Al Buen Entendedor…
Este presidente, el famoso AMLO, como ninguno antes -bueno, quizá Luis Echeverría-, genera en políticos y funcionarios esa irresistible tentación por el populismo. Sobre todo los que andan en campaña le deben estar profundamente agradecidos, porque el discurso populista y las propuestas que en teoría benefician a los más necesitados, habían sido tan bien recibidas, tan aplaudidas y tan acordes con el régimen prevaleciente.
¿Quién puede estar en contra de que sean primero los pobres? ¿Quién? Nadie, supongo. A todos o a muchos, nos duele atestiguar la pobreza, carencias y la falta de oportunidades para todos. Y siendo ese el discurso de Obrador, desde su muy larga campaña, es lógico que haya ganado las elecciones y aún le queden seguidores. A muchos políticos en campaña les ha venido “como anillo al dedo” ese discurso para hacerse de adeptos en medio de un escenario propicio, a modo, pues.
Tal es el caso de la propuesta del senador por Morena, José Luis Pech Várguez, -a quien conozco desde hace casi 30 años- de eliminar lo que llama equivocadamente las playas privadas. Ese es justamente el sentido populista: hacer creer de manera engañosa a la gente que hay playas privadas, y que ahora, gracias a esta propuesta morenista serán eliminadas para que todo el mundo pueda disfrutarlas libremente.
La propuesta es perversa, no sólo porque a sabiendas de que nadie podría oponerse a que los ciudadanos puedan gozar de las playas, atenta contra la propiedad privada por la forma en que está redactada y contra la seguridad.
Las playas son libres, tanto así, que se han adueñado de ellas grupos de la delincuencia organizada. Restar 10 metros de la zona federal marítimo terrestre a los concesionarios, es otorgárselos al crimen organizado y a vendedores ambulantes. Es reducir 50% las percepciones de los ayuntamientos para favorecer un discurso populista, en el que, aprovechando el desconocimiento popular, se hace campaña. ¿Quién de los populistas votantes, le dirá que no al senador?
La ley no es retroactiva, dice en su defensa el senador, pero el daño estará hecho si su pretendida reforma prospera, y el futuro cambiará para concesionarios, marinas, muelles y pequeños propietarios de todo el país, cuyo patrimonio está a la orilla del mar, pues reducir esos 10 metros haría que sus propiedades quedaran en total indefensión.
Que el discurso populista, a la sombra y protejo de López Obrador, no les nuble. Reflexiona amigo, doctor Pech, andas mal.
Caso similar, será el triste destino de la estatua de Cristóbal Colón en la Gran Ciudad de México. Por un asunto populista, por una pobre política de enfrentamiento y polarización, se dará al traste con la historia. Ese monumento es parte de la vida histórica de México, así como el nombre de calles que ahora quieren cambiar para conquistar a una pobre y sensible parte del electorado. Se atenta contra la historia, contra el legado de una ciudad, que es y debe ser más grande que los intereses políticos, que la tentación del populismo. ¡No se vale!