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- Arturo Medina Galindo
- Periodista, Director NITU.mx • arturo@nitu.mx
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La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha brillado por su lamentable inacción y su vergonzosa falta de respuesta. La justificación oficial de “fallas técnicas” por el rápido crecimiento de Cancún, ¿es en serio? o “condiciones climáticas” cuando no ha caído una tormenta de consideración en semanas, se siente vacía frente a la magnitud y frecuencia de los cortes de luz que han afectado tanto a zonas residenciales como a la vital infraestructura hotelera.
La CFE, en su rol de empresa estatal, tiene la obligación moral y legal de garantizar un servicio eléctrico de calidad, pero en Cancún esa promesa se ha desvanecido. La lentitud pasmosa en la reparación de las fallas, la nula comunicación clara con los afectados y la aparente negligencia en el mantenimiento de la red eléctrica son, por decir lo menos, inaceptables. No podemos ignorar el hecho de que la falta de energía eléctrica pone en riesgo la seguridad de las personas, además de generar enormes pérdidas económicas. En un destino turístico de talla mundial, este tipo de fallos no sólo afectan la vida diaria de los residentes, sino que también dañan gravemente la imagen y la competitividad de la región.
Fue necesaria la intervención directa de la gobernadora Mara Lezama para sacudir la inercia de la CFE. Su llamado público y la subsiguiente presión política finalmente forzaron a la paraestatal a reaccionar. El reciente anuncio de un plan de acción es un paso en la dirección correcta, pero es un movimiento reactivo, no proactivo. La CFE debería haber actuado con profesionalismo y rapidez desde el primer apagón, anticipándose a la escalada de la problemática. Más aún debe crecer al ritmo que sea necesario para no ser nunca sobrepasada. Este episodio demuestra la urgente necesidad de una profunda rendición de cuentas y de una revisión radical en la gestión y operación de la CFE. La luz, un servicio básico y esencial, no puede ser un lujo ni un privilegio en una ciudad como Cancún. El bienestar de los ciudadanos y la prosperidad de los negocios dependen de ello.
VOTO DE CONFIANZA
En un movimiento que refleja un voto de confianza en la continuidad y la experiencia, Javier Olvera fue ratificado al frente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) del Caribe. Esta decisión, que se produce en un momento de importantes retos económicos y sociales para la región, consolida un liderazgo que ya ha demostrado su capacidad para articular las demandas y propuestas del sector privado.
La reelección de Olvera no es una casualidad. Su gestión ha estado marcada por una activa participación en temas cruciales, buscando siempre un diálogo constructivo con las autoridades y otros sectores. En un escenario donde la incertidumbre y la necesidad de una voz empresarial unificada son más importantes que nunca, la ratificación de su cargo envía un mensaje claro: el sector empresarial del Caribe apuesta por la estabilidad y la experiencia para enfrentar los desafíos que se avecinan.
Con la reciente adhesión de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, la representatividad del CCE del Caribe se ha fortalecido de manera exponencial. Esta incorporación estratégica no sólo amplía su alcance, sino que consolida su influencia, ya que los afiliados al consejo ahora representan más del 70% del Producto Interno Bruto (PIB) del estado. Con este peso económico y la unificación de los sectores clave, el liderazgo de Olvera adquiere una gran relevancia en la toma de decisiones y en la promoción del desarrollo regional.
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