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Revista Latitud 21
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Cuarto de Huéspedes

La inteligencia de los contratos inteligentes

por Latitud21 Redacción 28 febrero, 2018

Como ya lo hemos comentado en anteriores columnas, la irrupción (y disrupción) de la inteligencia artificial seguirá dándonos sorpresas y temas de qué hablar, dada la forma en que incidirá en la vida cotidiana y en la forma de hacer negocios en el mundo. Día tras día seguiremos viendo cómo la ficción se va convirtiendo en realidad.

En esta ocasión nos ocuparemos de algo que aparece cada día más frecuentemente en los periódicos en las secciones de finanzas y negocios y en los blogs relacionados con esta materia, me refiero a los smart contracts o ‘contratos inteligentes’.

Comencemos por el concepto de estos contratos inteligentes. Son acuerdos, sí, entre partes que lo más probable es que no se conozcan, que tal vez no hayan tenido un contacto previo y que posiblemente tampoco tendrán un contacto posterior.

Se trata de protocolos informáticos que con base en lo que se conoce como blockchain (tecnología que ha permitido el surgimiento de las criptomonedas) permiten a las partes verificar los términos y hacer cumplir un contrato en forma automática. Estos facilitan el comercio electrónico y privilegian el hecho de evitar la intervención de intermediarios a través de la verificación electrónica del cumplimiento de sus obligaciones y la ejecución automática del contrato.

La operación se realiza por medio de una plataforma en la nube, en donde los documentos como la carta de crédito, el embarque y la solvencia de la transacción están previamente validados y certificados por las entidades financieras. Los contratos inteligentes tienen la ventaja de ser autoejecutables cuando alguna de las partes cumple una de las condiciones, como, por ejemplo, la entrega del producto. Una vez que los usuarios combinan sus claves y se genera un bloque en la cadena se activan los pagos, entregas y derechos del contrato.

Es decir, parten de la base de definir los supuestos y sus consecuencias, para que así se pueda fácilmente verificar y ejecutar el contenido del contrato en cuestión. De esta manera, si debe hacerse un pago contra la entrega de cierta mercancía, a través de un sistema GPS y la firma electrónica del receptor, el cargo a la cuenta del comprador se lleva a cabo automáticamente, sin que se haga necesaria la intervención de una persona que gire una instrucción o efectúe alguna acción para que el contrato se cumpla.

De igual manera se pueden bloquear cuentas automáticamente ante la falta de pago de un deudor, a fin de que deje de tener acceso a fondos o a mercancías hasta que no se ponga al corriente con sus pagos, sin necesidad de notificaciones ni abogados.

Evidentemente resulta muy atractivo pensar en evitar las consecuencias de afrontar el incumplimiento de tu contraparte en un contrato, ya que cada vez que alguien incumple se hace necesario contratar abogados, se generan gastos, se pierde tiempo -a veces años – y todo ello pone al negocio en jaque. Implica, además, echar a andar el aparato de justicia, el cual debería dar la razón a quien fue víctima del incumplimiento, lo cual sabemos que en cualquier lugar del mundo no necesariamente ocurre.

Por supuesto esto no busca sustituir a los abogados ni a los impartidores de justicia, pero es innegable su atractivo como un elemento que permita agilizar las transacciones comerciales en un mundo globalizado, indispensable para que la maquinaria comercial y financiera, en ese nuevo mundo, opere sin mayores obstáculos.

En noviembre de 2017, una de las primeras aplicaciones de estos contratos fue la colaboración de BBVA y Wave para llevar a cabo una exportación entre México y España, en la que la compañía de alimentos Frime, de Barcelona, compró más de 25 toneladas de atún congelado de Pinsa Congelados, de Mazatlán. BBVA señala que el pago se realizó utilizando una carta de crédito, el sistema de pago más común en las transacciones comerciales internacionales donde BBVA España emitió la carta y BBVA Bancomer procesó el pago.

Este fue el primer piloto de un contrato en blockchain para automatizar el envío electrónico de documentos en una transacción de importación y exportación entre Europa y América Latina. Las tecnologías de Distributed Ledger Technology (DLT) y blockchain simplificaron el tiempo requerido para verificar y autorizar una transacción de comercio internacional, y aceleraron el proceso a 2.5 horas. BBVA señala que este procedimiento permitió hacer la transacción de una manera más segura que el método tradicional.

Estamos frente a una manifestación de la inteligencia artificial que nos permite comprender la forma en que la generalización de millones de transacciones comerciales diariamente, de un país a otro, podrán ser procesadas eficazmente sin suponer intervención humana.

Si bien los sistemas judiciales de cada país deberán de persistir soberanamente, coincido con la afirmación del Foro Económico Mundial que señala que la principal ventaja de los contratos inteligentes es la certidumbre sobre los derechos de propiedad, sin importar la jurisdicción de los países. O sea, algo que aplique más allá de las fronteras, como corresponde a la globalización en que vivimos crecientemente.

Lo que empresas turísticas no deben hacer en casos de crisis

por Latitud21 Redacción 28 febrero, 2018

En  junio del 2016, mientras la familia Graves disfrutaba de unas vacaciones en el Disney World Resort de Florida, un cocodrilo arrastró a su bebé de dos años a uno de los lagos artificiales del complejo y lo ahogó. La tragedia puso en el ojo del huracán a la empresa que se supone opera “el lugar más feliz sobre la tierra”.

Medio año después, en enero de 2017, el sector turístico mexicano y el mundo observaron entre sorprendidos y aterrados las escenas del tiroteo en el Blue Parrot, en Playa del Carmen. Fue un crudo golpe de realidad que se ha vuelto recurrente y que ha traído una serie de riesgos y retos para la industria de la hospitalidad, en el Caribe y todo México.

Ambos hechos muestran ejemplos extremos de cuando algo se pone feo para empresas del sector, y nos recuerdan la importancia de que estén preparadas para atender este tipo de incidentes a tiempo y con ello evitar que se afecte el desempeño del negocio.

Las incidencias que se traducen en crisis de imagen son muy variadas y en muchos casos responden a factores totalmente externos que no se pueden controlar.

Por ello, más que enfocarnos en cómo evitarlas o ir a sus causas de fondo, en este texto señalamos los errores comunes que hay que evitar para poder contener o neutralizar su impacto, desde el punto de vista de la protección de marca.

Crisis ponen a prueba a las empresas 

La forma en que manejan una crisis pone a prueba a la empresas y sus cabezas. Un asunto en apariencia intrascendente pero mal manejado puede derivar en un escándalo mayor y llegar hasta, por ejemplo, la caída del precio de la acción. Por el contrario, un asunto grave pero atendido en tiempo y forma puede concluir como solo un aprendizaje interno.

La diferencia entre uno y otro puede estar en no incurrir en estos errores de dirección y de comunicación empresarial:

Minimizar Vs. medir con precisión

No se trata de apanicarse ante el menor incidente. Pero sí identificar cuando un hecho tiene el potencial de convertirse en un escándalo público. Cierto que es imposible anticipar los vericuetos de tantos tipos de situaciones, pero en general hay que confiar en el sentido común y preguntarse: ¿Qué pasaría si esto se hiciera público?, ¿quiénes son los afectados y qué reacciones o impacto pueden tener allá afuera?

En caso de duda, siempre se puede recurrir a terceros con visión neutral o experiencia específica que te ayuden a medir, por ejemplo, si una queja en redes sociales o una denuncia en medios tiene un impacto más allá del normal y qué tipo de atención requiere.

Improvisar Vs. planear

El mejor ingrediente para que un hecho cotidiano alcance el nivel de escándalo es la improvisación. Un plan de atención a emergencias y recuperación o continuidad de negocios debe incluir un esquema básico de comunicación de crisis. Los elementos mínimos que este debe definir son: los responsables de tomar decisiones, los voceros o caras visibles para cada tema, y encargados de ejecutar acciones preventivas o correctivas.

Aplazar o evitar decisiones necesarias

Cuando un incidente está poniendo en riesgo la imagen de tu empresa y puede impactar la reputación en el largo plazo, es momento de tomar decisiones. Muchas de ellas serán difíciles y dolorosas, pero son el único camino para evitar un desgaste mayor. He presenciado casos en que el director de una empresa convoca a infinitos comités o consulta a innumerables asesores, tratando de aplazar o evitar la decisión que solo a él le corresponde. La planeación referida en el párrafo anterior ayuda a evitar esto. Las decisiones y acciones deben ser equivalentes al tamaño del problema.

Como resultado del incidente con el cocodrilo, Disney reconoció de inmediato las omisiones que lo causaron, dio apoyo total a la familia y eliminó toda alusión –que eran muchas– a ese tipo de animales en sus desfiles y atracciones.

No buscar la ayuda experta 

en el momento adecuado 

Liderar o administrar un hotel o cualquier otra empresa del ramo ya es suficientemente complicado como para pretender que cada uno se vuelva un experto en comunicación o manejo de crisis. Para ello están los expertos.

Lamentablemente, con frecuencia se incurre en el error de minimizar las situaciones, apostar a que la suerte evite el escándalo mayor o considerar que el asesor es una alternativa cara o ‘exagerada’. Hasta que ya no lo es.

Se suele acudir a los expertos cuando las situaciones han alcanzado nivel de alarma y cuando ya se han generado muchos daños de imagen que se pudieron evitar.

Cualquier inversión en un apoyo de este tipo siempre será menos desgastante y costosa que el menor de los incidentes.

Empresas como Disney lo saben y por eso actuaron como lo hicieron en el caso referido. Gracias a ello, el incidente fue resuelto sin siquiera una demanda de la familia, y los consumidores mantenemos la confianza suficiente como para seguir viendo a Disney como un destino al que queremos ir.

Vale la pena tomar nota.

Toronto: nada es casualidad

por Latitud21 Redacción 1 febrero, 2018

He comentado anteriormente sobre algunas de las características de Toronto, la ciudad en la que he pasado buena parte de este año y en donde viven dos de mis grandes amores: mi hija y mi nieto. Condiciones que la hacen una ciudad ejemplar, que recibe constantemente el reconocimiento como una de las ciudades con mayor calidad de vida del mundo.

Hoy me referiré a otro descubrimiento que he hecho de esas formas de participación ciudadana, al lado de un gobierno responsable, a través de la cual los ciudadanos se hacen cargo de garantizar una mejor ciudad y un mejor barrio para los residentes del futuro. Me refiero a las Business Improvement Areas (BIAS), que llamaremos en español Distritos de Mejora de Negocios.

Se trata de asociaciones de empresas vecinas que se comprometen a organizarse y contribuir de diversas formas para financiar proyectos en una colonia. Estas asociaciones público-privadas parten de la demanda de los habitantes de las colonias y les permiten sufragar un servicio público adicional a los que ofrece la ciudad. Los distritos y sus miembros buscan atraer clientes, estimular la economía y apoyar a la comunidad haciendo de la zona un lugar atractivo para vivir y hacer negocios.

Al participar en estas BIAS, las empresas generan estrategias de marketing regionales, reuniones de negocios, promoción del comercio y eventos para atraer visitantes e inversión al barrio, como sería el caso de festivales para facilitar negocios. Adicionalmente se hacen cargo de la renovación de servicios públicos e instalación de espacios comunitarios.

Para entender cómo son financiadas, se puede observar el caso de la provincia de British Columbia. En esta operan 58 de estos distritos, los cuales contienen 60 mil negocios involucrados activamente. El financiamiento depende de una contribución que los establecimientos comerciales e industriales aportan según su tamaño (metros de frente a la calle), siendo este el método más común de financiamiento. La aportación se paga al mismo tiempo que el impuesto a la propiedad.

El primer Distrito de mejora de negocios se estableció en Ontario en 1969, cuando los empresarios en la zona Bloor West Village de Toronto se acercaron al gobierno provincial buscando alternativas para revertir el declive comercial y el deterioro del mobiliario urbano de la zona.

En 1994 la ciudad de Los Ángeles, por medio de su City Clerk, adoptó este modelo. En Los Ángeles existen 40 distritos que han adoptado la forma del BIAS en regiones como Downtown, Hollywood, Westside, Harbor y San Fernando. Algunas de las iniciativas urbanas que estos financian son: patrullaje de seguridad privada, limpieza de banquetas y mantenimiento, y en la parte de promoción de negocios realizan iniciativas de marketing y eventos especiales.

Por otro lado, está el BIA de Los Angeles Downtown Industrial District, el cual si bien también se enfoca en el desarrollo económico, programas de comunicación, mantenimiento y seguridad, también atiende servicios sociales como es el caso de personas sin hogar, empleo y vivienda accesible. Actualmente Toronto tiene dos iniciativas de mejora del espacio público mediante estos distritos: accesibilidad a personas con discapacidad y ahorro energético.

Estos ejemplos de cómo llevar a la práctica iniciativas que pueden ser costosas o difíciles de implementar, tanto para los sectores público como privado, son de gran valor en un mundo en el que las asociaciones público-privadas toman cada vez mayor importancia. Estos modelos permiten combinar los recursos y habilidades de ambos sectores, así como les permiten compartir los riesgos y responsabilidades.

Como se puede ver en los distritos de Los Ángeles y Toronto, son los negocios de la zona los que apuestan a sus propias comunidades, apoyados por el gobierno, para resolver temas que les preocupan como son la seguridad y el mantenimiento de sus colonias, haciendo esto por medio de modelos que se adaptan a sus propias necesidades y sobre los cuales puede haber un control del gasto de recursos, así como de los resultados.

Ojalá que en México tomemos nota de estas formas de participación de la ciudadanía y sus empresas en el mejoramiento de su entorno para el desarrollo de negocios, tan importantes para garantizar la viabilidad económica de un conglomerado humano de la complejidad del nuestro. Que Toronto sea una gran ciudad, no es casualidad.

La identidad, clave para la mercadotecnia inteligente

por Latitud21 Redacción 1 febrero, 2018

La clave para una mercadotecnia eficaz siempre ha sido conectarse con las personas en el lugar donde pasan mayor tiempo y en el momento en que están más receptivas. Hace una década eso significaba llegar a ellas a través de canales como televisión, radio y medios impresos.

La realidad de hoy es muy diferente. Necesitamos conectar con las personas a través de docenas de canales y dispositivos. Y aunque los dispositivos nos dan datos (por medio de IDs, cookies, e-mails, etc.), tenemos que recordar que son las personas, no los aparatos, con quienes necesitamos relacionarnos.

Por lo tanto, si deseas volverte experto en mercadotecnia inteligente, debes saber que cada señal que crea un consumidor es una clave de su intención, de sus deseos y de sus necesidades, y para que esas claves tengan sentido debes entender cómo corresponden al consumidor, es decir, debes entender la identidad de las personas.

La mercadotecnia ha cambiado mucho. Ya no se trata de dar rienda suelta a la creatividad y crear piezas llamativas. Hoy en día un responsable de marketing inteligente necesita recopilar, analizar, estudiar, medir y aplicar los datos que él mismo ha conseguido para alimentar sus estrategias. Así crea experiencias y estrategias personalizadas para su público objetivo con mayor facilidad y efectividad.

En su núcleo la mercadotecnia exitosa es la capacidad de una marca para atraer y conectarse con nuestra naturaleza humana: nuestras cualidades psicológicas y sociales. Suena bastante simple, pero no lo es. Las expectativas y el comportamiento de los consumidores de hoy introducen obstáculos que las marcas deben navegar para hacer y mantener esa conexión con los clientes.

Para la mayoría de los comerciantes, los datos sociales se quedan en la plataforma social, los datos de CRM se quedan en la concesionaria y los datos televisivos y en línea se alojan en hojas de cálculo separadas. Más importante aún, esas acciones y conductas no se vuelven a correlacionar con el comprador —no hay una fuente verdadera de la identidad—. Desde luego, el objetivo es enlazar el teléfono móvil, la computadora de escritorio, la caja de cable y la cuenta de Facebook de la mamá —así como entender cada interacción que tuvo durante el proceso de compra del auto— para brindarle al comerciante la oportunidad de ofrecerle una experiencia más personalizada en cada etapa del camino.

Avances en gestión de identidad

¿En qué aspectos deben enfocar los comerciantes sus esfuerzos hoy en día? El primer paso es reunir todas las direcciones de correo electrónico, nombres de usuario en redes sociales, IDs móviles y cookies de Internet para construir el perfil de un usuario. Por lo general, el comerciante posee algún dato conocido, como un correo electrónico o domicilio físico, para identificar a una persona. Sin embargo, en ocasiones el comerciante necesita utilizar alguna referencia para crear un perfil de usuario para una persona ‘desconocida’.

La gestión de identidad comienza por conectar los datos de usuarios conocidos (y responsablemente recopilados) y adjuntarlos a una ID anónima. Luego, utiliza métodos probabilísticos para crear enlaces entre gente desconocida y dispositivos, y utiliza algoritmos para predecir cómo los grupos de identificadores pertenecen a la misma persona.

La gestión de la identidad es mucho más que solo crear una ‘gráfica de dispositivos’ masiva de IDs que relacionan a la gente con sus dispositivos. Para que la identidad tenga impacto se requiere ciencia de los datos para aplicar inteligencia a conjuntos de datos masivos, así como capacidades en tiempo real para enlazar las asociaciones entre las IDs en el momento en que se reconoce al consumidor en una cantidad cada vez mayor de canales y dispositivos.

Todas las plataformas de mercadotecnia actuales incorporan algún tipo de solución de identidad. Algunas ven el mundo a través de la lente de la identidad de correo electrónico y buscan conectarse con el consumidor conocido mediante cookies.

Sin embargo, para mantenerse al frente, los comerciantes deben contar con acceso a datos más completos que incluyan no solo direcciones de correo electrónico y cookies basadas en navegador, sino también señales de redes sociales, servicios, aplicaciones y transacciones de compra. La clave para aprovechar la identidad requiere que los comerciantes diseñen una estrategia para el futuro con unos cuantos preceptos básicos: cada señal es relevante, las señales deben relacionarse con una persona y todas esas señales forman las bases para brindar mejores experiencias con la marca.

 

India: envidia de la buena

por Latitud21 Redacción 2 enero, 2018

¿ Por qué nosotros no, caray? Preguntó con frustración mi querida amiga Xóchitl cuando le adelanté en una comida el contenido de esta columna. Conviene voltear a mirar de cuando en cuando a aquellos países cuyo desempeño económico parece sensiblemente mejor al de México, para buscar aquellos aspectos que pudieran explicar, en alguna medida, por qué ellos sí consiguen esos logros de crecimiento y desarrollo y nosotros no.

En esta ocasión, invito a mis lectores a echar una mirada a la pujante economía de la India, cuyo PIB creció 7.1%, respecto al 2.3% mexicano durante 2016, y en particular a una medida que ha llamado mi atención, relacionada con la implantación de un Impuesto General a las Ventas de Bienes y Servicios, conocido como GST (Goods and Services Tax).

Dicho gravamen me parece que sería equivalente a aquel impuesto generalizado al consumo que, aparentemente, formaba parte del proyecto económico de la administración de Enrique Peña Nieto y el cual fue, desafortunadamente a mi parecer, descartado en lo que pudo ser una negociación con la oposición para sacar adelante otras importantes reformas estructurales. Veamos el contexto económico en que esta medida es adoptada por el Parlamento indio.

Empecemos por señalar que estamos hablando de una economía que, según un estudio publicado por la consultora PWC, habrá de ocupar en 2040 el segundo lugar a nivel mundial, solo por debajo de China y, desde luego, superando a Estados Unidos. Ese mismo informe prevé un crecimiento del PIB indio entre 2017 y 2050 del orden de 4.9% en promedio, lo que haría que la India represente en 2050, 15% de la economía mundial, el doble de lo actual.

El crecimiento previsto de la población será un factor importante para explicar el crecimiento esperado, pero no será ni el único ni el más importante, ya que el incremento en la productividad, derivado de cambio tecnológico, representa el mayor estímulo.

Este panorama no solo sugiere que se han hecho las cosas muy bien, sino que se acompaña ahora de esta reforma fiscal que busca fortalecer la recaudación y, por ende, la capacidad del país de llevar a cabo las inversiones sociales y en infraestructura necesarias para sostener un crecimiento de esas dimensiones y que se traduzca en un mayor desarrollo.

El Parlamento indio aprobó la ley del Goods and Services Tax  en agosto de 2016, y entró en vigor el 1 de julio de 2017. Esta reforma busca reemplazar los impuestos estatales, que hacían que las empresas enfrentaran diversas reglas fiscales.

Uno de los objetivos de esta reforma consiste en cambiar el bajo número de declaraciones de impuestos de los ciudadanos, ya que solo cuatro por ciento paga impuestos directos según The Economist, asignando mayor peso a un impuesto indirecto al consumo, y simplificando y digitalizando el pago.

El GST es un impuesto indirecto al consumo con tasas variables según el tipo de bien (a diferencia de la tasa de 16% del IVA mexicano y sus exenciones). Alrededor de siete por ciento de los bienes en la economía tienen una exención de 100%, mientras que 31% de los bienes poseen un impuesto reducido de entre cinco y 12%. La mayoría de los productos (43%) poseen un impuesto de 18%, mientras que el impuesto más alto de 28% aplica a 19% de los bienes en la economía. Por ejemplo, la exención de 100% a bienes aplica a cereales, lácteos y sal, mientras que el impuesto de cinco por ciento aplica al azúcar, café, medicinas y aceites. Los jugos, bebidas y productos azucarados poseen un impuesto de 12%. En cambio, la tasa común de 18% se aplica a productos como jabones, fibras, aceites y productos manufacturados. Por último, la tasa más alta de 28% se aplica a grandes bienes manufacturados como automóviles y bienes de lujo.

En el caso de servicios se plantean tres niveles: en el primero una exención de 100% a servicios educativos, de salud, residencial y hoteleros con precios menores a mil rupias (294 pesos). En el segundo nivel se cobra cinco por ciento de impuestos sobre servicios de transporte como boletos de tren y de avión, así como a espacios publicitarios. En el siguiente nivel se cobra de 10 a 12% sobre el precio de servicios de telecom, financieros, restaurantes y hoteles con precios entre las mil y siete mil 500 rupias. Por último, la tarifa más alta de 28% se cobra sobre los boletos de cine, juegos y sorteos y hoteles con precios mayores a las siete mil 500 rupias.

Hoy en día México tiene la recaudación más baja entre los países de la OCDE, y está por debajo del promedio latinoamericano de recaudación como porcentaje del PIB, con alrededor de 18%. Si bien estos han aumentado con la Reforma Fiscal, aún es necesario mirar otros modelos recaudatorios. Tal es el caso de India, país que con la adecuada voluntad política ha puesto en marcha las reformas necesarias para aprovechar los recursos del periodo de crecimiento en el que se encuentra y al mismo tiempo reducir los costos para hacer negocios. ¡Bien por la India!

¿De qué te sirve ser el mejor si no lo comunicas?

por Latitud21 Redacción 2 enero, 2018

Ilan José Cohen CEO Agencia Bindiva

En los últimos años nos ha tocado vivir cambios acelerados en la forma de hacer negocios, las tendencias de la tecnología y de la automatización nos llevan a cuestionar los paradigmas y las formas de definir y ejecutar las acciones estratégicas dentro de una empresa.

El liderazgo juega un papel esencial en las organizaciones de hoy, en donde el poco margen de error que hay ante la apertura a la información, y la abundante competencia en todos los sectores nos llevan a generar modelos organizacionales más eficientes, fomentados por una visión y un entendimiento más profundo sobre las necesidades de un mercado cada vez más cambiante y acelerado.

A pesar de que hay empresas en México y en el mundo que han subsistido y prosperado por varias décadas, hoy nos enfrentamos a un cliente o consumidor cada vez más informado, en donde en 15 segundos puedes tener acceso a cualquier información a través de los medios digitales.

Por lo mismo, es indispensable para toda organización generar una comunicación efectiva con sus distintos públicos, tomando en cuenta que las audiencias están presentes en distintos canales, además de que existe una importante brecha generacional entre los baby boomer, la generación ‘X’, la generación ‘Y’ o  millennials y la generación ‘Z’.

También las brechas socioeconómicas se han transformado notablemente gracias al acceso a la tecnología, de forma que los medios digitales cada vez han abarcado más sectores socioculturales; en México, 57% de la población tiene un smartphone con acceso a las principales redes sociales y de búsqueda (Qualcomm e IDC).

Por lo mismo es indispensable regresar a la raíz de la comunicación y el marketing, en donde las marcas son la suma de todas las acciones que hace una empresa u organización y un vehículo indispensable para su comunicación efectiva.

Cómo crear una comunicación efectiva:

1.- Marca sólida y definida

La definición o alineación de una marca es el primer paso para generar una coherencia entre la oferta de valor y el público meta.

Una marca está constituida por elementos intangibles (espíritu) y elementos tangibles (cuerpo), de manera que la comunicación de una marca inicia desde esta definición.

Los elementos intangibles son aquellos que no se ven pero que constituyen el porqué de todas las acciones de la misma, entre ellas están:

– Definición del público meta, sectores de competencia, filosofía corporativa, canales de comunicación, audiencias, competidores, entre otros.

Los elementos tangibles son aquellos que podemos percibir y que generan una percepción sobre la marca, entre ellos están:

– La identidad gráfica (con todos sus componentes), logotipo, los materiales corporativos y las herramientas de comunicación.

2.- Herramientas alineadas

– Toda herramienta de comunicación tiene que estar perfectamente homogenizada en su estructura, manejando mensajes claves consistentes y contenidos coherentes al porqué de la marca.

Algunos ejemplos de herramientas de comunicación son: páginas o portales  web, brochures de servicios o catálogo de productos, apps, materiales gráficos (folders, carteles, flyers, materiales comerciales, entre otros).

3.- Presencia multicanal y engagement estratégico

– En esta parte es esencial tener una estrategia de marketing y de comunicación definida para generar presencia en los diferentes canales (online y offline), además de contenidos segmentados acorde a cada audiencia (es sumamente importante tomar en cuenta todos los públicos que tienen interacción con la marca).

Para esto existen distintos canales digitales altamente efectivos, como son las redes sociales (Facebook, Twitter, LinkedIn, Instagram y otros), grupos de WhatsApp, SEM (Google Adwords) y SEO (contenidos relevantes posicionados), portales interactivos o blogs, portales de e-commerce, las Relaciones Públicas, eventos, publicidad ATL y BTL, por mencionar algunos.

Como conclusión, es sumamente importante entender el contexto y los cambios tecnológicos de esta época, de forma que es responsabilidad de los líderes de cada empresa u organización revisar a detalle la marca y alinearla de forma coherente y estratégica, comunicando efectivamente sus mensajes clave en los múltiples canales de impacto para sus audiencias.

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