- Bitácora de viaje
- Por Iñaki Manero
- Comunicador
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“Sus científicos estaban tan preocupados con si podrían, que no repararon en si debían”.
Doctor Ian Malcom, Jurassic Park, Michael Crichton
Y
… lo hicieron.
O casi. Me encantaría entrevistar a Dolly Parton; extraordinaria y longeva estrella del country norteamericano y además filántropa; preguntarle si se sentía halagada de que el primer mamífero clonado exitosamente en Escocia, haya llevado su nombre. Por respeto a la Sra. Parton, nunca utilizaría el tema como trivia. Los científicos clonaron a la ovejita de las células mamarias de otra. Y ahí lo dejo. Como dijo el clásico, quien tenga entendimiento, deduzca.
La ovejita Dolly murió a los seis años y medio víctima, oficialmente, de un cáncer pulmonar provocado por la acción de un retrovirus. Los especuladores con nulo, poco o algún conocimiento científico, culpaban al método antiético que había dado por resultado un animal con progeria; o sea, según los eternos inconformes, Dolly había nacido con envejecimiento prematuro, lo que aceleró enfermedades de la vejez. Nada de esto ha sido comprobado, así que dejemos su memoria en paz. Dolly se encuentra disecada para la admiración de propios y extraños en la Universidad de Edimburgo. ¿La primera clonación de un ser vivo? En 1952 ya se habían iniciado experimentos con ranas, ya que sus óvulos son muy grandes y eso facilitaba trabajar con ellos. Sin embargo, el caso de los científicos escoceses es reconocido como el primero en tener éxito. De ahí siguieron perros, gatos, caballos… Y… el primer animal de la historia en extinguirse dos veces.
Se llamaba Celia y era la última de su especie (capra pirenaica pirenaica) o bucardo. Sus iguales, cazados hasta el fin por aquellos entusiastas en decoración de interiores con muertos, Celia fue capturada en 1999, sometida a una cirugía de extracción de células dérmicas y reingresada a su medio ambiente. En el 2000 fue encontrada muerta y la especie fue declarada oficialmente extinta, aunque en realidad, cuando apenas existen pocos ejemplares de una sola especie y todos están emparentados, debido a la endogamia, la disminución en la diversidad genética puede sellar su destino. Como sucedió con descendientes de varias clases reinantes en el antiguo Egipto o en Europa, la herencia de alelos idénticos, aumenta los trastornos hereditarios, léase taras. En fin, se utilizó el material genético de la cabrita salvaje y se logró que naciera el clon. La primera vez que se “desextingue” una especie. Siete minutos más tarde, una afección pulmonar la volvió a extinguir. Un hito histórico, sin duda. ¿Por cuánto tiempo? Conozcan a Rómulo, Remo y Khaleesi.
Estos tres son (o eran, ya crecieron mucho, demasiado), cachorros de… algo. Y es que hace casi un año, una noticia revolucionó a la opinión pública informada y desinformada por igual y a la misma comunidad científica. Muchos incluso (ya saben cómo son los metiches periodistas recelosos) pensamos que se trataba de publicidad de alguna peli de ciencia ficción o incluso un spin off para seguir reviviendo la franquicia de Parque Jurásico. Pero no; se trataba de una desconocida (para la gente de la calle) empresa fundada en 2021 en Texas: Colossal Biosciences. Parecido a como lo narra Michael Crichton en su muy entretenida, aunque científicamente improbable Jurassic Park, los científicos de Colossal extrajeron ADN de las quijadas de algunos especímenes de lobo prehistórico americano, mucho más grande y temible que nuestros canis lupus actuales, a tal punto que los paleozoólogos le han llamado lobo terrible. Rómulo, Remo y la hermanita menor Khaleesi llegaron a término en el vientre de perras de gran tamaño para mejorar las posibilidades de nacer sin complicaciones. Hoy, son tres ejemplares sanos, salvajes y recelosos de los humanos viviendo en instalaciones amplias y naturales, desde luego, alejados lo más posible de la gente. ¿Por qué escribí hace unas líneas, mañosamente “de algo”? Porque, efectivamente (spoiler alert), no son lobos prehistóricos. Son lobos grises con ediciones genéticas del ADN original en los restos de sus tatatatatatatarabuelos extintos hace unos 20 mil años. Colossal Biosciences no tiene el suficiente material genético para retrotraer al original lobo terrible y probablemente tampoco al mamut lanudo. Muy parecido a lo que advirtió Crichton en sus novelas: los huecos genéticos, por la pobreza y antigüedad de los ácidos nucleicos, tienen que ser rellenados con material fresco y eso da como resultado algo nada más parecido, según los registros paleontológicos. Tristemente, el doctor Grant y la doctora Sattler de la ficción, nunca conocieron al auténtico Rex o al verdadero Triceratops; tan solo meros reflejos que mientras más lejos vuela la flecha del tiempo, más desesperadamente distorsionados se tornan.
¿Para qué quiere esta empresa tejana jugar con las leyes de la herencia? ¿Para poner un parque de atracciones y cobrar la entrada que garantizaría costear tan caros proyectos? Científicamente, ¿tiene algún caso, aún encontrando ADN fresco y que sea viable la aventura? Mientras tanto, en lista de espera, platicamos en la próxima de un amable pájaro extinto porque estaba feo y sabía no tan mal y un carnívoro marsupial al que mataron… nomás porque sí. Aguanten, se pone bueno.
Iñaki Manero.
Escena poscrédito: A millones de kilómetros, un asteroide surca el espacio en inmutable curso hacia…