en uno de los más grandes atractivos del mundo, uno de los más impresionantes multidestinos que podría competir con cualquiera en el orbe, el reto es trabajar en equipo, de manera transversal y con un plan bien definido en el que participen todos los sectores, los públicos y los privados, los académicos y las comunidades, los empresarios y los ejidos.

Bastaría para comenzar por lo menos con la Península de Yucatán, y que las tres entidades que la conforman trabajaran de manera coordinada para lograr un fantástico e inmejorable desarrollo de producto, ello implicaría, claro, que los tres gobiernos estatales se pusieran de acuerdo, y eso, como se imaginan mis ocho lectores, es pura utopía, la gran Utopía del Mundo Maya, ponerse de acuerdo…

 

 

 

 

 

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