Cuando Cancún comenzó a crecer (en los años 80), el destino buscaba casi exclusivamente el mercado estadounidense, de preferencia el segmento de altos ingresos. A partir del huracán Gilberto, en 1988, se buscó la masificación, dejando a un lado las pretensiones de un destino exclusivo y de lujo. Llegaron entonces los chárteres de los mayoristas con un público masivo, que disminuyó el nivel socioeconómico de los visitantes, con el fin de satisfacer la oferta hotelera de Cancún, que creció rápidamente en los 90s. Entraron también algunos mercados nuevos, como el europeo, y durante algunos años el sudamericano.
No fue hasta que Playa del Carmen –y en general la Riviera Maya– empezó a crecer, que los touroperadores europeos, y sobre todo las cadenas hoteleras españolas, buscaron primordialmente sus mercados, confiados en que se trataba del mercado español en particular, y el europeo en general. El constante crecimiento del hospedaje Todo Incluido afectó el nivel socioeconómico promedio del visitante, además de que se vieron perjudicados los negocios secundarios, como restaurantes, tiendas y algunos tours. Después, Cancún tuvo que buscar alternativas, por lo que la industria de grupos y convenciones fue el siguiente paso lógico.
Ante las diferentes crisis, como el huracán Wilma, la debacle financiera mundial, el virus de la influenza y la inseguridad en el país, se buscaron más alternativas, y la solución lógica –y más económica en tiempos de crisis– fue el mercado nacional, que hoy en día tiene una importancia relevante para Cancún. Geográficamente fuimos a buscar más lejos, el mercado ruso, nuevamente el sudamericano y el coreano, entre otros. Durante este tiempo examinamos también diversificar las experiencias vacacionales: arqueología y cultura maya, buceo, aventura, gastronomía, golf, compras y mucho más.
Ya que afortunadamente las crisis de los últimos ocho años parecen pertenecer al pasado, me pregunto hasta dónde llegaremos en nuestra búsqueda de más mercados y segmentos de mercado… Y vinieron a mi mente unas cuantas ideas.
La tercera edad. Un segmento que puede viajar todo el año y en general poseen los medios financieros para hacerlo. Pero tenemos que adaptar nuestros destinos y hoteles. Se requieren bancas para descansar cada cien metros, rampas accesibles, bailes de los años 50 en terrazas por las tardes y juegos diversos, como el bingo, para diversión. La atención médica será de especial importancia para este segmento.
Grupos de judíos ortodoxos. Requieren comida tipo kosher y rabinos en sus hoteles, así como instalaciones, receptivos especializados y equipo para minusválidos.
Grupos regionales. ¿Por qué no buscar a los clubes y organizaciones de una misma región para ciertas fechas? Esto incluye a los grandes clubes que realizan reuniones anuales, como los Rotarios. Al turista le encanta reencontrarse con su gente durante las vacaciones.
Otras opciones interesantes son grupos de fans de clubes deportivos, con actividades adaptadas como futbol, basquetbol y golf. Grupos de fans de cantantes, con los conciertos correspondientes, y Turismo de obra social, creando sinergia con organizaciones que ayudan a construir casas o que dan enseñanza a grupos vulnerables, como pequeños de bajos recursos y adultos mayores, y cualquier otra acción social que resulte interesante.
Afortunadamente hemos obtenido buenos resultados en los últimos años, pero no podemos bajar la guardia. Es momento de tomar acciones, diversificar nuestros mercados, blindarnos ante posibles contingencias y evitar que nos afecten. Recordemos la frase de Charles Darwin: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios”.