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Revista Latitud 21
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ahernandez@latitud21.com.mx

ahernandez@latitud21.com.mx

Capítulo XXI • El ser humano en el presente y en el futuro

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2022

 

Si pensamos que el ser humano sólo dispondrá en el futuro de las herramientas del presente para resolver sus problemas, el futuro aparece completamente incierto. Pero no será así; el ser humano evolucionará con su medio y responderá a él; el riesgo existirá, pero también las alternativas de solución. Analicemos algunos fenómenos presentes que ya forman parte de las soluciones del futuro.

La revolución interactiva: Cibernética y comunicación masiva, computadoras y televisión, superconductores e intercomunicación mundial, vuelos supersónicos y movimientos de masas, ya eliminaron las distancias: las noticias y los hechos están presentes en el momento de suceder. Estos maravillosos medios se usarán, en su momento, para universalizar el conocimiento y serán los recursos integradores por excelencia.

La terapia genética: El conocimiento de la totalidad de los genes que participan en la integración del cuerpo humano será el comienzo de una nueva era de la medicina que, integrada a lo que hoy se conoce como medicina alternativa, une la nueva conciencia de la participación de la psique humana en la salud y dará toda una nueva visión que hará la vida más duradera, saludable y creativa.

La ingeniería genética: Esta será la verdadera solución a la alimentación en el mundo del futuro, con los saldos que queden de la devastación actual. Si logramos salvar algo, la ingeniería genética generará los recursos suficientes y sobrados para alimentar a toda la humanidad en el futuro.

La inteligencia artificial: Realidad virtual, robótica, cibernética, holografía, etc., crearán opciones hoy todavía difíciles de imaginar. La cultura integrará en forma objetiva las experiencias pasadas de la humanidad con las del presente, en casa y sin desplazamientos.

La energía inagotable: El sueño de la humanidad será una realidad; las energías alternativas, naturales o «limpias» (la del Sol, de las mareas, de los ríos, de la biomasa, del nitrógeno, etc.) como se les llama hoy, serán fuente inagotable y recurso permanente.

Las nuevas tecnologías: Mucho se podría hablar de la tecnología espacial, la robótica, la miniaturización, el control climático, los superconductores, los trenes y automóviles magnéticos, el transporte supersónico, los regeneradores orgánicos y energéticos, las naves espaciales, las computadoras inteligentes, la globalización de la cultura, los súper chips, los chips orgánicos, el conocimiento y la conciencia, etc. La lista sería enorme; estamos en los albores de tecnologías sorprendentes que transformarán al mundo; no habrá problema de la humanidad que, si se desea, no tenga solución; todo dependerá de nosotros mismos.

Como hemos visto, el ser humano es fin y no medio, y el hecho de que tenga conciencia de que el Espíritu se manifiesta en él le da una dignidad infinita.

Podríamos decir que la evolución ha sido el método escogido por el Espíritu para recrearse a sí mismo hasta el hombre. Desde el momento en que la persona cobra conciencia de sí misma, del otro y de la presencia del Espíritu en todos, se inicia su proceso de humanización, que ahora lo entendemos como la autodecisión del retorno al Espíritu divino que le es inmanente.

Así, el humano, al repetir el proceso evolutivo en sí mismo, también utiliza el cambio, el riesgo y el azar como instrumentos, pero con una dirección que le marca el sentido de su propia conciencia, que es el de su vida; persiguiendo aquellos ideales que el humanismo le ha venido marcando en su proceso evolutivo, él es forjador y responsable de su propio destino, el único en el universo conocido que tiene capacidad de decisión.

Esta capacidad de decisión es la que nos compromete en el futuro. Es aquí en donde aparece el aspecto de conservación ecológica. De nosotros depende actuar previendo que los daños que se le estén causando a la naturaleza no sean irreversibles y que con esas tecnologías que describimos se solucionen los problemas del futuro.

La humanidad es, pues, la cúspide de la cadena extraordinaria de sucesos evolutivos que se iniciaron hace 15 000 millones de años con el Big Bang; si esto lo entendemos como una creación del Espíritu, de Dios, de Brahma, de Jehová, del Tao, que culmina con su expresión en el ser humano, deberemos comprender que él era el objetivo de la creación. Tal es el deber de lo humano para con Dios y para con sus hermanos: la conciencia de lo supremo en los demás y en uno mismo. Esa es la religión universal que pregonaba Einstein, ésa es la razón de las religiones integradoras, ésa es la luz del fuego divino de Rama o la presencia del Hijo del Padre en Jesús. Todos tenemos un origen y un destino común y único: La unidad en el Espíritu.

Notas al margen:

Inmanente. Dícese de lo que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella.

Vacaciones decembrinas con alta ocupación hotelera

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2022

Comercio exterior en Quintana Roo

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2022
  • Entre empresarios
  • Sergio León
  • CEO de Impoexporta
  • Twitter: @oigres14

 

Desde los inicios de la historia de nuestro Quintana Roo, ha sido una entidad que, por la distancia del centro y el norte del país, tiene una vocación de comercio exterior para la importación de los insumos que se requieren para este gran destino turístico; no sólo para el área de construcción, también para alimentación y bebidas alcohólicas y no alcohólicas, los cuales provienen de diferentes latitudes de nuestro continente, Europa y Asia. Muchas veces, aunque lo vivimos a diario, no nos percatamos de este fenómeno. 

A partir de los años 90 se benefició a nuestro estado con un programa de reducción de impuestos a la importación y de IVA, provocando un gran desarrollo de las importaciones, y por ende, de productos que en el interior de la república no se veían, por los altos aranceles y el Impuesto al Valor Agregado que se pagaban. Y aunque las circunstancias han cambiado y los beneficios casi están homologados en todo el país, ya dejó una cultura del comercio exterior que supera a la mayor parte de los estados.

Esto permitió el desarrollo de Puerto Progreso, Yucatán; su conectividad marítima, así como la de nuestro aeropuerto permiten utilizar las rutas para la carga aérea y de mensajería internacional, que compite sólo con CDMX.

Sin embargo, en muchos casos las altas tarifas internacionales de transporte aéreo para mercancías de importación y exportación provocan que estados del centro del país prefieran pagar transporte terrestre a nuestro aeropuerto, y, aun así, sigue costando más bajo llevar las mercancías vía aérea a otros países.

Esto nos ha dado un preámbulo para un área de oportunidad de un mercado que podemos explotar. Hoy existe una tendencia mundial denominada economía regional, y nuestra experiencia en comercio exterior, la oportunidad que tenemos de la conectividad para Centroamérica vía terrestre, aérea y marítima, así como con los países del Caribe, el norte de Sudamérica y el sur de Estados Unidos, nos permitiría proyectarnos en materia logística como Singapur y en materia industrial como Nuevo León.

La importancia de nuestros jóvenes para aprovechar estos sectores es prioritaria; nuestros gobernantes deben brindar las facilidades y certeza jurídica para desarrollar estas áreas.

Comenzar con la exploración y desarrollo de estas ideas es básico, en el entendido que el retorno de inversión comparado con el rubro turístico o inmobiliario es más lento, pero a su vez es más constante y en casos de crisis podría rescatar la economía de Quintana Roo y sus familias, así como cobrar más importancia de la que ya tenemos en la generación del Producto Interno Bruto de nuestro país y convertirnos en principales proveedores de estados y países vecinos.

Los escenarios que vienen ya 

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 diciembre, 2022
  • Canela fina
  • Rubén Cortés
  • Periodista y escritor
  • Twitter @Ruben_Cortes 

 

Fue un símbolo del tramo final de su gobierno que el presidente sólo dijera palabras gastadas en una marcha que le costó mil 500 millones de pesos. También que, el mismo día, el jefe de sus senadores, Ricardo Monreal, anunció una gira de reconciliación nacional, con el panista Santiago Creel. 

Los líderes del Poder Legislativo funden una agenda que propone la reconciliación que el jefe del Poder Ejecutivo rompió, al encabezar una marcha de unos mexicanos contra otros ciudadanos. Monreal es presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado; Creel, presidente de la Cámara de Diputados. 

Monreal y Creel no son tragados por muchos. Sus razones tendrán quienes no los traguen. Pero en la política las cosas son como son y no como deben ser. Como pinta 2024, la disyuntiva estará en decidir si sigue o no el presidente gobernando la “transformación”, a través de Claudia Sheinbaum. 

Ante eso, vale un párrafo de Macario Squettino sobre las pasadas elecciones estatales. 

“Frente a la incertidumbre, lo peor que puede hacerse es definir el camino de antemano. Al revés, la clave del éxito consiste en tener la flexibilidad necesaria para adaptarnos a escenarios que hoy ni siquiera podemos imaginar. A ponerse flojitos, pues”. 

Es decir, la oposición está obligada a innovar, pues, ausente y dividida, ha sido incapaz de construir un candidato propio, a un año del periodo electoral. Creel fue el primer secretario de Gobernación de la era democrática en México y fue durante seis años un político inclusivo, plural, que tendía puentes: sí es un conciliador. 

Y Monreal tiene la operación electoral más eficaz después de la del presidente, sólo que éste la tiene desde Palacio Nacional. En las elecciones intermedias de 2021, Monreal le arrebató el control de la CDMX al presidente, quien la tenía desde 1997, cuando como presidente del PRD hizo ganar el GDF a Cuauhtémoc Cárdenas. 

En septiembre, también le ganó la mano al presidente para quedarse como jefe de la bancada oficialista, al frente de la Junta de Coordinación Política del Senado (que controla los recursos económicos, materiales y humanos), y colocar en la presidencia de la Mesa Directiva a su alfil, Alejandro Armenta. 

En política no basta con ser querido: hay que ser necesario. Y, en el momento de mayor polarización del país en años, Monreal es el único aspirante que transita tanto en una franja del grupo político en el poder, como en otra franja de la oposición. Que el panista Creel lo haya buscado es un indicio fehaciente de eso. 

Ha construido una candidatura natural que la oposición puede aprovechar. Quienes no lo quieren, deben entender que hay que saber dar un paso atrás para dar luego dos adelante. 

Adaptarse, pues.   

Capítulo XX • Materialismo, positivismo, escepticismo

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2022

 

Estas corrientes materialistas y escépticas se están adueñando del mundo porque se sustentan en bases egoístas, que nos alejan de nuestra responsabilidad para con los demás pregonando la inexistencia de Dios, así como de la moral y por lo tanto de la ética, pues consideran que no hay verdades universales ni compromisos superiores, sino simple y sencillamente acuerdos entre las partes en convivencia. Para quienes así piensan, la evolución es al azar, el ser humano no forma parte de ningún proyecto universal y su única función es existir y sobrevivir como especie sin tener ningún parámetro superior de belleza, justicia, verdad o bondad. Su verdad es que no existe ninguna verdad. Ni siquiera se dan cuenta de que al afirmar «no existe ninguna verdad», están cayendo en una contradicción, puesto que para que esa afirmación sea verdadera ¡tiene que ser falsa! Hoy está de moda decir que «cada quien tiene su propia verdad», pero esto viene a ser como la ley de la selva, pues si para cada uno de nosotros lo cierto, lo verdadero o lo justo es lo que nosotros mismos determinamos, entonces no existen valores universales que sirvan de base para una convivencia civilizada, sino sólo la fuerza que el individuo o la colectividad ejerzan para que se cumpla «su verdad». El acuerdo lo imponen los más fuertes. Aún en la ONU, el organismo multinacional por excelencia, el comité de seguridad lo ejercen como monopolio solamente cinco naciones, que forman parte de los diez países más poderosos del mundo. La razón impuesta por la fuerza no es otra cosa que una ley de la selva institucionalizada.

La idea de Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza, es una falacia enorme. Todo aquel que ha tenido un hijo sabe que educarlo y socializarlo es un proceso en contra del egoísmo del niño, que todo lo quiere para sí sin dar nada a cambio, y que se rebela si no lo obtiene. El ser humano es egoísta por naturaleza y el egoísmo es el origen de todo el mal que existe sobre la tierra, de las guerras más cruentas y de las peores atrocidades, como lo fue el fascismo o la visión enferma de Pol Pot en Camboya. Es curioso e indignante ver, por ejemplo, a un ladrón quejarse de que alguien le roba. El egoísmo ciega y perturba, niega la presencia del otro y, si no existen parámetros que nos permitan determinar nuestras acciones, el bien y el mal se confunden, o se funden, generando una visión egoísta del mundo, en donde sólo existe el individuo con sus necesidades y una noción vaga de la existencia del otro.

El parámetro más claro, sencillo y objetivo que tenemos para luchar en contra de nuestro propio egoísmo es el imperativo ético, que nos dice «el otro es como yo». Con esa sola norma, podemos determinar toda nuestra vida, «no le hagamos a los otros lo que no queremos que nos hagan a nosotros». Esa conciencia permanente es una guía excepcional y única para enfrentar nuestro egoísmo. Es, por otro lado, una manifestación de la presencia del espíritu en nosotros, es decir, la herramienta que tenemos para luchar en contra de nuestro egoísmo y de nuestras pasiones. Es también la fuente de todos los valores y normas de conducta que generan una ética de significados trascendentes. El otro es como yo, tiene los mismos derechos y obligaciones que yo, espera de mí lo que yo de él, ambos tenemos el mismo derecho a la vida, a la justicia, a la paz, a la belleza y a todo ese conjunto de reglas civilizadas que llamamos derechos humanos. Él los tiene, de la misma forma que yo quiero tenerlos.

Ahora no hay derecho más preciado para el ser humano que el derecho a la vida. En ese derecho fundamental se basan todos los demás, pues el ser humano es fin, no medio. Ahora bien, en el desequilibrio ecológico causado por la contaminación de nuestra biosfera es donde puede residir el mayor mal, pues atenta no sólo contra nuestra propia vida, sino contra la de todos los demás, pero fundamentalmente contra las generaciones futuras.

El materialismo del aquí y el ahora, la visión consumista del mundo como satisfactor de necesidades creadas y el escepticismo que niega los valores superiores o el origen divino del imperativo ético, trabajan justamente contra la corriente que trata de crear una conciencia ecológica; porque aunque sabemos que todos contaminamos nadie quiere asumir la responsabilidad de los actos colectivos, como si no fueran la suma de actos individuales que deben corregirse con esfuerzo y sacrificio. Es como la relación de países o personas pobres y ricas: pareciera que uno tiene que ser a costa del otro pero eso no es así. La conciencia del otro, el imperativo ético, permite definir y esclarecer con justicia lo que a cada quien le pertenece. Es una combinación de capacidades y necesidades, no conforme a la falacia comunista del estado benefactor. La historia demuestra que los más altos niveles de vida y de respeto a los derechos humanos se dan en las democracias (republicanas o parlamentarias) y en donde prevalece el libre mercado. De esas comunidades ha surgido con mayor impulso lo que hoy conocemos como conciencia ecológica, conciencia de unidad, o visión holística, donde se encuentra el verdadero futuro de la humanidad.

Notas al margen

Ética. Parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del hombre.

Capitulo XIX • Cultura

por ahernandez@latitud21.com.mx 1 noviembre, 2022

 

El tiempo moderno es de una enorme complejidad, el concepto de aldea global se vuelve realidad día a día, la cultura tiende a generalizarse. Cuando 1 000 millones de personas o más pueden estar viendo al mismo tiempo, por ejemplo, las olimpiadas de Sídney, podemos empezar ya a predecir comportamientos masivos de carácter universal, en donde sectores de miles de millones de personas piensan lo mismo o tienen una visión unificada de algún concepto.

Todavía a principios del siglo pasado, los grupos étnicos tenían rasgos profundamente distintivos. Lengua, ropa, tradiciones, folclore, religión; establecían una visión del mundo diferenciada de un grupo a otro, inclusive en una misma nación. Por ejemplo: en España, las diferencias regionales eran enormes y, a pesar de una religión unificadora, las visiones del mundo eran distintas. Hoy subsisten algunos países con visiones diferenciadas pro fundas, como pueden ser los balcánicos, la India, o países en donde conviven sectores mestizos con marcada influencia norteamericana y europea y grupos indígenas con visiones sincréticas de la realidad. Pero la tendencia única y fortísima, a universalizar las reglas, es debida la influencia de la televisión, la radio, internet y los medios de transporte, que transculturizan al mundo en de reacciones imprevistas, con visiones que hoy parecen se materialistas y escépticas. Sin embargo, hay influencia profundamente religiosas que trascienden fronteras, culturas y abren nuevos frentes, como las que ejercen los inmigrantes islámicos, los misioneros cristianos y las sectas.

Todas las visiones del mundo se están mezclando. Las culturas arraigadas en tradiciones y que no se consideran modernas tienden a desaparecer. Eso significa un avance civilizador, sin embargo, en algunos casos se pierden valores que le daban sentido comunitario y arraigo a la vida cotidiana.

Dar el paso de dejar de ser parte de una comunidad, estado o país específicos para convertirse en un ciudadano del mundo, es duro, doloroso y puede que hasta enormemente peligroso, pero esa es la tendencia mundial. Ahí está la comunidad Europea con su libre tránsito, su moneda general, su apertura al comercio, etc., o el tratado de libre comercio entre México y Estados Unidos que estrecha los vínculos entre estos países mucho más allá de lo que es una relación comercial, pues los compromete en la economía de mercado, la libre competencia, la democracia, etcétera.

Personalmente creo en el ciudadano del mundo. Creo que no debe haber distinción de raza, ni de derechos y obligaciones entre los seres humanos. Sin embargo, se percibe una enorme confusión y un materialismo generalizado que es alarmante, pues lo que nos hace ciudadanos hermanados no es lo material, sino lo espiritual, expresado en los derechos humanos de la carta de las naciones, y en organizaciones como las Naciones Unidas, la OIT, la UNESCO, la OEA, el Mercosur, etc. El impulso evolutivo de la unidad en el espíritu se expresa en organizaciones y principios que giran alrededor del imperativo ético.

Siempre ha habido actos deleznables, y la evolución humana está lejos de haberse terminado. Las cosas en el mundo van mal en diferentes áreas. Cuando los noticieros nos presentan una escena de, por ejemplo, una masacre en Ruanda, todos sabemos que eso está mal, aunque su difusión inmediata en todo el planeta no impide que suceda Pero no sólo su universalizan los conceptos de la verdad, belleza, justicia,, sino también el repudio a la mentita y la injusticia.

De esa forma somos observadores y seres actuantes en un mundo en permanente evolución, en permanente cambio, que se influye e interrelaciona cada vez con mayor intensidad, que genera visiones unificadas del mundo. De nosotros dependerá que estas visiones tengan la dirección correcta, que hoy por hoy están asentadas en la carta de los derechos humanos.

El factor que aglutina muchísimos aspectos es la conciencia ecológica, puesto que, día a día, cada uno de nosotros percibe en mayor o menor grado la realidad de la contaminación y la degradación del medio ambiente. Claro que ese fenómeno es inmensamente más notorio en los países pobres que en los ricos, porque estos últimos ya pasaron por esas etapas y ahora, con capacidad económica y tecnológica, están revirtiendo esos daños. Pero por otro lado, todos sabemos que son esos países los causantes de las mayores contaminaciones a la atmósfera y a todo el planeta en general (por ejemplo, la lluvia ácida). A veces, con visión equivocada o absoluta, tratan de imponer a los países más desprovistos normas que se pagan con dolor y pobreza.

Sin embargo, lo que importa ahora no es señalar culpables sino la concientización colectiva. El desarrollo de la conciencia, el darnos cuenta de la realidad de la de- gradación del ambiente, debe ser un acto generalizado, debe arraigarse en nuestra cultura y en nuestra visión del mundo, pues de otra forma, el riesgo es inminente. Estoy seguro de que el temor de nuestra propia vida, de la de nuestros hijos y de los demás seres humanos será tan fuerte que esta conciencia se generalizará, pero no lo hará de golpe, sino progresivamente. Tengo fe en que las tecnologías del momento y la cultura universalizada por los medios de comunicación nos permitirán actuar, pero es hoy el momento de comenzar, por lo menos en promover la cultura del desarrollo sustentable.

Notas al margen

Cultura. Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinar por medio del ejercicio las facultades intelectuales del ser humano.

Conjunto de valores y formas de vida materiales y espirituales de un grupo.

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