La crisis no ha terminado

por Latitud21 Redacción

Diez años después nadie está realmente satisfecho con la forma en que la gran recesión se ha resuelto. 

Las utilidades de los bancos han vuelto a un nivel más elevado, pero incluso con una mayor regulación nadie está del todo convencido de que resistirían una nueva gran crisis. La deuda corporativa, que fue uno de los detonadores de la crisis, está muy por encima de su nivel de 2007. De acuerdo con Mc Kinsey, su nivel combinado de crecimiento anual ha estado en 10.5% de 2007 a 2017. Principalmente ha aumentado en países emergentes, pero en Estados Unidos y Europa el índice de crecimiento está por encima del crecimiento nominal del PIB. La deuda privada aún es una fuente de preocupación.

En países desarrollados la tendencia de crecimiento está por debajo de la tendencia de la crisis anterior, excepto en Alemania. En Estados Unidos la tendencia de crecimiento está en 2.2% desde el inicio de 2011, mientras que marcó 2.75% de 2000 a 2007. El panorama es similar en Francia, Reino Unido, España, Japón o Italia. Lo anterior no puede percibirse como satisfactorio. Al mismo tiempo, el desempeño del mercado laboral no puede apreciarse como bien conformado ya que el aumento salarial está aún por debajo de lo que debería presentar en esta etapa del ciclo empresarial, notablemente en Estados Unidos. Por tanto, estamos en un ciclo empresarial que no puede generar inflación. La principal dificultad para los bancos centrales es adoptar políticas monetarias más estrictas cuando la tasa de inflación todavía está por debajo de su meta de dos por ciento. Probablemente estamos en un entorno de estancamiento con bajo crecimiento, baja inflación y tasas de interés bajas a largo plazo.

El principal problema con la gran recesión es la forma en que se ha abordado.

Quienes determinan las políticas económicas sentaron dos metas principales.

La primera fue reinstaurar el crecimiento a la tendencia antes de la crisis. Esta fue la razón de las estrictas políticas fiscales de 2009. La dimensión de estas medidas es todavía un debate animado. En su más reciente columna en el NY Times, Paul Krugman todavía discute el tema. Otra forma de ver esto es lo persuasiva que fue Christina Romer, la entonces jefa del Consejo de Asesores Económicos de Obama, en implementar dichas medidas con el fin de escapar a la depresión evitando los errores en política económica de aquellos tiempos.

La otra meta fue reforzar los sectores financiero y bancario. Se implementaron muchas regulaciones y la situación ha cambiado claramente, pero nadie está convencido de que el sector podría absorber una crisis similar a la de 2008.

Podemos agregar una declaración al escenario macro. Las políticas de austeridad nunca son la respuesta. Estas han generado una fuerte y profunda recesión en Europa sin un solo ángulo positivo. El nivel de la deuda pública está ahora cercano a 100% en muchos países europeos y el periodo de austeridad no ha cambiado realmente la tendencia. 

Una de las consecuencias de lo anterior es el temor de que los bancos centrales retiren sus políticas monetarias tan acomodaticias, incluso la Fed. Estas han creado burbujas en mercados financieros, pero los resultados desde la perspectiva macroeconómica no están al nivel que podríamos haber esperado de acuerdo con el extenso uso de políticas no ortodoxas. 

Debido al alto nivel de la deuda pública y a la postura aún muy acomodaticia de la política monetaria, lo que tememos es que no podremos enfrentar una nueva crisis sin daño considerable. 

En mi opinión, esta insatisfactoria percepción de la era postcrisis se relaciona con el hecho de que tratamos de recrear el modelo económico que teníamos en un entorno que ha cambiado dramáticamente debido a los grandes avances tecnológicos. 

Lo que debemos considerar es el hecho de que las nuevas tecnologías provocarán un completo giro de 360 grados en la organización económica. En esta revolución nos encontramos en un punto similar a lo que hemos visto con la electrificación. A finales del siglo XIX era necesario cambiar totalmente la organización de las empresas y todas las redes para aprovechar el aumento en la productividad asociado con la electricidad. Nos encontramos en una situación similar. Debemos plantearnos el mundo de otra forma debido a que es muy diferente al de 2008, pero lo único que hemos hecho es tomar medidas consistentes con el viejo mundo y sus métricas anteriores. Nos hemos basado en viejas recetas para un mundo completamente nuevo y con nuevos ingredientes.

Debemos destacar también que la población está envejeciendo notablemente en países desarrollados, y que el impulso al crecimiento ya no está en Europa ni en EU sino en Asia, lo que crea gran frustración en las naciones desarrolladas. Estos dos temas que no dependen de la crisis conforman la esencia de los errores anteriormente mencionados. La falta de solución de esta compleja ecuación es una de las razones del auge del populismo. La crisis aún no termina.