En diciembre de 2016 (ya el año pasado), en la reunión de Planeación Estratégica del Consejo de Promoción Turística de México, se enfatizó en la necesidad de generar estrategias de promoción innovadoras, que siguieran las tendencias del mercado y que se enfocaran en temas especializados.
Y por primera vez, en un hecho que hay que celebrar, la sustentabilidad jugó un papel importante en el evento; sin duda alguna la celebración en México de la COP 13 y el hecho que 2017 sea el Año Internacional de Turismo Sostenible para el Desarrollo (como ya lo hemos mencionado aquí antes) abre nuevas perspectivas a la forma en cómo debemos de hacer los negocios turísticos, y por supuesto la forma en cómo debemos hacer promoción y comunicación de la actividad.
Porque hoy el turista está ávido de encontrar innovación y valores agregados en los destinos, está pendiente del impacto de sus viajes y busca formas de reducirlos (sabe de su huella de carbono y quiere compensarla, por ejemplo), conoce más del lugar y del entorno que visita, y en ese sentido la naturaleza y la cultura de nuestros destinos se vuelven ese valor agregado que debemos resaltar.
Atrás quedó la diferenciación por calidad, por estrellas, por amenidades, eso hoy el turista lo da por sentado, y hoy la sustentabilidad y las acciones ambientales y sociales de las empresas empiezan a ser un importante diferenciador entre empresas e incluso entre destinos.
Para muestra, la nueva campaña de promoción lanzada por el CPTM para el año 2017. Podemos apreciar que el mensaje está basado en el reconocimiento de nuestra diversidad (biológica, cultural, gastronómica) como país, y la invitación al turismo a conocerla, apreciarla, disfrutarla e involucrarse en la conservación; solo de esa manera, haciendo partícipes a los turistas en el conocimiento y uso sustentable de nuestra diversidad, lograremos un país que esté a la altura de los grandes competidores en estos temas: Perú, Colombia, Sudáfrica, Costa Rica, Ecuador, Indonesia, Australia, países que además de megadiversos se están convirtiendo en emergentes en turismo, dada su oferta centrada en naturaleza, cultura y/o gastronomía.
La reflexión de inicio de año que debe marcar nuestro rumbo es la siguiente: ¿estamos haciendo lo suficiente para celebrar y proteger nuestra diversidad? y ¿lo estamos comunicando adecuadamente?
Porque para mí, al menos, es claro que ya no podemos competir haciendo promoción sobre la cantidad y calidad de cuartos, del número o tamaño de las plazas comerciales, de las opciones para hacer shopping. En 2017, y a futuro, la variable biodiversidad y sustentabilidad debe ser la base, ya que si no lo es estamos perdiendo posicionamiento contra aquellos que ya han entendido que el turista del siglo XXI tiene intereses diferentes al del siglo pasado.