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Revista Latitud 21
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Vicente Ferreyra Acosta

Turismo del futuro

por 2 julio, 2020

Sustentur

Vicente Ferreyra Acosta

Director general de Sustentur

Twitter: @sustentur @vicenteferreyra

“Si caminas solo, irás más rápido; si caminas acompañado, llegarás más lejos”

Sin quererlo en un inicio, esta ha sido la base con la que un grupo de empresas y organizaciones hemos trabajado para lanzar la iniciativa Turismo del Futuro; todo inició en marzo de 2020, cuando una gran líder de la sustentabilidad en México, Ixchel López Olvera, quien dirige la organización Red Turismo Sustentable y Desarrollo Social A.C. en Baja California Sur, nos convocó a diversas organizaciones para conversar sobre nuestras acciones ante la pandemia de COVID – 19.
Después de un par de sesiones, descubrimos que la visión era la misma, y la necesidad de impulsar un cambio en el turismo también; identificamos que, a pesar de nuestros esfuerzos y de muchos años de impulsar iniciativas a nivel local, nacional y regional, el turismo de naturaleza y con comunidades locales sigue estando en prioridad dos o tres en la agenda nacional.
Y eso no puede seguir así, en especial estando en un país como México: megadiverso, con una cultura ancestral, pero también viva que nos identifica ante el mundo, con una infraestructura (aunque focalizada) de primera calidad y conectividad hacia los principales países del mundo. Tampoco lo es considerando las oportunidades de diversificar la oferta turística y apostar por mercados que hoy buscan nuevas experiencias (como los ciclistas, senderistas, observadores de aves, entre otros).
Aunque no se trata sólo de aprovechar las bondades del país, sino del Turismo de Naturaleza como tal; este turismo representa un mercado de 263 mil millones de dólares, y ha tenido un crecimiento de 65% en los últimos años; también es un gran aliado para la conservación, dado que por definición este tipo de turismo se realiza en espacios naturales y, a diferencia del turismo de masas, donde 80% del gasto se queda fuera del lugar que se visita, en el turismo de naturaleza hasta 65.6% del gasto puede quedarse en el destino y en las comunidades que lo operan.
Por ello creemos que el Turismo del Futuro debe ser socialmente incluyente, económicamente justo y ambientalmente responsable. Y que el futuro lo construimos hoy, y lo construimos juntos. Por ello, más de 40 organizaciones y empresas hemos lanzado un llamado a la acción a finales de junio para posicionar al Turismo de Naturaleza como una prioridad en México, y hemos lanzado la campaña digital para cada 7 de julio, posicionarlo como el ¨Día del Turismo del Futuro”.
Iniciamos un camino que sabemos estará lleno de retos, de esfuerzo, de cambiar paradigmas y probablemente de algunos obstáculos; pero sabemos que esta pandemia y esta pausa necesaria es un momento ideal para cambiar la forma de ver y de hacer turismo, y no queremos dejarlo pasar.
Estamos convencidos que, unidos, lograremos un mejor turismo para un mejor país.
La iniciativa pueden consultarla en www.turismodelfuturo.org

¿Es posible el COVID free?

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 junio, 2020

Sustentur

Vicente Ferreyra Acosta

Director general de Sustentur

Twitter: @sustentur @vicenteferreyra

Uno de los términos que van a volverse más relevantes en esta “nueva normalidad” en el turismo es el de trazabilidad.

El término apareció en 1996, respondiendo a las exigencias de los consumidores, quienes se implicaron fuertemente a raíz de las crisis sanitarias que ocurrieron en Europa y del descubrimiento de la encefalopatía espongiforme bovina, mejor conocido como el mal de “las vacas locas”.

La agencia de estandarización GS1 define la trazabilidad como “la habilidad de trazar o dejar huella de los movimientos y procesos por los que pasa un determinado producto”. En el caso del coronavirus, la mayoría de los estándares que están empezando a crearse hacen referencia a que las medidas de sanidad e higiene para que sean efectivas deben implementarse en toda la cadena de valor del turismo, con el objetivo de evitar al máximo el potencial contagio.

Suena lógico, si logramos monitorear al turista desde que sube a un taxi, llega al aeropuerto, viaja en avión, toma un taxi o renta un auto en el destino, hace un tour o actividad, regresa al aeropuerto y a su casa, podemos limitar el número de contagios. Sin embargo, esto no es suficiente porque es imposible tener “trazabilidad” del sujeto previo a la visita, e incluso asegurar que las personas que tuvieron contacto con dicha persona en el destino están libres de coronavirus.

Si sumamos a ello el que muchos pacientes infectados son asintomáticos, podríamos asegurar que el ofrecer sitios, empresas o destinos COVID Free es prácticamente imposible; incluso, como algunos dicen, aún cuando tengamos la vacuna.

Porque el potencial de mutación del virus, o incluso, la posibilidad de que otro virus se geste a nivel internacional siempre estará latente, en especial considerando que temas como la zoonosis (transmisión de un virus de animales a personas) seguirán creciendo por las prácticas de destrucción de hábitats y tráfico de especies.

¿Realmente estamos listos para volver al turismo? ¿Y para pensar que esta actividad puede volver a ser lo que era antes? Yo tendría mis dudas, aunque también creo que no puede paralizarnos el miedo, y que los efectos económicos de no reactivar la economía local pueden llevarnos a problemas sociales más graves que los de salud.

A mí un tema que me preocupa mucho es lo que en salud se llama el “personal de primera línea”; ¿qué pasará con aquellas persona más expuestas, y que además son las más vulnerables debido a que no cuentan con seguridad social, y si la tuvieran, nuestros sistema de salud no es el óptimo? Me refiero a camaristas, stewards, recepcionistas, animadores y otros que son el alma de este sector, y a quienes deberíamos proteger y asegurarles la atención en caso de ser necesaria.

Ahí un buen reto, en especial considerando las condiciones que el empleo turístico tiene actualmente. Regresemos a la actividad, sí, pero no olvidemos que la prioridad no es el turista, sino nuestra gente, aquella sin la que el turismo simplemente no sucede.  

El “crack” del empleo

por Latitud21 Redacción 1 mayo, 2020

Vicente Ferreyra Acosta

Twitter: @sustentur @vicenteferreyra

Uno de los resultados de las crisis es que siempre hacen aflorar temas que teníamos guardados en el cajón, que muchas veces no volteamos a ver y que cuando salen resultan bastante incómodos y complejos: entre ellos se encuentra el empleo en el turismo.

En el mundo nuestro sector genera uno de cada once empleos, y en México, de acuerdo a cifras oficiales (muchas veces cuestionadas, por cierto), se generan cuatro millones de empleos directos cada año.

Resulta importante notar que una de las primeras acciones derivadas de la pandemia por Covid-19 en el sector turismo ha sido el recorte a estos empleos; solo el World Travel & Tourism Council ha estimado al inicio de la contingencia la pérdida de un millón de empleos diarios en el sector. Sí, Todos Los Días.

En México, de acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS), entre el 13 de marzo y el 6 de abril se perdieron 346 878 puestos de trabajo, y justamente una de las entidades más afectadas por este fenómeno fue Quintana Roo, donde se han despedido a casi 64 000 personas, es decir, alrededor de 20% del total nacional. E imaginen en qué sector se han generado estos despidos en el estado: en turismo.

La misma STyPS dio a conocer en un informe reciente el nombre de las empresas que mayores despidos han tenido en ese periodo, destacando entre ellas varias del sector, situación que por supuesto no ha gustado al sector empresarial.

Y es que en parte hay lógica: ¿Cómo voy a mantener empleos si no hay quien me genere ingresos? ¿Cómo conseguir mantener puestos de trabajo con ocupaciones hoteleras de menos de 5%, y con nuestros principales mercados sin la posibilidad de viajar?

El tema sería menos grave (porque grave siempre será) si el empleo en Turismo no fuera tan precario y bajo condiciones tan desventajosas para el empleado del hotel. Hay quien dice que el All Inclusive vino a dar un giro tremendo a la forma de hacer turismo en los destinos (en especial Cancún), y yo creo que la terciarización del empleo también es uno de esos hitos que han cambiado la forma en como funciona este sector.

La terciarización (cuyo ejemplo claro son las pagadoras, aunque no es el único) exime de responsabilidad al “presunto” patrón, porque contrata un servicio por medio del cual un tercero se encarga de las contrataciones y de asumir los compromisos y gastos relacionados con dichas contrataciones. En este modelo, mediante el cual se “renuevan” contratos cada ciertos meses, el colaborador no puede tener antigüedad, se limitan al mínimo las prestaciones laborales y se busca “gastar” lo menos posible en quienes trabajan en turismo; el gran perdedor es sin duda el trabajador del sector.

El tema da para mucho, pero por lo pronto creo que este tema “oculto” del turismo necesita salir a la luz para generar cambios en nuestras relaciones laborales y proteger más al recurso más valioso de este sector: su gente.

¿Cómo hacerlo? Algunas ideas en las próximas ediciones.  

*Director general de Sustentur

Pausa necesaria

por Latitud21 Redacción 3 abril, 2020

Vicente Ferreyra Acosta

Twitter: @sustentur @vicenteferreyra

La pandemia del Covid-19 ha obligado a los actores del sector turístico a tomar medidas drásticas, incluso mucho antes que los gobiernos, incluido el de México, al que se le ha criticado por su tardía reacción ante las circunstancias. 

Desde organizaciones globales como el WTTC, que pospuso su Global Summit que se llevaría a cabo en Cancún, pasando por la Secretaría de Turismo Federal y el Gobierno de Yucatán que pospuso también el Tianguis Turístico de México, hasta empresas como Princess Cruises que han decidido suspender sus cruceros durante 60 días.

Sin duda esto ha traído y traerá consecuencias importantes en la economía; las bolsas a nivel global han caído de forma estrepitosa y hay quien ya habla que podríamos entrar a una recesión global; Bloomberg Economics ha estimado que el costo global en el peor de los escenarios podría ser de 2.7 billones de dólares. 

En México, el Centro de Información y Competitividad Turística de la Universidad Anáhuac ha estimado que en un caso de impacto severo podríamos tener disminución de llegadas de turistas a dos dígitos (al menos 10%) y se podría dar una diminución de entre 3 y 5% en el PIB turístico en 2020 y seguir en números negativos en 2021. 

Por ello, cualquier medida de contención debe ser apoyada y llevada a cabo sin ninguna duda. 

Sin embrago, esta pausa obligada que nos hemos dado en escuelas, trabajos, actividades y viajes también debe ponernos a reflexionar sobre algunos temas que van más allá del simple hecho de los impactos económicos de la actividad. En este artículo hablaré de uno de ellos, que refiere a la disminución de los impactos ambientales generados por este proceso.

Hace poco leí que dadas las acciones tomadas por el brote de coronavirus, la generación de emisiones de CO2 disminuyó hasta en 25% en dos semanas, el comercio ilegal de especies como el pangolín ha disminuido drásticamente y los problemas relacionados con la concentración de turistas en algunas ciudades europeas se han terminado temporalmente.

Y aunque el riesgo de que estos problemas se potencien al momento de levantar las alertas por las pandemias (seguramente las fábricas tendrán más producción para subsanar las pérdidas y la gente viajará más para asistir a eventos, por ejemplo), no puedo dejar de pensar en la teoría de Gaia de James Lovelock, que dice que la tierra es un ente que se autorregula para mantenerse a sí misma.

Entretanto se normaliza la situación, considero que esta pausa debe ser una buena oportunidad para cuestionarnos nuestros estilos de vida y consumo, nuestro rol como actores del sistema turístico, nuestra convivencia con los demás (personas y seres vivos) y estar mejor preparados para la incertidumbre, que es la nueva realidad de este planeta.

Entretanto, esperemos que el “bache” pase pronto y podamos volver a una nueva normalidad, más conscientes, más preparados y con hábitos distintos. 

*Director general de Sustentur, con más de 20 años de experiencia en el diseño de estrategias de turismo sustentable para destinos, empresas y organizaciones en México y Latinoamérica.

Cuatro años de impulsar el turismo sustentable

por ahernandez@latitud21.com.mx 11 marzo, 2020

Hace un tiempo, un grupo de especialistas en turismo responsable reflexionábamos acerca de las acciones que se llevaban a cabo sobre el tema; una de las conclusiones de ese ejercicio fue que, a pesar de que el tema de turismo sustentable era ampliamente hablado a nivel global y se encontraba escrito en todos los instrumentos de política, faltaban plataformas para compartir ideas y experiencias.

Después de varias reuniones de trabajo decidimos explorar la posibilidad de organizar un evento internacional; con el apoyo de diversas instituciones nacionales e internacionales, y aprovechando el marco del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, en marzo de 2017 decidimos lanzar la primera edición del Sustainable & Social Tourism Summit, o Cumbre de Turismo Sustentable. ¿El destino? Cancún, no solo por ser el epicentro del turismo en Latinoamérica, sino también porque ha sido un laboratorio de buenas y malas decisiones sobre la sustentabilidad, y un sitio de estudio muy interesante.

El evento ha sido muy bien recibido, ha venido a llenar un espacio vacío; en tan solo tres ediciones, el Sustainable & Social Tourism Summit ha reunido a más de cien speakers de 30 países y de los cinco continentes que han debatido, opinado y compartido conocimientos, experiencias y buenas prácticas con más de mil asistentes, todos ellos profesionales y especialistas del más alto nivel.

Pero más allá de las cifras, el ‘Summit’, como ya es conocido, ha sido la oportunidad de generar enlaces, alianzas y amistades en torno al turismo sustentable; ha logrado conjuntar líderes con la misma visión, esa que creemos debemos tener en nuestro sector: “no hay futuro para el turismo si este no es sustentable”.

En 2020 tendremos nuestra cuarta edición que pinta para ser nuevamente un gran evento; tendremos ponentes internacionales de lugares como Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Colombia y los cuatro países que compartimos el Arrecife Mesoamericano: México, Guatemala, Honduras y Belice.

También se desarrollarán paneles, talleres y otras actividades para fortalecer la cooperación entre empresas y destinos, y nuevamente será por dos días el epicentro del turismo sustentable regional; en este 2020, el evento está enmarcado en las celebraciones de los 50 años de Cancún. 

Así que ya lo saben, no pueden dejar de acompañarnos en la cuarta edición del Sustainable & Social Tourism Summit, del 26 al 29 de abril. 

*Director general de Sustentur, con más de 17 años de experiencia en el diseño de estrategias de turismo sustentable para destinos, empresas y organizaciones en México y Latinoamérica.

Cinco lecciones que nos deja el sargazo

por Redacción 10 junio, 2019

“El tema, que se ha vuelto tendencia, ha generado foros, ha inundado las redes sociales y ha sido objeto de estrategias varias”

El mes pasado una gran ‘ola’ de sargazo inundó las costas del Caribe mexicano, en algunos días con mayores proporciones y otras siendo más benévolo, pero provocando nuevamente situaciones incómodas para residentes, turistas, sector empresarial y funcionarios en la materia, quienes tienen que lidiar con semejante problema en nuestra región.

El tema, que se ha vuelto tendencia, ha generado foros, ha inundado las redes sociales y ha sido objeto de estrategias varias, unas más exitosas que otras, debe dejarnos forzosamente algunas enseñanzas. En lo personal, creo que la reflexión del tema debe ir en este sentido:

Primero, el sargazo es un típico problema multifactorial; se origina en una región, se fortalece y crece en otra y termina recalando en una muy diferente. Dicho esto, las soluciones no solo deben pensarse desde lo local, lo cual es importante, sino desde lo global, y actuar en conjunto y en alianza con otros.

Segundo, es claro ejemplo de incertidumbre en la toma de decisiones: “en mi hotel, es probable que hoy llegue sargazo, mañana no, pasado mañana llegue el doble, y los siguientes dos días nada”. Tenemos que aprender a trabajar con fenómenos complejos e inciertos, ya que estos se presentarán cada vez más en un contexto como el que vivimos hoy de desequilibrio planetario.

Tercero, es un problema en el que se requieren muchos recursos y muchas voluntades; en lo personal me preocupa un poco declararlo desastre natural y traer recursos del Fonden para resolver un problema que, aunque tiene consideraciones ambientales y económicas, no tiene comparación con un desastre natural como los que hemos vivido. Ojalá me equivoque (y toco madera), pero no sé qué pasará si realmente esta zona requiere en pocos meses de ayuda ante un desastre. Hay que diversificar las fuentes de recursos y traer aquellos públicos, privados y sociales a la mesa, e incluso aquellos recursos del turista (como el derecho de saneamiento ambiental que ya cobran los municipios).

Cuarto, es un tema en que las causas son de todos y las responsabilidades de todos; buena reflexión para empezar a trabajar más fuerte en sanear nuestras aguas residuales, planear con sentido, restaurar ecosistemas como manglares y apostar por sentarse a la mesa a crear soluciones conjuntas e innovadoras.

Quinto, hay que comunicar mejor: al turista, a la población, a los operadores, a los tomadores de decisiones. Es un hecho que existe, es un hecho que se está enfrentando y es un hecho que es un grave problema, y que el turista probablemente tenga unas vacaciones lejanas a su expectativa. Y eso debe saberlo, así como debe saber de otras opciones para disfrutar su estancia en estas temporadas, y comprender que a pesar de que el atractivo más posicionado del estado son las playas no es todo lo que podemos ofrecer.

Y en este último sentido, simplemente hacer el comentario que hay que actuar rápido en trabajar para lograr que otros atractivos que tiene Quintanas Roo, como los cenotes, las áreas protegidas, la selva, las zonas arqueológicas, estén preparados para recibir turistas, tengan la infraestructura necesaria y funcionen con bases de sustentabilidad. De lo contrario, tal vez sea peor el remedio que la enfermedad.

Vicente Ferreyra Acosta
Twitter: @sustentur 
@vicenteferreyra
*Director general de Sustentur, con más de 17 años de experiencia en el diseño de estrategias de turismo sustentable para destinos, empresas y organizaciones en México y Latinoamérica. 

Cierro retomando el título, el sargazo nos deja grandes lecciones; espero, primero, que logremos sortear las calamidades que nos deja y, segundo, que logremos aprender de esta nueva experiencia que vivimos en nuestros destinos. 

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