Siempre hay que escuchar a las partes y sus argumentos para poder hacerse de un juicio más razonado y emitir una opinión de cualquier tema. En esta ocasión hablo de la polémica que en los últimos meses ha resurgido con respecto a la afectación que el sistema del Todo Incluido ha tenido sobre ciertos negocios, especialmente el de la industria restaurantera. Y es que esta tendencia parece que vino para quedarse, cuando inclusive marcas como Fiesta Americana y tiempos compartidos ya le entraron a esta moda, lo que por supuesto no es casualidad pues los hoteleros han decidido operar, en su gran mayoría, bajo este sistema, porque es lo que el mercado pide, lo que sus clientes demandan. Y finalmente, el cliente es el rey. Lo saben los mismos restauranteros.
Pero esto no es tan nuevo, hay hoteles en la región que operan bajo esa modalidad hace ya más de 20 años. El bed & breakfast que se maneja en Europa también desde hace más de 50 años es un precursor del Todo Incluido. Los cruceros, todos, operan con este mismo sistema desde sus inicios, e inclusive negocios como parques temáticos ya ofrecen actualmente esta modalidad. Es por ello que llama mi atención el esfuerzo de los restauranteros para resaltar el daño que han sufrido ellos y otros negocios por esta tendencia comercial, cuando sin duda son los mismos hoteleros los que quisieran que todos sus huéspedes gastaran mucho dinero consumiendo en los bares y restaurantes de sus propios hoteles en lugar de incluirles la comida, como en los viejos tiempos, pero eso sería tanto como ir en contra de lo que el mercado demanda. Por supuesto que la oferta gastronómica forma parte de los atractivos de cualquier destino, y mucho más en México, Yucatán uno de ellos, con una cocina tan rica y tan variada. Es por eso que en los mismos hoteles se han montado restaurantes tipo gourmet, con reconocidos chefs en algunos casos y que ya forman parte de la oferta incluida en el hospedaje.
Pensar entonces que la autoridad debería de regular y restringir el Todo Incluido en aras de beneficiar a cierta industria es algo aventurado y por demás ingenuo, especialmente cuando excede de las facultades de la autoridad, quien más que proteger al empresario su función es fomentar la empresa y facilitarle el camino al emprendedor. El mercado cambia, el destino evoluciona y eso es algo que está fuera de nuestro control. Simplemente así es. Pero a la vez ofrece oportunidades al emprendedor visionario, que es precisamente lo que reconoce y fomenta Latitud 21. Es por ello que en esta editorial quise tocar este tema, pues tenemos muchos ejemplos de emprendedores y visionarios locales que han sabido posicionarse buscando alianzas que los fortalezcan y enfocar su energía y creatividad a explorar alternativas en lugar de confrontaciones. Al final no es función de la autoridad limitar la empresa sino promoverla, y del empresario hacer que sus empresas y negocios funcionen. Y si el gran enemigo es el sistema Todo Incluido, pues busquemos se incluya también nuestra oferta. Después de todo, si no puedes con el enemigo, únete a él…
[editor]eduardo-albor[/editor]