El fin del acuerdo con Estados Unidos que prevalecía desde 1996 para comercializar el jitomate mexicano sin aranceles llegó a su fin ayer, día en el que entraron en vigor las cuotas compensatorias de 17.5% a las importaciones.
Ante este panorama negativo, y a la espera de una solución entre ambos gobiernos, los productores buscan nuevas oportunidades. Y cuando se habla de la dependencia comercial con Estados Unidos, la diversificación siempre es la primera opción a analizar.
El tomate es el tercer producto agrícola de exportación de México hacia Estados Unidos, después de la cerveza y el aguacate; uno de cada dos tomates que se consumen en ese país son de origen mexicano.
“Desde hace tiempo empezamos a buscar nuevos mercados, tenemos investigaciones y estudios ya hechos y estamos trabajando con centros de investigación para ver factibilidades técnicas de otros cultivos en diferentes regiones.
«De hecho, estamos por iniciar un estudio de mercado dentro de Estados Unidos para ver qué oportunidad podemos encontrar. Hay que aprovechar este mal rato para diversificarnos”, explica Alfredo Díaz, presidente de la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida (AMPHAC).
Entre estos avances está un estudio que realizó la Amphac el año pasado en conjunto con el extinto Proméxico, organización que se encargaba de promover la inversión extranjera en México y las exportaciones, que les ayudó a identificar que en Europa demandaban el esparrago convertido en conservas, lo que representa una buena oportunidad de negocio.
“Otro ejemplo es el tomate deshidratado de Canadá, encontramos una posibilidad de negocio. Lo que queremos en Amphac es desarrollar todo esto, es decir, identificar qué piden, cómo lo piden y cómo podemos llegar a eso. Tendríamos que irnos a esos mercados para acelerar contratos, ya vamos encaminados”, agrega Díaz, cuya asociación agrupa a 252 productores agrícolas, de los cuales 215 son tomateros.
Manuel Cázares, vicepresidente del Sistema Producto Nacional Tomate, explica que, a pesar de que han enviado anteriormente su producto a Japón y a algunos países de Europa, aún necesitan pensar en cómo lograr una buena logística e infraestructura.
“Estamos viendo la posibilidad de diversificarnos a otros países, cambiar un poco el cultivo, vamos a ver otras opciones por si no llega a haber pronto otro acuerdo», agrega Cázares, cuya organización representa el 80% de la producción nacional de tomate, que involucra a 16 estados del país.
Tampoco descarta darle valor agregado a sus productos para mandarlos en diferentes presentación, pues reconoce que aún no tienen la infraestructura ni la logística para enviar el tomate fresco a otros países, ya que implica mandarlo en avión, enviarlo a través de una comercializadora mexicana y cumplir con requisitos fitosanitarios.
Aunque analizar nuevos mercados no es fácil por el ciclo de vida de esta hortaliza. «Lo primero que todo mundo tiene que hacer es basarse en lo que el mercado está demandando.
«Por ejemplo, sabemos que China tiene 1,200 millones de consumidores potenciales, pero no tenemos un protocolo fitosanitario para enviarles hortalizas, necesitamos desarrollarlo. Mandar productos a esos países implica aproximadamente 30 días, por lo que el producto fresco llega con poca vida de anaquel y necesitamos trabajar en prolongar esa vida”, agrega Díaz.
¿En qué va el acuerdo?
Desde hoy, los productores de tomate mexicano tendrán que pagar un arancel del 17.56% para exportar su producto a Estados Unidos, por el momento, los productores se mantienen «optimistas» en cerrar un nuevo acuerdo que los exima de este pago.
“Estamos checando en frontera si aduanas tiene en sistemas cómo cobrar. Vamos a tener que estar pagando durante este tiempo, si lográramos firmar o el día que podamos firmar, tiene que correr 30 días para que surja el nuevo acuerdo y se elimine el arancel. Tendríamos que estar con esto más de un mes”, añade Díaz, presidente de la Amphac.
Cázares, sin embargo, asegura que tienen todos los elementos para comprobar que los productores mexicanos no hicieron ‘dumping’.