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Revista Latitud 21
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Brenda Santana

El Día del Padre… no es tan padre

por Redacción 12 junio, 2019

Mientras que 90 por ciento de los mexicanos sabe la fecha en que se celebra el Día de la Madre, solo 10 por ciento sabe cuándo se conmemora el Día del Padre, aunque por lo general la mayoría ubica solo el mes en que se festeja, ya que no tiene una fecha fija.

Y es así como cada tercer domingo de junio celebramos a ese hombre que nos ha enseñado la importancia de preguntar con su frase: ‘’No sé, pregúntale a tu mamá’’, además de mostrarnos que nada en esta vida es gratis, por ejemplo cuando dice: “Te presto el coche pero tú le pones gasolina”, o qué tal ese regaño que tanto nos hace  enojar: “Cuando tengas tu casa haces lo que quieras”. 

Pero a pesar de todo, para muchos la primera palabra que aprendieron a decir fue “papá”, ya que es esa persona –en la mayoría de los casos– la que siempre querrá lo mejor para nosotros, por lo que indudablemente merece su festejo en grande, pero lo cierto es que casi siempre se nos olvida. 

¿Y qué tiene de especial el Día del Padre? Nada, pues ni siquiera cuenta con una fecha fija. En todo México y algunos países de Latinoamérica el Día de las Madres es el 10 de mayo, cuando todo se paraliza, no haces planes, no das un respiro de más si no tienes que hacerlo, es el Día de las Madres y ellas son lo más sagrado.

El Día del Padre, en cambio, se celebra el tercer domingo de junio y los progenitores pueden estar felices si sus hijos al menos se acuerdan de la fecha, porque lo más probable es que se les olvide y hagan planes con sus amigos o se vayan solos al cine porque sus amigos sí se acordaron que era el día para festejar a sus papás.

Pobres papás, además de tener que cambiarnos los pañales, pagar nuestra educación y aguantarnos durante la ‘edad de la punzada’, la mayoría de las veces reciben regalos bastante gachos y no los celebran de la misma manera que a las mamás; no se suspenden clases ni se hacen grandes reflexiones, como se hace el Día de las Madres.  

En la escuela por lo general no hay un festival del Día del Padre, al menos no en la fecha marcada para su celebración, por ser esta en domingo, día en que ninguna escuela de educación pública o privada trabaja, y son pocas las que destinan un día entre semana para festejar al “rey del hogar”, aunque claro, no será una fiesta ni remotamente parecida a la que hacen para las mamitas.

Otra situación problemática con esta celebración tiene que ver también con que el padre muchas veces provee el único ingreso económico familiar y prefiere no festejarse a sí mismo para no gastar.

Sumémosle a eso que en ningún lado hay promociones, en cambio cuando se trata de celebrar a las madres hasta Uber regala viajes para que vayas a consentirla, los restaurantes bajan el costo de sus menús si llevas a tu mamá a comer y las tiendas departamentales ofrecen precios de remate en la ropa de mujer. ¿Y las promociones del Día del Padre? La única promoción que necesitarías sería la de la cerveza, pero ni eso.

Y si hablamos en el ámbito Godínez, las oficinas se paran unas horas el 10 de mayo para que las madres tengan su convivio. Hay comida, música y todas la pasan bien. ¡Y hay rifa de regalos! Nadie se va con las manos vacías y eso es motivo de pláticas en los pasillos toda la semana. En contraparte, los papás dan gracias si es que el jefe se acordó que era su día… y  de que tiene hijos, pero lo más probable es que no suceda. 

Y como ya lo dijimos varias veces, mayo es el mes de las madres y junio… ¡también! Sobre todo porque las madres solteras toman por asalto la celebración del Día del Padre argumentando que son padres y madres al mismo tiempo, no pueden dejar pasar la oportunidad de decirle a todo el mundo lo maravillosas madres que son al cuidar a sus hijos ellas solas, sin un padre que no se hizo responsable, por lo que ellas tuvieron que ocupar también ese papel. 

El Día del Padre es una de las celebraciones que queda en segundo plano, cuando debería de ser igual de importante que todas las demás.

Consentir a los papás no debe de ser algo que los endeude toda la vida, simplemente  con un día que lo dejen ser, que no tenga que darle dinero a nadie, que no deba resolver problemas que no le conciernen o que pueda ver el futbol a gusto, tal vez eso lo haga feliz, y, bueno, un abrazo y un “te quiero, papá” nunca estará de más. ¡Felicidades papacitos! 

¿Libertad o esclavitud?

por Redacción 23 mayo, 2019

Te levantas todos los días a la misma hora, te arreglas y sales de tu casa rumbo a la oficina. Al llegar, un habitual pitido te recibe cuando checas tu hora de entrada con tu gafete en el aparato lector de la recepción. Te sientas en tu escritorio con la primera taza de café del día en la mano y así transcurren las siguientes ocho o 10 horas de tu vida. Al finalizar la jornada laboral, el mismo pitido que te recibió te despide. 

Si eres una persona activa, tal vez te dirijas al gimnasio o compartas un café con una amiga, si no lo eres tu casa te recibirá gustosa para un pequeño rato de ocio con Netflix antes de ir a la cama. Y así, sin más te encuentras atrapado en la pesadilla de todo millennial: la gris y rutinaria vida corporativa.

Muchas personas seguramente odiarían convertirse en un Godínez y muchas otras se niegan a aceptar que ya lo son; otros espíritus ‘rebeldes’ se convertirán en un ente llamado freelancer, cuya función básicamente consiste en trabajar por cuenta propia en proyectos de su profesión para terceros, y es remunerado de acuerdo con los resultados obtenidos.

Si algo envidian los Godínez es trabajar en casa, no sufrir el tráfico mañanero, levantarse a la hora que quieran y trabajar en pijama. Parece como el paraíso laboral. En cambio, muchos freelancers ansían trabajar en un lugar fijo y tener todos los beneficios de estar en una empresa. 

Ahora hablemos de algunas ventajas y desventajas de cada situación, comenzando por el horario. Este punto es el más envidiable, ya que el freelancer tiene la libertad de trabajar a la hora que crea que es necesario, y en su cama si es posible, y los Godínez tienen un horario fijo, todos los días, para entrar, salir a comer e ir a sus hogares.

La verdad es que en este punto los Godínez salen ganando, ya que si hablamos de ingresos, por poco que ganen en una empresa saben que tienen un dinero asegurado al final de la quincena, mientras que nuestros contrincantes en esta batalla comparativa sufren por encontrar los clientes. Hay meses que les puede ir bien, pero también habrá meses que no tengan trabajo o, como ellos le llamarían, ‘’proyectos’’. 

Ahora hablemos de los viernes, el día preferido por todos los Godínez. Como ya es bien sabido, no hay nada que proporcione tal emoción de felicidad absoluta que este preciado día, pues es cuando comienzan los planes para disfrutar el respectivo descanso de fin de semana, ir a la playa, al cine, por un café y si tus ingresos te lo permiten ir a conocer un destino turístico. En cambio, con el trabajo de freelancer no sabes qué fin de semana podrás disfrutar, ya que si te encargaron un proyecto importante tendrás que  trabajar hasta el domingo muy tarde. 

Pero si ponemos en esta lista de ventajas el término break, no existe en el vocabulario de un Godínez, no hay manera alguna de que puedan salir a ver una película a las 3:00 de la tarde. Trabajando  freelance, sí, todo es cosa de organizarse. Si trabajas como godín tienes que aprovechar tu hora de comida para ir al banco, pagar algunas deudas, etc., lo cual no es nada agradable, ya que las filas a esas horas son largas en todos lados. En cambio, trabajando en casa puedes darte un break a las 11:00 de la mañana, cuando no hay tanta gente, y distribuir mejor tu tiempo. Los descansos en la oficina son cuando sales por un cafecito o para ir al Oxxo; en cambio, en casa hasta te puedes echar una siestecita siempre y cuando no tengas pendientes.

Y como último punto hablemos de otra ventaja de los freelancers sobre los Godínez, que es la de poder mandar por un tubo a sus clientes, y es que si sienten que el cliente al que le están trabajando simplemente ya no les cae o se porta muy grosero, pueden mandarlo a volar sin consideraciones, total clientes hay un montón, en cambio los Godínez no pueden reprochar, son esclavos del sistema y no tienen opinión.

Y es que todos nos ganamos la vida de una u otra manera; hay quien prefiere enlistarse en las interminables listas de Godínez y tener un horario fijo, un jefe, un sueldo constante, o bien algunos más arriesgados se vuelven freelancers. Cada modo de trabajar tiene sus pros y sus contras, es cuestión de decidir la manera que más te conviene. 

San Valentín Godín

por Latitud21 Redacción 1 febrero, 2019
Brenda Santana
bsantana@latitud21.com.mx


Atrás quedaron las fiestas de fin de año, los árboles decorados, los nacimientos, las posadas y las luces de colores. Termina enero, mes en el que se disfrutó de la ‘partida’ de rosca, y hay dos fechas que a todo Godín le emocionan: el 2 y el 14 de febrero. 

Pasada la indigestión por el abuso de tamales en la celebración del Día de la Candelaria, una nueva festividad aparece en el horizonte: el Día del Amor y la Amistad, una oportunidad para expresar el lado cursi que llevas muy, muy dentro de ti para dar un pequeño detalle, o simplemente para ver cómo el amor florece entre los cubículos de tu centro laboral; y es que en el mundo Godinez alguna vez se ha hecho escuchar la frase “yo jamás andaría con alguien de la oficina”, pero pocas veces se cumple esta máxima debido a la naturaleza de las interacciones humanas, que pone a los empleados en constante riesgo de relacionarse sentimentalmente con algún compañero del trabajo, con todas las restricciones y oportunidades que esto conlleva y sin discriminar noviazgos entre jefes directos, superiores, inferiores y demás jerarquías que establece el organigrama.

Sabemos que si tu amor se ha desarrollado en el entorno laboral no es recomendable que le lleves mariachi a la dueña de tus quincenas, pero eso no es en absoluto algún obstáculo para demostrar el amor Godín que se tienen, pues hay muchas otras maneras de demostrar ese sentimiento; por ejemplo, no falta la enamorada que le lleva el desayuno en forma de corazón a su “peor es nada”, o los típicos post-its con mensajes cursis que encuentra la damita Godín pegados en su escritorio, y ni hablar del enamorado secreto que ese día aprovecha para dejar algún detalle, obvio sin remitente, para parecer más misterioso, aunque todos ya saben que es el de contabilidad que lleva enamorado tres años de la recepcionista, quien generalmente es la única que no se ha dado cuenta.  

Pero esta festividad no solo la celebran los enamorados de la oficina, los Godínez también saben ser buenos compañeros y lo demuestran con hechos tan sencillos como la damita Godín que regala las típicas paletas en forma de corazón, chocolates o bombones a cada uno de sus colegas, o la de recepción que te manda ese correo deseándote un Feliz Día del Amor y la Amistad, el cual viene acompañado por la primera imagen que encontró en internet al escribir en Google Día de San Valentín, misma que generalmente es un cupido.

Y no olvidemos el compañerismo que se tiene a la hora de decorar la oficina con papeles en forma de corazón, los cuales fueron impresos con recursos de la empresa, y a color porque es un día especial, ¿o no? También esta fecha es la excusa perfecta para almorzar fuera de la oficina con tus colegas, o para ir por un trago a algún bar para celebrar la ocasión.

Pero no todo termina aquí, actualmente para esta tan esperada celebración en muchas oficinas se acostumbra realizar el tradicional juego del “amigo secreto”, una dinámica que muchas veces es planeada por los empleados y apoyada por la compañía; el chiste de esto es que cada quien elige al azar  a otra persona y, durante una semana completa, todos los días debe darle un detalle. De este modo, no solo a aquellos con novios cursis les toca un poco de cariño en este día. Aunque algunos prefieren que les pasen como “por un ladito”, dando a entender que este tipo de acontecimientos no les interesa; estos son conocidos como  los ‘grinch’, porque odian las muestras de amor más que las canciones de Paquita la del Barrio, ya sea porque acaban de terminar una relación o porque para ellos es una fecha comercial e intrascendente, y prefieren ahorrar el dinero de la tanda. 

Celebrar el Día del Amor y la Amistad en la oficina no solo se trata de los regalitos y detalles, te ayuda a olvidar, aunque sea un rato, que estás ‘foreveralone’, ya que se convierte en el pretexto propicio para compartir entre compañeros, y contribuye al fortalecimiento de la confianza, el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia hacia la empresa.  

Año nuevo, hábito reciclado

por Latitud21 Redacción 7 enero, 2019

Brenda Santana

Brenda Santana / bsantana@latitud21.com.mx

Ser Godínez es más que un estatus, es un estilo de vida que practica la clase trabajadora de nuestro país, aunque muchos se nieguen a aceptarlo y les enfade la etiqueta de ‘godín’. Estos tienen sus momentos buenos, entre ellos las esperadas fiestas decembrinas, por lo que si lograron sobrevivir un año en la empresa obtendrán recompensas como el aguinaldo y, los más suertudos, vales de despensa, bono navideño y caja de ahorro.

Otra de las recompensas que todo ‘godín’ que se respeta espera es el festejo de fin de año, el único día en el que todos se ponen de acuerdo para respirar aires fuera de la oficina, alejados de los monitores y de las caras largas de los compañeros amarguetas o de los jefes mala onda; es entonces cuando los Godínez le hacen competencia al mejor de los magos en eso de desaparecer la quincena a los pocos días de recibirla. 

Les encanta ese sentimiento de pasar la tarjeta una y otra vez, sin preocuparse por nada más que adquirir el vestido o traje que usarán en la cena de fin de año, en donde los jefes se ponen espléndidos y ofrecen a sus trabajadores un “manjar’’ en algún restaurante bonito, bueno, eso si tienen suerte, si no les tocará al menos un festejo dentro de la misma oficina, en donde brindarán con sidra y degustarán los antojitos de la fonda más cercana.

Sea cual fuese el caso, por tradición este tipo de festejos incluye la tan esperada rifa, en la que los oficinistas esperan con ilusión ganarse el mejor regalo, que generalmente es una pantalla, o si no por lo menos obtener un tostador de pan, un pavo o ya “de perdis”, un certificado para un café de Starbucks, que los afortunados reciben en medio de risas y aplausos.

Aunque claro, la felicidad sería mayor si el jefe regalara aumentos de sueldo, prestaciones, o días extra de vacaciones, pero por desgracia eso no deja de ser solo un sueño.

Como parte de la fiesta no puede faltar el intercambio de regalos entre los Godínez, ese momento tan esperado, luego de que días antes la administradora de la oficina les hace sacar el papelito con el nombre de su “amigo secreto”, al que para no complicarse la vida buscando algo con base en el carácter, la personalidad y los gustos del compañero, terminan obsequiando un certificado de alguna tienda departamental. ¡Ah!, pero algunos se ofenden si reciben lo mismo, y no falta el que dice que es la última vez que participa.

Y si le tocó la “fortuna” de que su amigo secreto sea el jefe, la situación se complica porque tiene que quedar bien, ni modo que le dé un certificado como se lo habría dado al compañero de al lado, así que tendrá que ir a una buena tienda, aunque se endeude por los próximos 12 meses.

Al finalizar estas celebraciones se presenta un fenómeno que la gran mayoría de los Godínez han experimentado, y este es el terror que sienten al ver su estado de cuenta del mes de enero, que incluye las deudas acumuladas por la cena de Navidad, la del Año Nuevo, Día de Reyes o las contraídas a lo largo del maratón Guadalupe-Reyes o con cualquier otro pretexto oficial para deshacerse de su quincena.

Reflexionando en lo anterior, enero no debería de ser el inicio de un camino pesado y lleno de deudas en el que se espera con ansia el depósito de la primera quincena para empezar a pagar los gastos de diciembre, o haciendo  fila en la casa de empeño cargando la televisión o las bocinas que se ganaron en la rifa de la posada para saldar las cuentas. 

Debería de ser un mes de nuevos planes, sin cargas ni contrapesos que nos impidan realizar nuevos proyectos. No deberíamos de vivir pagando cosas pasadas por la mala administración de las finanzas personales que llevamos durante todo el año. 

Imagina que comienzas el año con un buen apartado de dinero en una cuenta de inversión o simplemente debajo de tu colchón, con un fondo de ahorro de varios meses de tus gastos y sin deber nada. Ese sería el inicio del año nuevo ideal.  

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