Capítulo XXXV • Errores del desarrollo

por ahernandez@latitud21.com.mx

 

 

Estamos inmersos en una incesante transformación universal y lo humano no se puede sustraer a ella. Si observamos la historia del hombre, veremos que su evolución se basa en el desarrollo de su conciencia. Cada revolución ha impulsado un nuevo paso en el desarrollo de la conciencia y, por ende, en el económico y social.

Desde el punto de vista del desarrollo, quizá el error más grande del tercero y quinto mundos es el del crecimiento demográfico. Tabúes religiosos, ignorancia y pobreza se conjugan con nuevos y sencillos conceptos de higiene y prevención (vacunas infantiles) para lograr poblaciones que en los últimos 50 años se han quintuplicado, como es el caso de México que pasó de 20 millones en los años treinta a casi 100 millones en el 2000. No existe crecimiento económico, ni ecología, que soporte esa explosión demográfica.

El factor más devastador de la ecología es la pobreza, sobre todo cuando se combina con conceptos equivocados de desarrollo económico, como ocurre en el caso de la tala indiscriminada de árboles, ya sea para sembrar, ya sea para hacer fuego, ya para explotar maderas preciosas (selvas tropicales) o maderas comunes. Se trata de una destrucción acelerada del patrimonio ecológico de un país, sólo para conseguir, en el mejor de los casos, un alivio económico momentáneo, cuando no el enriquecimiento de un inconsciente generalmente coludido con las autoridades. Otro concepto de desarrollo equivocado es la destrucción de bosques tropicales para establecer posturas de baja densidad de carga; es desarrollo, pero a un altísimo precio ecológico.

En todos los países hay un problema de equilibrio entre bienestar y ecología, entre producción y consumo, pero si en las tesis de desarrollo no se considera el precio ecológico, estamos girando cheques contra una cuenta de la biosfera: biodiversidad y equilibro, que cada día se debilita más. Esa es la absoluta realidad.

Tener más bienestar y dinero es una alta responsabilidad en los tiempos modernos. El país que tiene más debe dar los primeros pasos y empezar a pagar los precios ecológicos de sus factores de producción; y también, asumir su corresponsabilidad con los países más débiles en lo que a economía se refiere, para compensar el pasado y sobre todo, prevenir el futuro. Ahora sabemos que si se queman los bosques de Indonesia o de la selva Amazónica o los de América Central, a todos nos afecta, porque igual se abre la capa de ozono por los aerosoles que se contamina la atmósfera de CO₂ y sobreviene un calentamiento global por el efecto invernadero. El mundo no sólo se ha globalizado en lo económico y social sino también en lo ecológico.

Deben establecerse procesos legales reales para que el valor ecológico del planeta, su biosfera, biodiversidad y biomasa no se destruyan por un impulso al desarrollo, que se puede convertir en desarrollismo. Se tienen que establecer los flujos de capital que permitan a los países pobres crear programas de desarrollo sustentable, lo cual les ayudará a mejorar su economía sin destruir su entorno.

El desarrollo es un impulso vital imposible de detener, pero sí es posible encauzarlo, ordenarlo y hacerlo sustentable. Los países altamente desarrollados ya tienen una enorme cantidad de tecnologías no contaminantes, pero las quieren vender a precios exorbitantes.

El desarrollismo devastador se ha multiplicado y ya hay claros indicios de que en dos generaciones más empezarán a escasear los combustibles naturales y fosilizados. La biodiversidad disminuye a pasos agigantados y la biomasa se consume; crece la población y, aún más, la demanda per cápita de energía.

Notas al margen

Tabú. Condición de las personas o cosas a las que es licito censurar o no mencionar.

Coludir. Pactar un daño de tercero.