La conjunción de ideas y factores, pero también de esfuerzo y trabajo cotidiano no pudo ser mejor, pues la ancestral y tradicional cultura del uso del cacao para su transformación en uno de los productos más exquisitos del mundo, el chocolate, renace en el Caribe mexicano.
Lo que inició con una inquietud de Joshue, mexicano, y Maryline, francesa, avecindados como pareja en la isla de Cozumel, es desde hace siete años Kaokao, Chocolates Damarsicheli, una empresa familiar que a través de la fabricación del producto de manera artesanal, le da un nuevo sentido.
Con base en prueba-error, Kaokao logró crear su propio sello, no sólo por ser un producto “hecho con amor”, en un lugar donde no se produce cacao, sino también por la combinación de sabores que van desde los tradicionales, canela y vainilla, hasta los innovadores, nopal, una combinación de cuatro chiles y café expreso, que le dan el valor agregado que los distingue.
El interés empresarial fue mucho más allá y los llevó a pensar no sólo en la producción del chocolate, sino también en la forma de compartir el conocimiento entre residentes y turistas, lo que hicieron posible a través del Museo Kaokao y el tour guiado que ofrecen, en un lugar contiguo a la fábrica familiar, lo que aseguran es “una forma de vender chocolate con sentido”.
“Mi esposo vivió un tiempo en Oaxaca, tuvo contacto con el chocolate y pensando en rescatar las tradiciones vio la posibilidad de emprender este proyecto en Cozumel, donde no había identidad cercana al producto, porque no crece el cacao. Yo nací en Francia, donde el chocolate es tradición, por lo que cuando me compartió su idea me enamoré del concepto”, dice Maryline Justice.
“Como empresa familiar hemos ido poco a poco estamos en la pre adolescencia, se está formando y distinguiendo con su línea de productos ya colocada en nichos de mercado, como son tiendas de artesanías en Cozumel, del Grupo Cinco Soles, que creyeron en el producto y lo comercializan desde hace más cinco años, incluso en el aeropuerto de Cancún; además del Grupo Xcaret y una distribuidora que nos representa en Cancún, aduce.
Maryline asegura que aunque la comercialización no es fácil el hecho de que Cozumel sea un destino turístico ayuda mucho, “te enteras por e-mail de que tu barra se fue a Rusia o Australia y que quieren recetas de cómo hacer el chocolate de mesa que compraron porque lo habían olvidado”.
El producto terminado, que se elabora con cacao que traen de una cooperativa de Tabasco, cuenta ya con el distintivo Hecho en Quintana Roo y “lo padre de un negocios y como emprendedor, es que diario tienes que superar una meta, hacer un cambio o una mejora”.
Comenta la emprendedora que la producción de la fábrica familiar es de entre tres mil y cuatro mil barras al mes, siguiendo el trabajo artesanal que se resume a siete pasos para transformar un grano de cacao en exquisito chocolate, labor en la que participan 10 colaboradores, todos originarios de la isla.
“Hasta ahora nuestras línea de productos la integran las barras de sabores: oscuro con chile, cuatro chiles, con café expreso de Oaxaca, nopal y chocolate blanco con coco orgánico de Colima; las mieles gourmet, los confitados, almendras, granos de café, pasitas, y arándano, cubiertos de chocolate, además del reciente chocolate de mesa tradicional con sabores canela, café, vainilla y polvo de vainilla”.
Maryline, consciente del esfuerzo y dedicación que demanda un proyecto de esta naturaleza, recomienda a los emprendedores “ir poco a poco, ser honestos, escuchar al cliente, nunca desesperarse, creer siempre en lo que haces; “hay barreras, pero si brincas una, ya la saltaste, no importa que haya otra, eso aprendes, que nada es imposible es un trabajo en equipo, mi marido y yo somos los creativos, siempre somos dos y hay que respetar siempre una idea,
Aunque parezca una locura, fue mi idea la creación del chocolate sabor nopal, súper mexicano. Yo no nací en México, soy de Francia, pero como me gusta el nopal en todas sus formas, me encanta el sabor, se me ocurrió crear la barra de nopal, y fue súper satisfactorio”. (Norma Anaya)