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Revista Latitud 21
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Sergio González

  • Al buen entendedor
  • Presidente de la AMATUR
  • Presidente del centro de atención de salud mental y prevención de adicciones «Vital»
  •  sgrubiera@acticonsultores.com

La falta de confianza…

por Latitud21 Redacción 1 junio, 2015

Me parece que la tramitología excesiva que hay en este país, así como la burocracia tanto en instituciones públicas como privadas, obedece a la falta de confianza que tenemos entre nosotros mismos en México.

México, tristemente, como seguramente se repite en otros países de América Latina, es un país en el que nadie confía en nadie, y lógicamente eso ha llevado a personas e instituciones a establecer innumerables mecanismos que nos permitan asegurarnos de que no seremos estafados, que no se irá sin pagar la renta, que no pagará de menos, que no hará algún tipo de trampa, etc., y me parece que eso tiene que ver con nuestra forma de ser, que seguramente deriva de una cultura ancestral.

A nivel empresarial somos burocráticos por naturaleza, si se trata de un trámite ante una institución oficial los requerimientos son complicados, largos, a veces costosos, y si usted, querido lector, los analiza un poco, verá que muchos tienen que ver con falta de confianza. Claro que, como en todo el mundo, hay que asegurarse de la probidad y del cumplimiento de las leyes en tiempo y forma, pero aquí nos gusta siempre pedir copia de la copia por si acaso.

Si se trata de las empresas, en algunas hay que presentar requisitos hasta para sacar copias en la máquina copiadora, y no se diga si te enfermas, el justificante de la visita al doctor o a la farmacia es imprescindible, toda vez que no hay confianza.

En Estados Unidos y en Europa he pagado miles de veces con mis tarjetas de crédito y nunca me han pedido identificación, en México me piden mi identificación si pago con tarjeta hasta para comprar los bolillos en el supermercado.

Claro que “la burra no era arisca”… los mexicanos somos expertos también en darle la vuelta a los requisitos, en encontrar el atajo, hasta contratamos expertos en la trampa. Los gasolineros por ejemplo, conocidos por su tendencia al robo descarado, contratan empresas que les instalan sofisticados chips para alterar las bombas y vendernos entonces litros que no son realmente de litro; las empresas contratan “asesores fiscales” y los vecinos colocan “diablitos” para pagar menos energía eléctrica. Todos saben cómo hacerle para evitar el control, la revisión, y hasta para pagar un poco menos.

El resultado, no hay confianza, lo que deriva en controles, revisiones, burocracia y pérdida de tiempo.

Quizá podríamos comenzar cada uno desde nuestra trinchera, desde nuestro ámbito, a generar ambientes y entornos de confianza.

Se me ocurre que podríamos, en casa, en la oficina, en la escuela, confiar más y desconfiar menos, pero al mismo tiempo debemos trabajar en un cambio de actitud que a su vez genere confianza.

Si no quieres que te revisen el trabajo realizado, simplemente hazlo bien desde la primera vez, gánate la confianza.

Eso esperamos de políticos y funcionarios, eso esperamos de candidatos a puestos de elección, que sean confiables, que hagan bien su trabajo y nos generen confianza, aunque eso hoy es casi imposible, pues está demostrado ampliamente que eso a la enorme mayoría no le importa.

Sin embargo, nosotros sí podemos empezar a construir un nuevo México de confianza desde cada hogar formando a las nuevas generaciones bajo nuevos paradigmas, bajo nuevos esquemas de credibilidad.

Educa a tus hijos y nietos en la base de la confianza, enséñalos a confiar pero también a que deben cumplir a cabalidad para que se pueda confiar en ellos.

Les dejo esta reflexión a mis ocho lectores a ver si podemos ir cambiando poco a poco a este querido país.

 

 

Tianguis Turístico Acapulco 2015

por Latitud21 Redacción 4 mayo, 2015

Recojo de más de un centenar de personas con las que hablé en el primer día, la molestia, el enfado, el descontento, por decir lo menos, por la tremenda pérdida de tiempo y dinero que significó ese primer día del Tianguis Turístico de México en su versión 40, en el lugar que lo vio nacer, como se dijo romántica y repetidamente en los politiquísimos discursos inaugurales.

El problema es que el acto inaugural giró en torno a la política y a la figura presidencial y no alrededor de los negocios turísticos, como debería ser.

Resulta que hubo que apersonarse desde temprana hora en el recinto oficial por un brazalete para poder acceder a la dichosa comida con el presidente de la República. Y es tan malo el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), la empresa CREA -esa que desorganiza la parte comercial del Tianguis-, y tan estricto el cuerpo del Estado Mayor Presidencial que caen en lo absurdo.

Una vez dentro seguimos esperando y esperando mientras el mandatario efectuaba el recorrido por los stands del tianguis en solitario con su séquito y gobernadores en turno, pero sin presencia empresarial. ¡Vaya incongruencia!

Finalmente aparece Peña Nieto, gobernadores, gabinete, séquito y toda la parafernalia; comida y discursos. No me detendré en ellos ni repararé en los detalles, no vale la pena.

Lo que quiero compartir con mis ocho lectores es la frustración que genera el que se privilegie una vez más y como siempre la política, los discursos y la imagen presidencial antes que los negocios. Y lo más grave, se soslayó la asistencia y presencia de los mayoristas, agentes de viajes y compradores de todo el mundo que vinieron a comprar México. A ellos se les sienta en la última fila, se les niega el acceso y se les relega, como a cualquiera, porque lo que se prioriza es el paso del presidente de la República. Qué lamentable.

Y mal estamos, como dijera un distinguido empresario, quienes además aplaudimos los discursos.

 

Lo positivo y lo negativo del Tianguis 

 

Peña Nieto fue el único de los oradores en la comida de inauguración que agradeció la presencia de los mayoristas y compradores internacionales. A los demás se les olvidó, porque estaban muy preocupados en agradar al mandatario.

Bien también el discurso de Pablo Azcárraga en nombre del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET), que incluyó cinco propuestas concretas que fueron bien aplaudidas, ojalá las pudiéramos tener. Hasta ahí, lo demás como ya dije fue un desastre.

Positiva la participación de los empresarios turísticos, que a sabiendas de que podría no ser un Tianguis exitoso asistieron. Ahí estaban José Chapur, Carlos Constandse, Alex Zozaya, representando a sus grupos; Best Day, Lomas Travel y muchos grupos hoteleros y agencias de viajes, demostrando no solo interés en el negocio turístico sino solidaridad. Destacó entre ellos el Grupo Oasis Resorts, que no solo acudió al tianguis comandado por Pedro Pueyo en persona, sino que amenizó y entretuvo con su elenco artístico durante las citas de negocios y nos ofreció un tremendo espectáculo en el coctel de Quintana Roo, demostrando una vez más vanguardia en la escena, profesionalismo y desde luego espíritu de equipo. ¡Felicidades!

Como siempre, de lo mejor en Acapulco son los restaurantes, buenos, variados, trendys, sofisticados, de mariscos o de carne, asiáticos o mexicanos, hay de todo y para todos, siempre con la posibilidad de esas inmejorables vistas panorámicas.

Lo negativo de lo negativo fue la poca asistencia de compradores de buen nivel.

Más allá de las siempre alegres cifras oficiales, que hablan de miles de citas, muchas de las cuales ni siquiera se concretan, lo cierto es que el encuentro es cada vez más pobre en negocios, y este fue así de manera notoria. Una cosa es el discurso e informe oficial de la Secretaría de Turismo (Sectur) y otra cosa es lo que dicen de viva voz los asistentes.

Negativo también el tema de la transportación; por una parte los taxis de Acapulco son caros y malos, malísimos, y la transportación oficial rotativa organizada por el CPTM dejó mucho que desear en tiempos y frecuencias.

De los hoteles, pues cada quien hablará según le fue en la feria. Ojalá cambie el futuro para el querido Acapulco, son mis deseos sinceros.

Leyes para el Turismo… ¿Hay falta de incentivos?

por Latitud21 Redacción 1 abril, 2015

Necesito compartir con mis ocho lectores mi desbordante entusiasmo, por el hecho de haber arrancado en días pasados mi primer programa Al Buen Entendedor… por televisión vía Internet, por ahora, y según me han informado mis promotores de México News Network muy probablemente en televisión abierta en un futuro cercano. Así que ya imaginarán, andamos como niño con juguete nuevo…

Y traigo esto a colación porque además de presumirlo como “Indio Novedoso”, como dice un buen amigo, pues resulta que el segundo programa de la serie que recién iniciamos se tituló justo como esta columna de hoy, Leyes para el Turismo, o mejor dicho falta de leyes o incentivos para esta actividad. Así que entremos en materia.

Hace muchos años que pienso que esta industria nuestra anda como decimos con el piloto automático, funciona casi de milagro;  y lo he dicho y escrito mucho, nos va de lujo a pesar de las barreras y obstáculos que nos impone el mismo sistema y gobierno que tanto se vanagloria de nuestros logros.

Me explico con un ejemplo contundente a continuación:

El año pasado nuestro querido México sufrió, aunque nos duela mucho decirlo y recordarlo, de tremendas calamidades que fueron tristemente noticia mundial. Asesinatos, desapariciones y fosas clandestinas. La inseguridad hizo presa de muchos mexicanos en todo el país.

La economía no creció como se esperaba y el gobierno parece ir dando tumbos en materia de desarrollo económico, y por si fuera poco cayó irremediablemente el precio del barril de petróleo, y el peso se devalúa desde hace varios meses dejando un escenario macro económico lamentable.

Sin embargo, en medio de todas esas calamidades el turismo no solo se mantuvo exitoso sino que creció. Cancún y La Riviera Maya tuvieron ocupaciones históricas y prácticamente no hubo temporadas bajas; Los Cabos y Puerto Vallarta, si bien no presentaron el mismo éxito que el Caribe mexicano, tuvieron buenos números, con la triste salvedad del huracán Odile que golpeó Baja California Sur, pero que a pesar de ello el destino se recompone y tiene grandes expectativas para este año.

Podríamos decir,  y sin embargo se mueve…

Sí, la industria turística se mueve, porque es una actividad noble, que genera empleos, riqueza, que se beneficia aún con la devaluación del peso y que proyecta una imagen positiva de México a pesar de que políticos, funcionarios y especialmente legisladores miopes no se den cuenta de ello.

Se imaginan mis ocho lectores lo que sería del turismo… Si hoy crece sin ayuda y sin apoyos gubernamentales, lo que sucedería si recibiera incentivos ¿?…  El crecimiento sería exponencial.

Pero es que entre políticos nunca se quiere hablar de turismo, lo usan solo como un discurso, para promoverse, para viajar a costa del erario; el turismo no está en ninguna cartera, en ninguna agenda, en ninguna iniciativa, el turismo No es una prioridad nacional ni aquí ni en ningún país de Latinoamérica, y reto a cualquier político a que me demuestre lo contrario.

Y es por ello que no tenemos leyes que fomenten e incentiven la actividad turística. Los grandes empresarios e inversionistas desarrollan hoteles, parques temáticos y otros escenarios de ocio porque cuentan con gran capital y logran éxito eventualmente a pesar de las barreras y obstáculos que impone el gobierno, el sistema y la burocracia, justamente porque cuentan con capital de riesgo, y porque el turismo crece mundialmente, mientras que los micro y pequeños están destinados al fracaso ante la falta de esquemas de fomento, aunados al lamentable lastre de la ineptitud, la ineficiencia gubernamental y la corrupción.

No hay una sola Ley que fomente o incentive el desarrollo de nuevos productos turísticos, que estimule la inversión y el deseo de emprender en los posibles nuevos inversionistas. Hay Leyes sí, que regulan, norman e incluso benefician de alguna manera a la actividad, pero poquísimas que fomenten e incentiven, entre ellas la Tasa Cero, para grupos, convenciones e incentivos, que está en peligro de extinción.

Discuten y discuten cosas sin sentido, se devanan el seso los congresistas en propuestas que poco beneficio traen para la actividad turística y no se dan cuenta del fondo del asunto, Hay Que Incentivar A Esta Actividad.

Pero no solo para hacer nuevos hoteles de cinco estrellas o para traer más inversiones españolas que poco tributan y generan a México, sino para que los pequeños empresarios puedan ser exitosos, los egresados de universidades puedan emprender negocios, los Pueblos Mágicos dejen de ser solo un sitio para tomar fotografías y se conviertan en destinos turísticos que obtengan derrama económica producto del turismo.

México lo tiene todo y crece día con día a pesar de la falta de legisladores y políticos con visión.

Lista la nueva Ley de Casinos en México

por Latitud21 Redacción 27 febrero, 2015

La Cámara de Diputados aprobó en diciembre pasado la nueva Ley Federal de Juegos con Apuestas y Sorteos, la cual fue turnada al Senado para su análisis.

En mayo del año pasado compartí con mis ocho lectores la noticia de que un juez en el Distrito Federal había rechazado el recurso de amparo promovido por el “Zar de los Casinos”, un tal Arturo Rojas.

Con dicha resolución permanecerían cerrados por tiempo indefinido todos los establecimientos de apuestas operados por la empresa “Entretenimiento de México”, razón social de Rojas Cardona.

Parecía entonces que íbamos por buen camino; sin embargo, los señores legisladores que una vez más, y como siempre, no parecen responder a los intereses de la enorme mayoría de sus representados, demuestran privilegiar los intereses de unos cuantos al aprobar esta nueva Ley, que aunque matizada con un nuevo Instituto de Juegos y Sorteos, órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación (SG), una edad mínima requerida de 21 años para poder acceder a un casino, entre otros distractores y enmiendas, en general da paso legal a estos tremendamente nocivos negocios para un país como el nuestro en donde la corrupción, la ilegalidad y la opacidad son la norma.

En mayo de 2014 compartí con ustedes las siguientes reflexiones que siguen intactas, cuando menos para quien esto escribe:

Siempre he estado en contra de los casinos en México, desde que se inició el debate hace muchos años en Cancún, en donde quienes los defendían argumentaban que traerían más turismo a nuestros destinos; nada más falso y más absurdo que eso.

Hablemos primero del fenómeno turístico y luego del social.

En lo turístico, les diría a mis ocho lectores que conozco prácticamente todas las islas del Caribe y capitales de Latinoamérica en las que hay casinos y nunca he visto turistas en ellos, lo que sí he visto con gran pena es a muchísima gente local de la tercera edad dejando ahí sus limitados recursos; he visto gente emborrachándose, y a muchas chicas, como dice un amigo querido, de muy buen ver y mejor tocar, ejerciendo el negocio más antiguo del mundo.

Los turistas que juegan de verdad van a Las Vegas, la capital mundial del juego, otros menos a Atlantic City y los europeos a Montecarlo, pero los casinos de América Latina solo han servido para lavar dinero y explotar a quienes tienen esta debilidad por el juego.

Algunos estudios realizados por colegas en Cancún arrojan que menos del dos por ciento de los turistas que visitan Cancún acuden a un casino.

No es verdad entonces que las casas de juego generen un nuevo y diversificado turismo como argumentan algunos. Los casinos eventualmente podrían ser un valor agregado, un producto más para quien ya está en el destino, pero no generan sin duda un turismo nuevo.

Por otra parte, en lo social está más que claro el enorme daño que estos centros de entretenimiento para adultos le hacen a nuestras comunidades, toda vez que además de fomentar un consumo irracional y desenfrenado contribuyen a la disgregación de la familia, fomentan las adicciones de todo tipo y en nada contribuyen a mejorar la calidad de vida.

Los casinos pueden ser muy divertidos, pero está claro que México con sus enormes carencias no está preparado para esta oferta de entretenimiento, además de que sin duda son el mejor escenario para el lavado de dinero y la extorsión.

Perversos me parecen quienes apuestan a este tipo de negocio que atenta contra nuestra sociedad, que rebaja al ser humano, que son una tentación para nuestros jóvenes y que en nada contribuyen positivamente al mejoramiento de nuestras ciudades y nuestra cultura.

¿Qué opinarán las familias de quienes murieron calcinados en el interior del Casino Royale en Monterrey?… ¿Qué opinarán aquellos que han perdido todo, hasta la conciencia, por la adicción de sus familiares al juego?…

No comparen por favor mis ocho lectores a quien está en un barco de crucero sentado en la mesa de black Jack, que eventualmente por eso se embarcó, o aquel que juega sus vacaciones en Las Vegas, con la señora de 70 años que se está jugando su jubilación en pesos en un casino local; la señora de sociedad que se está jugando la despensa o la colegiatura de sus hijos o el jovencito que ya está aprendiendo de los grandes a hacer trampa; no confundir por favor.

Por eso NO  a los casinos en México, ojalá los cerrasen todos…

 

El Turismo es la gran alternativa para 2015

por Latitud21 Redacción 30 enero, 2015

Ante el poco alentador escenario de la economía mexicana que no crece como se esperaba y dista mucho de llegar al “anhelado” tres por ciento, con el precio del barril de petróleo por debajo de los 50 dólares, con un peso tan devaluado como la imagen y popularidad del presidente, con unas reformas estructurales que no convencen y con un escenario de inseguridad en diversos estados del país, se antoja el turismo como la gran alternativa, aunque al parecer nadie en el gobierno se ha dado cuenta de ello.

En medio de este caos y luego de las tragedias del pasado otoño de triste memoria, saltan a la vista, sin embargo, los alegres números de la actividad turística en los principales destinos de playa del país, destacando sin duda Cancún y la Riviera Maya como indiscutibles líderes del escenario turístico.

Si bien la reforma fiscal es un desastre y no solo no alienta la inversión sino que además es falso que genere mayor recaudación, habrá que reconocer que a pesar de ella el turismo siguió creciendo y los viajeros, tanto nacionales como extranjeros, continuaron favoreciendo con su preferencia nuestras playas. Es decir, que nuestra querida y noble industria sobrevivió a los yerros del ilustrísimo Sr. Videgaray.

El turismo, tan noble y magnánima actividad económica y social, sigue creciendo y generando empleos a pesar de las barreras y obstáculos que impone el sistema, de la ineficacia de nuestros gobiernos y de la falta de leyes y esquemas de fomento.

En medio de un escenario tan adverso como el que vive México, brilla el turismo como una estrella que podría significar una tremenda alternativa de desarrollo económico y mejor calidad de vida para muchos mexicanos si se le atendiera de manera seria, sistemática e integral como hemos reclamado desde hace tantas décadas.

Las grandes barreras siguen ahí, muchos de los retos siguen sin atenderse y el diagnóstico parece no cambiar en gran medida. Las áreas de oportunidad se repiten sin cesar en una y otra entrega, en uno y otro foro, en mesas de trabajo, en talleres de discusión y en serias y sentidas misivas.

Migración y Aduana, vendedores ambulantes, condominios que sin regulación compiten deslealmente con la hotelería, falta de libertades para el transporte turístico terrestre, imagen urbana que se deteriora, fideicomisos de promoción que no son transparentes, y un sinfín de etcéteras que hacen tortuoso el quehacer turístico. Y sin embargo se mueve…

Uno de los grandes retos de México como destino turístico es lograr un sustantivo incremento en las estancias promedio de nuestros visitantes. Si bien Cancún y la Riviera Maya son exitosos con estancias promedio de seis y hasta siete noches, el resto del país sufre teniendo que conformarse con paupérrimas estancias de 1.5 y dos noches aun en ciudades y rincones mágicos y encantadores de nuestro querido México, simplemente porque no son competitivos, porque faltan incentivos para generar desarrollo de productos, porque falta imaginación, porque la promoción es ineficiente y obsoleta y porque pesan siempre esas tremendas barreras que dificultan nuestra actividad.

Pero aun destinos como Cancún deberían tener estancias más largas y mejores niveles de gasto del turista. Quintana Roo y la Península de Yucatán son por sí mismos multidestinos que deberían propiciar estancias de 14 y 21 días. Tenemos todo para competir con Europa; el inventario de bellezas paisajísticas, cultura, tradiciones y recursos naturales es inconmensurable, pero mientras existan esas infranqueables barreras y sigan sin generarse esquemas de fomento e incentivo serios el turismo seguirá marginado, pudiendo ser la enorme alternativa de desarrollo económico de México.

La Secretaría de Turismo está ausente, su poder de interlocución es mínimo, la legislación para nuestra actividad es inexistente y lo único con que se cuenta es con el discurso.

Estamos pues en este 2015 frente a una nueva y generosa oportunidad para cambiar el statu quo, es esta la oportunidad que tiene el gobierno y empresarios de trabajar solidariamente en equipo por México haciéndose valer del turismo.

Pronto será tiempo de elecciones, dense cuenta distinguidos suspirantes del enorme reto que enfrentan. No hemos tenido hasta hoy congresistas que se ganen nuestro respeto, ya es hora…

 

 

Por dónde empezar…

por Latitud21 Redacción 31 diciembre, 2014

Cuesta trabajo enfrentarse a la página en blanco, luego de tantos y tantos acontecimientos, luego de tanta indolencia pero también de tanto coraje; luego de tantos análisis, de tanta crítica y de tan pocas soluciones; cuesta trabajo pensar en proponer cuando hay tanta propuesta sin ser escuchada, pero cuesta trabajo también ser uno más de los que se quedan callados.

Cuesta trabajo escribir cuando parece que todo está escrito, pero cuesta también trabajo pensar que todo lo escrito sirve de tan poco ante semejante sordera.

Este espacio ha estado en silencio por casi un mes ante la perplejidad que dejan los acontecimientos que sin duda rebasan por mucho a la actividad turística de la que siempre nos ocupamos, aunque sin duda también se ve afectada, aunque nos pese y aunque se niegue, por las avasallantes calamidades que aquejan a nuestro querido México.

Nunca, desde que tengo uso de razón, como  dicen los viejos, había escuchado semejante clamor generalizado pidiendo la renuncia de un presidente, nunca con esta intensidad, nunca tan generalizado; nunca desde que vivo en Cancún, el mejor y más importante destino turístico de México y Latinoamérica, había escuchado que estamos tan mal yéndonos tan bien; nunca había percibido tal descontento, tal enfado, tal incertidumbre.

Es esta la hora, parece, de reflexionar para todos: políticos desde luego -que tan mala fama les precede-, funcionarios en “desfunciones”, empresarios, inversionistas, activistas, líderes de opinión, periodistas y comunicadores, organizaciones sociales, intelectuales, académicos y pensadores en general, acerca de la realidad de México y lo que esperamos de nuestro futuro.

El problema es que en este país todos hemos estado por décadas en una zona de confort, a la espera de que alguien haga algo por nosotros, y le hemos dejado irresponsablemente al gobierno esa enorme responsabilidad, de manera que cuando los grupos “irreverentes” de diversos ámbitos de la sociedad se levantan, reclaman y se manifiestan nos parece a todos raro, inconveniente e inoportuno, por decir lo menos.

México está agobiado y el gobierno no atina acción alguna encaminada a reducir el agobio, ni a ofrecer soluciones tangibles no solo a nivel federal en torno a los lamentables acontecimientos que hoy son noticia mundial, sino también en los estados en donde el desgobierno, la corrupción y represión son el pan de cada día.

Más allá de la enorme crisis de inseguridad, de la incredulidad que priva y de la incertidumbre de todos los mexicanos, la pregunta que surge es ¿qué sucederá en medio de esta crisis, por ejemplo, con las actividades económicas estratégicas como el turismo?

¿Qué será de Acapulco y otras playas cuando la secretaria de Turismo federal parece que no se entera bien hasta hoy de qué se trata esta actividad; cuando menos así parece, cuando se le expresan repetidamente los problemas que significan los bloqueos de taxistas en todas las playas del país y no parece haber reacción de su parte?

¿Qué se puede esperar para la actividad turística cuando no existe un solo incentivo, un solo esquema de fomento, una sola acción estratégica de impacto para favorecer a la única industria estratégica noble y en constante desarrollo que podría detonar e impulsar a México?

Si bien las reformas estructurales, aunque no fueron bien comprendidas ni aceptadas por todos, habían generado un impacto favorable en todos los mercados y fueron recogidas con simpatía por diversos países, la energética especialmente, lo cierto es que hoy ante la triste crisis, la reacción tardía ante las tragedias y la impopularidad del gobierno promovida viralmente en las redes sociales, las citadas reformas quedaron en el olvido y lo que destaca acerca de México en el mundo es la duda, la incertidumbre y el temor, y no lo digo solo adivinando, hace unos días me lo expresó de frente una distinguida embajadora.

Entonces, ¿por dónde empezar?… ¿Por dónde empezar el 2015?

¿Por dónde empezar una nueva era? ¿Cómo ayudarle al presidente que no ata ni desata? ¿Y qué hacemos en los estados?… ¿Seguimos en la pasividad que nos caracteriza, ante la ineficacia, la opacidad y la corrupción? ¿Seguiremos tolerando?…

Me parece que es el tiempo de los ciudadanos, el tiempo de los pensantes, el tiempo de los valientes… ¿Qué opinan mis estimados ocho lectores?

 

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