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Revista Latitud 21
Categoría:

Libro Ecología y Espiritualidad

Capítulo V • Niveles de conciencia

por ahernandez@latitud21.com.mx 3 enero, 2022

 

Uno de los grandes errores de la sociedad moderna es la tendencia a atribuir valor a los seres humanos de acuerdo con sus niveles de consumo. Este comportamiento ha provocado graves conflictos sociales y tuvo tal fuerza que engendró la teoría marxista-leninista de la lucha de clases en el afán de dar a cada quien «según sus necesidades», en vez de «según sus capacidades», como lo pretende el liberalismo económico.

Hoy por hoy, desde el punto de vista de producción y consumo, los  grupos sociales o naciones democráticas y capitalistas son las que han logrado los mejores índices de desarrollo económico. Los sistemas son republicanos, monárquicos, parlamentarios, etc., pero su característica fundamental estriba en el respeto a la libertad individual. Los países de hombres libres y amparados por un estado de derecho son los que mayores logros materiales han alcanzado. Ese estado de derecho se ha visto respaldado por sistemas democráticos. La diversidad en producción y consumo propician también una diversidad en investigación y estudio, y, por lo tanto, un mayor desarrollo tecnológico. Un país desarrollado invierte más en investigación que uno subdesarrollado en educación. Ahora bien, ¿esa diferencia de capacidad productiva, y por ende educativa, los hace superiores?

Si partimos del imperativo ético que nos dice «todos los seres humanos somos fin y no medio», sabremos que los valores más profundos están mucho más ligados a nuestra conciencia del otro, que a la prosperidad económica, de producción y desarrollo. Aunque también es cierto que en la pobreza es muy difícil que haya justicia social. Así pues, en un marco de equilibrio entre conciencia y desarrollo es como más fácilmente puede darse la igualdad de derechos ante la ley, el reconocimiento de los derechos humanos y la justicia social, partiendo de que el ser humano vale más por lo que piensa de los otros, y lo que hace al respecto, que del bien por lo que tiene.

Desde ese ángulo, existe una corriente de pensamiento: la psicología transpersonal, que establece niveles jerárquicos de conciencia, partiendo de un ser humano que se integra de cuerpo, alma y espíritu:

CAUSAL

SUTIL

PSÍQUICO

RACIONAL

RELIGIOSO

MÁGICO

MÍTICO

ARCAICO

De tal forma que en su desarrollo, cada ser humano ha de pasar por todas esos niveles de conciencia.

Cuando un pueblo, como una persona, se encuentra enfrascado en una lucha económica de sobrevivencia, es muy difícil que pueda ir desarrollando su conciencia, pues para todos nosotros lo fundamental es sobrevivir, y ya después aparecen los demás factores.

Esta es una de las razones por las cuales los países del tercer mundo actuamos como lo hicieron los del primer mundo en su momento: tratamos de generar riqueza a través de los recursos naturales. Nunca ha habido ríos más contaminados que el Támesis durante el florecimiento del imperio inglés o el Missisipi antes de iniciar su proceso de reversión, que cuesta miles de millones de dólares.

Hoy se nos pide que hagamos lo que ellos no hicieron ayer. Ahora la cuestión es ¿debemos hacerlo o no?

No debemos verlo como una exigencia exterior, sino interior, de la conciencia. Hoy ya sabemos la enorme interdependencia que existe entre los humanos y la biosfera en su totalidad, de la cual formamos parte.

Y este es un problema, no económico, sino de niveles de conciencia. El agricultor que para sobrevivir tala, roza y quema cuatro hectáreas de selva al año, está ante un problema de sobrevivencia, no de conciencia, y menos de conciencia ecológica. Por milenios la madre tierra ha dado sustento a sus antepasados como lo hace hoy con su familia y con él mismo. Es un problema de niveles de conciencia, de solidaridad y de justicia social: ecología frente a sobrevivencia.

Si el desarrollo económico genera educación y ésta eleva los niveles de conciencia, entonces hemos de pedir a las naciones desarrolladas que impulsen la generación de fuentes de trabajo, para que las personas que sobreviven de la naturaleza tengan opciones más equilibradas de subsistencia.

Pero nuestra petición debe ir más allá, pues hoy se sabe que la gran contaminación no viene de la tala de selvas, sino de la enorme, gigantesca y anónima producción industrial. Y ya sabemos que el 10% de los países (que corresponde a los desarrollados) consumen el 80% de la producción mundial de petróleo, que es de 75 millones de barriles diarios.

De esta manera nos damos cuenta de que debemos valorar más al ser humano por lo que es que por lo que tiene y deberemos interpelar a quienes produzcan más energía para que paguen el precio de lo que aporta en contaminación.

Hoy todos sabemos que a los costos comúnmente aceptados hay que agregar el costo ambiental. Lo que cuesta resanar la naturaleza del daño que le hacemos con la producción y el consumo, sabemos que tenemos y tendremos las tecnologías del futuro para hacerlo. Sólo queda una pregunta por resolver, ¿quién pagará la factura?

Notas al Margen

Conciencia: Darse cuenta.

Diferenciación del bien y el mal.

Capítulo IV • El imperativo ético

por ahernandez@latitud21.com.mx 3 enero, 2022

 

¿En dónde podemos encontrar una norma que nos ayude a hacer lo correcto? ¿En dónde estará la guía conductora que en estos tiempos de tanta confusión nos permita actuar correcta, adecuada y razonablemente?

Si se pudiera simplificar la evolución humana cabría decir que trata del proceso que ha transformado al ser humano de bestia en hombre.

La evolución humana, histórica y social, ha marcado una dirección muy clara, desde las primeras tribus hasta la compleja relación de naciones y ahora en la globalidad: los derechos humanos.

El imperativo ético dice:

El ser humano es fin, nunca medio.

Todos somos iguales ante la ley.

El otro es como yo.

Yo soy nosotros.

El imperativo ético no es una obligación etérea o abstracta. Nos obliga a unos para con los otros, a la justicia, al bien compartido, a la bondad, a la belleza y a la verdad.

Este imperativo es connatural en el ser humano. 

Viene como mandato desde la creación, y los humanos desde siempre lo sabemos válido para todos los creyentes en la creación. Es un designio que nace con ella, implicado ya en el big bang, y es el impulsor de la humanidad, manifiesto en todas las tradiciones espirituales y corrientes humanísticas de la historia

Independientemente de la creencia individual o tradición espiritual de cada uno, ya es universal el reconocimiento de los derechos humanos. Las Naciones Unidas han decretado y tratan de universalizar su valor. El primer derecho humano que todos reconocemos es el derecho a que se respete nuestra propia vida y la de los demás. Es un derecho plasmado en las leyes, las tradiciones y las religiones.

Toda la vida en nuestro planeta depende de la energía captada del sol y de los procesos de transferencia energética que se dan en la biosfera, como son el ciclo del agua, el ciclo del nitrógeno, la fotosíntesis, etcétera.

Podremos concluir con absoluta certeza que nuestra vida como especie humana depende de que no alteremos el medio ambiente más allá de ciertos límites que, sea sin alarmismos histéricos, se encuentran mucho más próximos de lo que la mayoría cree.

Si el imperativo ético, la evolución y el humanismo nos marcan el respeto a la vida como una norma básica, es fácil deducir que el respeto y el cuidado de la biosfera que soporta y permite la vida, son también un imperativo indiscutible.

De esta forma nos podemos dar cuenta de cómo evolución, humanismo, ecología y economía se mezclan hasta fundirse en un todo indivisible. Si omitimos uno de los factores mencionados, inevitablemente tendremos una visión parcial del problema, que nos haría caer en una concepción reduccionista del mundo.

En un mundo globalizado como lo es el nuestro, un error de visión puede significar una gran responsabilidad moral en un sentido o en el otro, ya que nos puede conducir a cometer errores de graves consecuencias humanas, para el presente y para el futuro. Tengo la esperanza de que este libro arroje un poco de luz sobre un tema de tanta complejidad y responsabilidad.

Notas al Margen 

Imperativo: Que impera o manda.

Ética: Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre.

Imperativo ético: Mandato que obliga al ser humano.

Evolución: Desarrollo de las cosas o de los organismos por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.

Big bang; Gran explosión energética, ocurrida hace aproximadamente 14 000 millones de años, de la cual surge el universo.

Biosfera: Conjunto de los medios donde se desarrollan los seres vivos.

El conjunto que forman los seres vivos con el medio en que se desarrollan.

Fotosíntesis: Combinación química producida en los vegetales por la acción de la luz y especialmente la formación de hidratos de carbono.

Energía: Eficacia, poder, virtud para obrar.

Causa capaz de transformarse en trabajo mecánico.

Ecología: Ciencia que estudia las relaciones existentes entre los seres vivientes y el medio ambiente en el que viven.

Economía: Administración recta y prudente de los bienes.

Riqueza pública, conjunto de ejercicios y de intereses económicos.

Ahorro de trabajo, tiempo y dinero.

Ciencia que trata de la producción y distribución de la riqueza.

Capítulo III • Los obstáculos

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021

¿Cuáles son las causas de que las cosas no estén bien? ¿en qué no lo están?, ¿cuáles son las limitaciones de nuestra visión del mundo que nos impiden actuar correctamente? Todos sabemos que algo (mucho o poco) anda mal, que el mundo no está bien orientado, que la justicia, antigüedad clásica, griega y la bondad, la belleza y la verdad, se nos esconden, y nos cuesta trabajo comprender por qué. En medio de un mundo sorprendente de realizaciones maravillosas -podemos llegar a la Luna-, no solucionamos los problemas entre nosotros y vemos cotidianamente cómo imperan la ignorancia, el dolor, la inseguridad, las guerras, así como los contrastes de riqueza-pobreza, poder-impotencia, etcétera. Si la mayoría deseamos mayor justicia, libertad y bienestar, ¿qué nos lo impide?, ¿cuáles son los obstáculos?

El principal obstáculo es la visión mecanicista y materialista que tenemos del mundo. Y esta visión tiene su origen en grandes pensadores que exploraron el mundo en su totalidad después del Renacimiento.

Si comprendemos que somos lo que pensamos, más nuestra esencia espiritual, nos daremos cuenta de que una visión del mundo mecanicista y materialista nos induce a actuar como en un universo mecánico, como máquinas que consumen y producen.

No deseo negar el enorme fruto de la visión cientificista, mecánica, reduccionista, positivista, materialista, empirista y unilateral que impregna a la sociedad en la economía, la política, la educación, la cultura y el arte, etcétera.

Esta visión desarrolló la enorme tecnología que ahora podremos y debemos utilizar como herramienta y no como fin de la humanidad.

De la enorme lista de pensadores con estas características destacan siete por haber establecido paradigmas que actualmente ejercen una gran influencia en el pensamiento humano.

Las ideas esenciales de estos pensadores pueden resumirse de la siguiente manera:

* Francis Bacon: La naturaleza no está viva, es simplemente materia inanimada en movimiento.

* René Descartes: Todo en el universo es mecánico, toda la naturaleza es inanimada, carente de alma muerta, sin vida.

* Isaac Newton: Para comprender mejor la vida hay que reducirla a sus partes (reduccionismo).

* Carl Marx: Todo se reduce a factores de producción y consumo, así como a la relación entre capital y trabajo.

* Jean-Jacques Rousseau: El ser humano es bueno por naturaleza.

* Habermas: No hay ética, moral o justicia, hay sólo acuerdos de «voluntad general».

* Luhman: No hay necesidad de conciencia, las soluciones se encuentran en la «sociología sistémica».

La combinación de estos paradigmas ha generado una sociedad que no cree en la unidad alma-cuerpo, o, lo que es peor, en la existencia del alma. El cuerpo humano y el planeta se conciben como máquinas, que pueden estudiarse separando el todo en sus partes.

Estos paradigmas dejaron fuera de la ciencia el estudio de la conciencia, a la cual no se le reconoció más realidad que la de sus determinaciones neurofisiológicas, y por eso se limitaron los estudios a la memoria, la percepción y el lenguaje, entre otros. Hasta llegar a Skinner, para quien somos sólo respuesta a determinados estímulos. La visión materialista del mundo se posesionó de la humanidad.

A finales del siglo XX surgieron una serie de científicos, pensadores intuitivos y filósofos que anuncian una nueva visión del mundo. El análisis de la ciencia y el pensamiento de occidente y de oriente están planteando nuevos paradigmas, según los cuales el dualismo cartesiano (que afirma la existencia de dos tipos de sustancias: mental y material) es una ilusión. Por ejemplo, para el físico David Bohr, mente y materia forman parte de lo que él llamó flujo universal, que se describe en su teoría del orden implicado.

Por su parte, Hazel Henderson habla de tres caminos en la época actual:

1.- Zona de ruptura: Es en donde la sociedad y su visión obsoleta del mundo se están desestructurando. Incluye cultura, política y valores tradicionales. Esta es también una zona de guerra que sucede entre ideologías, conflictos culturales y religiones, como en las vidas personales que se despersonalizan.

2.- Zona de bifurcación: Es una zona de tensión y de crisis, de incertidumbre y de oportunidad que origina avances y retrocesos en la vida de cada uno de nosotros.

3.- Zona de formación: En esta zona está surgiendo «la nueva conciencia» del poder y responsabilidad humana. Un diálogo que intenta ser horizontal entre pobres y ricos y en la zona de desarrollo de los nuevos paradigmas.

Nos encontramos, pues, ante una época de cambios planetarios, en todas las dimensiones y campos del ser humano, en sí mismo, en la política, la economía, la cultura y en general en lo que conocemos como civilización.

Estamos ante una nueva visión del mundo, en la que la concepción dual y sus paradigmas, después de rendir su fruto positivo para la humanidad, y de los enormes precios que ésta ha pagado, cede su lugar a una visión integrada de la realidad, un mundo en donde el pensamiento lo ha creado todo, un mundo de unidad, que abarca la totalidad, integrada por partes estrechamente relacionadas entre sí.

Así pues, venciendo los obstáculos podremos avanzar con más fuerza en la integración de ecología y espiritualidad, y así formar nuestra nueva visión del mundo.

Notas al margen 

* Renacimiento: Época que comienza a mediados del siglo XV, en que se despertó en occidente un vivo entusiasmo por el estudio de la antigüedad clásica, griega y latina.

* Paradigma: Modelo o esquema de pensamiento.

Capítulo II • Esclarecimientos

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2021

 

 

La intención de este capítulo es establecer claramente la relación que existe en el universo entre el humano y su biosfera, lo cual da significado al título de este libro.

Es fundamental comprender que en la biosfera el que se da cuenta de la relación, de la interdependencia, no es el agua, ni la piedra, ni el árbol, ni el pez, ni el coral, ni el ave, ni el reptil, ni el mamífero marino, ni el cuadrúpedo, ni el bípedo primate, sino el ser humano. Somos los humanos los que, al darnos cuenta de dicha relación, quedamos -o deberíamos quedar– expuestos a que nuestra conciencia, personal o colectiva, nos remuerda cuando no actuemos en consecuencia. El desarrollo de esta conciencia es imperativo en todo aquel que ya se haya dado cuenta de «la relación».

Es un error creer que la naturaleza se subordina al ser humano, o viceversa. Aquélla depende de éste, tanto como éste de aquélla. Lo que diferencia al ser humano de la naturaleza es el espíritu, el mismo que permite establecer una relación entre ecología y espiritualidad. Ya se dijo que existe una interdependencia, y ya nos dimos cuenta de que, hasta ahora, el fin de la creación es lo humano.

También nos hemos dado cuenta de que el ser humano sabe que si continúa explotando irresponsablemente la naturaleza puede provocar que esa interdependencia se desequilibre, lo cual acarreará una serie de cambios en la biosfera que pondrían en peligro la existencia misma de la especie humana. Es fundamental, pues, hacer un uso racional de los recursos naturales, que no altere el equilibrio ecológico, pero que permita el desarrollo de la humanidad. Esta forma de desarrollo la hemos llamado sustentable, porque se puede sustentar con razones. Cualquier acción del ser humano sobre la naturaleza la altera. Lo importante es establecer el análisis racional de esa alteración, de acuerdo con la relación costo-beneficio.

El miedo a la muerte paraliza y la parálisis mata. Esa es la gran paradoja del temor. Si la humanidad, por temor de no alterar el equilibrio de su medio natural, no lo tocara, simple y sencillamente perecería casi de inmediato e involucionaría a su condición de primate. El ser humano vive de la producción, aprovechamiento, distribución y uso de la energía que llega del sol y de la que contiene su biosfera. Para producir y distribuir alimentos para 6 000 millones de habitantes, el ser humano tiene que tocar, alterar, investigar, usar, aprovechar, explotar, usufructuar los recursos “naturales» que existen en el mundo. Esta realidad la tienen que admitir hasta los ecologistas más radicales, porque sin alimentos ni siquiera ellos podrían vivir.

Para el ser humano, la alimentación no es más que un primer paso de supervivencia; resuelve la parte animal, aunque no la espiritual. En esta última se encentra la autodeterminación, la creatividad, el espíritu inquisidor, el sentido de libertad, el uso de razón, la capacidad cuantitativa y cualitativa, el deseo, la cultura, el conocimiento, la conciencia de sí mismo y fundamentalmente imperativo, ético, que es la conciencia del otro.

El ser humano no es un animal creado para vivir eternamente en equilibrio con su entorno, sujeto a leyes naturales (lluvias, sequías, enfriamientos, etc.) que determinen su existencia, sino que él mismo la determina (siempre y cuando no haya catástrofes naturales).

Este hecho concreto es lo que lo convierte en fin y no en medio. Ningún ser humano puede ser medio de un fin que no sea lo humano mismo. Esto es el imperativo ético, y ésta es la única explicación de la creación y de su herramienta, la evolución.

Queda claro entonces que lo natural es medio de lo espiritual, mientras que lo espiritual es en sí mismo.

Pero también, hoy por hoy, nos corresponde desarrollar la conciencia de que la conservación de ese medio debe ser fin, pues de él dependemos. Sólo de esta forma podremos lograr lo que hemos dado en llamar desarrollo económico sustentable.

El ser humano es primero, pero debe estar consciente de que su libertad, en relación con el uso de la naturaleza, no puede degenerar en libertinaje, sino que tiene que ser racional y equilibrada, de modo que le permita sostener las condiciones propias de su supervivencia.

Notas al margen 

Relación: Conexión, correspondiente de una cosa con otra. 

Dependencia: Subordinación a un poder mayor. Relación de origen o conexión.

Interdependencia: Dependencia recíproca.

Raciona: Perteneciente o relativo a la razón.

Arreglado a ella.

Dotado de razón.

Explotar: Utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera.

Sustentable: Que se puede sustentar con razones.

Sustentar: Proveer a uno del alimento necesario.

Conservar una cosa en su ser o estado.

Sostener una cosa para que no se caiga o se tuerza. 

Capítulo I • Definiciones

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2021

 

Con la intención de darle al desarrollo de mis ideas la mayor claridad y precisión posibles, voy a apoyarme en definiciones tomadas de diccionarios y otras obras de consulta cuando lo juzgue necesario. De esta manera se reducirán esas diferencias de significado que suelen surgir sobre todo cuando se tocan temas como los del presente libro. Estas definiciones las incluyo al margen para no entorpecer la fluidez del discurso, y a veces las repito por comodidad del lector. Las palabras, dice Antonio Tovar, son puros instrumentos gramaticales que nos sirven para ordenar percepciones y pensamientos.

La ecología no estudia, por un lado, el medio ambiente (objeto de las ciencias naturales) y, por el otro, a los seres humanos (objeto de las ciencias naturales, sociales, políticas, etc.), sino la relación que existe entre ambos.

En la biosfera interactúan: 1) los seres humanos, 2) los demás seres vivos y 3) los objetos inanimados. Los primeros poseen espíritu, vida y energía; los segundos, sólo vida y energía; y los terceros, nada más energía. Así pues, en la biosfera se da el espíritu, es verdad, pero únicamente porque en ella vive el portador del espíritu, que es el ser humano. Si éste desapareciera, la biosfera quedaría sólo con vida y energía. El que se da cuenta de que la biosfera existe es el ser humano, él es el que se percata de esa relación y, por lo tanto, es el creador de la ciencia ecológica.

Por eso se dice que la ecología es una parte de la sociología que trata de las condiciones de existencia y desenvolvimiento de las sociedades humanas. Esta es la razón por la cual todos los que llevados de una irracional emoción desean el retorno a lo que llaman «la vida natural», no se dan cuenta de que al eliminar lo espiritual, que no es natural, eliminan lo humano, y con ello promueven la involución hacia lo inhumano, hacia la animalidad. Hablar del espíritu de la naturaleza sin incluir la condición humana es usar un lenguaje arcaico, retornar al pasado.

La forma correcta es darnos cuenta, o sea, desarrollar la conciencia de la relación que existe entre espíritu, vida, energía y materia, de ese todo relacionado que hemos dado en llamar biosfera; a la cual, para conservarla como es hoy, no podemos sustraerle ninguno de sus cuatro ingredientes, ni tampoco alterarla más allá de lo que la razón, la experiencia y la ciencia nos indican. De lo contrario, podríamos negarles a los humanos del futuro la oportunidad de ser. Esa es nuestra responsabilidad actual.

Definiciones al margen:

Ecología: Ciencia que estudia las relaciones existentes entre los seres vivientes y el medio ambiente en el que viven.

Parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos, tanto físico como social.

Ciencia: Conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas.

Cuerpo de doctrina metódicamente formado y ordenado, que constituye un ramo particular del humano saber.

Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, físico-químicas y naturales.

Ciencia infusa: Conocimiento infundido directamente por Dios y no adquirido por medios humanos.

Ciencias exactas: Las que sólo admiten principios, consecuencias y hechos rigurosamente demostrables.

Ciencias físico-matemáticas: Las que estudian la naturaleza desde el punto de vista de los movimientos.

Ciencias morales: Las relativas a la filosofía.

Ciencias naturales: Las que tienen por objeto el conocimiento de las leyes y propiedades de los cuerpos.

Ciencias ocultas: Cada una de las que prosperaron en la Edad Media -alquimia, astrología, cábala, cartomancia, magia, etc.- con un lenguaje simbólico incomprensible para los no iniciados.

Ciencias políticas: Las que estudian los principios fundamentales referentes a las relaciones entre gobernantes y gobernados, consideradas a partir del hombre, unidad esencial. 

Espiritualidad: Naturaleza y condición espiritual.

Calidad de las cosas espiritualizadas. Obra o cosa espiritual.

 Conjunto de ideas referentes a la vida espiritual.

Espíritu: Ser inmaterial dotado de razón. Alma racional.

Espiritualizar: Hacer espiritual a una persona por medio de la gracia y espíritu de piedad.

Figurarse o considerar como espiritual lo que de suyo es corpóreo, para reconocerlo y entenderlo.

Biosfera: Conjunto de los medios en donde se desarrollan los seres vivos.

El conjunto que forman los seres vivos con el medio en que se desarrollan.

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